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¡Haz algo de izquierdas, lo que sea!

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, tras firmar el acuerdo para un Gobierno de coalición progresista

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La escena la habrás visto mil veces, pues hace tiempo que se convirtió en un meme para votantes de izquierda desmoralizados: en la película Aprile, el personaje interpretado por Nanni Moretti le grita al televisor durante un debate electoral italiano, rogando al entonces líder de la izquierda, Massimo D’Alema, que reaccione frente al avasallador Berlusconi: “¡Di algo de izquierdas, D’Alema, di una sola cosa de izquierdas, lo que sea!”.

Estos días me imagino a muchos votantes del PSOE y de Sumar que, cada vez que aparece en el televisor el presidente o cualquiera de sus vicepresidentas, una rueda de prensa del Consejo de Ministros o un pleno del Congreso, les gritan desesperados: “¡Haz algo de izquierdas, Pedro; haz algo de izquierdas, Yolanda; lo que sea!”.

A lo tonto llevamos ya tres meses de gobierno, y el monotema de la amnistía se ha comido sus primeros cien días. Si sumamos el mes y pico perdido por la investidura fallida de Feijóo, y las semanas de negociaciones para formar una mayoría, el resultado es medio año de casi parálisis. Con muchos anuncios y promesas, sí, y por eso no les gritamos como Moretti que digan, sino que hagan algo de izquierdas, lo que sea.

Ya sé que sin ley de amnistía no habrá presupuestos, ni leyes sociales aprobadas, ni legislatura. Pero entre tanto no se resuelve, el Gobierno debería apretar el acelerador de la llamada “agenda social”, poner por delante las medidas pactadas en el acuerdo de gobierno, que apuntaban a las verdaderas prioridades y necesidades del país. Tendrá que seguir negociando la amnistía con Junts y con el resto de socios, y sorteando las zancadillas de la derecha política y judicial; pero mientras tanto debería recuperar la iniciativa y demostrar a sus desmoralizados votantes que merece la pena pagar el precio de la amnistía. Que no es a cambio de siete votos, ni siquiera a cambio de una mejor convivencia política en Cataluña, que también: que merece la pena pagar el precio a cambio de una legislatura llena de medidas necesarias y reformas muy esperadas.

No lo digo por las elecciones gallegas, cuyas claves se me escapan; sino por el desconcierto y desánimo de los ciudadanos de izquierda, que desde hace meses solo oímos hablar de amnistía -gracias sobre todo a la derecha, todo hay que decirlo-, mientras esperamos una mejora de nuestras condiciones de vida, especialmente en asuntos tan sangrantes como el derecho a la vivienda, o la pobreza infantil, que seguimos siendo el país con más menores en riesgo de exclusión. O sí, mira, igual sí hay algo que leer en Galicia: ¿no dicen los analistas que el buen resultado del BNG se explica por haber reforzado su perfil social por encima de su perfil nacionalista? Pues ahí lo tienen.

Ya de paso, a la izquierda a la izquierda del PSOE hay que gritarle que haga algo de izquierdas, sí, pero que no haga lo que mejor sabe hacer siempre la izquierda: escindirse, dividirse, pelearse, acudir en varias candidaturas a elecciones donde el sistema electoral penaliza la división, como se ha visto en Galicia. O se espabilan unos y otros, o el calendario electoral que tenemos por delante puede ser una sucesión de noches tristes.

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