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La hora de los valientes

Las ministras Nadia Calviño, Isabel Rodríguez y María Jesús Montero en rueda de prensa.

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La excepción ibérica, mal. La subvención al litro de gasolina, mal. La subida del SMI, mal. Los datos de empleo, mal. Las ayudas europeas, mal. El decreto de medidas para paliar las consecuencias de la guerra, mal. Haga lo que haga el Gobierno, a la oposición le parece mal. No hay un mínimo de racionalidad, ni de debate sosegado. Mucho menos aportaciones serenas. Solo brocha gorda, descalificación y una lluvia de apriorismos que hacen imposible la discusión fuera y dentro del Parlamento.

Pedro Sánchez va perdiendo la batalla de la opinión pública, y en La Moncloa no parece que se hayan enterado. Uno enciende por la mañana el televisor y no hay cadena que no dedique parte de su parrilla a hablar del precio de las sandías, la carne, el pescado, el pollo, el aceite, la luz o la gasolina. Cada día una dosis de recuerdo, como si los consumidores no tuviéramos bastante con pasar por el súper, las pescaderías o las estaciones de servicio y viéramos cómo las grandes cadenas se lo llevan crudo mientras agricultores y ganaderos malviven con lo que venden y a los consumidores cada día les cuesta más llegar a fin de mes. Mucho más en junio, con Hacienda llamando a la puerta para que no olvidemos el pago de la declaración de la Renta y con los ayuntamientos girando los recibos de los impuestos municipales, justo ahora que hay que hacer también las reservas de plaza de los colegios o las matrículas de las universidades para los hijos. Esto los afortunados, claro. Que los hay que no tributan porque su salario es tan bajo que están exentos y hace tiempo que no pasan por una carnicería o una frutería, salvo para ver las ofertas del día.

Nadie habla, salvo excepciones, de los beneficios de las eléctricas, ni de los motivos por los  que el precio de la gasolina, que ya pasó la barrera psicológica de los 2 euros por litro, se paga hoy al doble que en 2008, cuando entonces el barril de petróleo estaba muy por encima de lo que está ahora. 

Los grandes diarios y los informativos apenas hablan de los obscenos beneficios de las eléctricas que, por cierto, pagaron un 20% menos de impuestos durante el primer trimestre de 2022 gracias a las exenciones fiscales que les amparan. Tampoco  de la banca y de su sistemático maltrato y desatención a los clientes. Poco se debate sobre que para una cita en el médico de atención primaria, con suerte, hay que esperar más de 15 días. Eso es cosa de las Autonomías y aquí solo se trata de atizar a Sánchez y a su gobierno que, dicho sea de paso, motivos han dado para la crítica. 

Lo que no parece razonable es que se le arree por una cosa y su contraria. Cuando hace y cuando no. Cuando habla y cuando calla. Porque sube el SMI y porque los salarios en España son bajos. Porque intenta limitar el beneficio de las eléctricas y porque no hace nada por contener el precio de la electricidad. Por subvencionar el precio de la gasolina, aprobar ayudas directas para agricultores y  transportistas, rebajar los impuestos de la electricidad, proteger con los ERTE el empleo, subir la prestación del IMV y por un exceso de gasto público. 

Y en medio de esta escena llega ahora el acalorado debate sobre si hay que poner o no un impuesto a las eléctricas. ¿Alguna duda? Parece razonable que quienes se están forrando en esta crisis aporten más que los que las pasan canutas. Prepárense para hablar de intervencionismo, de la ruptura del libre mercado o del asalto de un gobierno bolivariano a las empresas… Italia y el Reino Unido, que no están gobernados precisamente por peligrosos bolcheviques sino por liberales y conservadores, ya han endurecido la fiscalidad a las eléctricas y las petroleras. Y Grecia y Hungría, donde mandan la derecha y la ultraderecha, también han lanzado medidas en la misma dirección que incluyen además a los bancos con el objetivo de destinar lo recaudado a políticas que ayuden a los hogares a compensar la inflación y el alza de los precios de energía. 

Es la hora de los valientes, y este Gobierno no debería perder más tiempo en amilanarse ante sectores que lo censurarán haga lo que haga.

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