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Hundiendo la Marca España

Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad de Madrid. EFE

Rosa María Artal

El caso Cifuentes y sus ramificaciones han acabado por dar el descabello a la imagen de la España del PP. Del PP, sus socios, y todo el entramado que sustenta lo que cualquier país serio consideraría inadmisible. La hoy, aún, presidenta de la Comunidad de Madrid ha demostrado las terribles fallas de un sistema que se cae a pedazos. Las pruebas aportadas por la investigación de eldiario.es son abrumadoras: falsificó su Máster en un procedimiento cargado de irregularidades, mentiras y contradicciones. Pero ni siquiera quedó la cosa ahí, aun siendo enorme quiebra. Díganme qué dirigente de un lugar medianamente presentable publicaría este vídeo tras un día de pruebas aplastantes en su contra.

El PP –y no solo el PP– ha convertido la política española en un plató al que envían a tertulianos ultraconservadores de medio pelo. No es el único, bien es verdad. Trump anda en la misma tarea en EEUU. Precisamente, contamos con una especie de puente que ha establecido la Ministra de Defensa María Dolores de Cospedal que se comprometió con la administración de Trump en dedicarse a la compra masiva de armamento. Cospedal nos ha helado el aliento al publicar un tuit aterrador, doblemente por ser quién es.

Esta mujer dirige un ministerio y nada menos que el de Defensa. “Acusaciones”, no revelaciones, “mezquinas, machistas y miserables”, dice. Para deslizarse hasta este descomunal despropósito: “Parece que a algunos les gustaría conseguir lo que no consiguió un accidente de tráfico mortal”.

Es muy preocupante constatar en qué manos estamos. El Máster de Cifuentes ha actuado de catalizador de un magma putrefacto. Ahí han dado la cara los medios. Los que se callan, los que manipulan, los que informan. Todos aquellos que hablan de una “campaña”, “de ataques”, como si no existiera el periodismo independiente y cada noticia llevara implícito sacar tajada. Los políticos han quedado retratados, sin duda, en sus alabanzas y sus silencios o inacción. Cifuentes gobierna gracias a Ciudadanos, Rajoy y su troupe de ministras y ministros gobierna gracias a Ciudadanos y al PSOE. Y esa es la verdad, por más cintas con que lo quieran edulcorar.

La Universidad pública Rey Juan Carlos ha quedado tocada al límite. La concomitancia con el poder político es abrumadora. “Han convertido esta universidad en el basurero académico del PP”: se quejan docentes del centro. Pero es mucho más, ponen entredicho los títulos concedidos en la Rey Juan Carlos, y puede llegar a afectar a las universidades españolas gestionadas desde estas políticas. Si se ha roto el cristal de la credibilidad no hay pegamento que lo arregle.

Y esto ocurre cuando las libertades están también entredicho en España. Las sanciones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos no son asunto baladí. En su argumentación demuestran que España es de los países de la UE que más persigue y castiga por las ofensas a la jefatura del Estado, cuando la crítica es lícita y no punible por mucha que sea la zafiedad con la que se exprese. Y ahí tenemos de nuevo a PP, PSOE y Ciudadanos impidiendo que se retire el anacrónico delito de “injurias a la Corona” precisamente. Un excelente trabajo de Alejandro Torrús en Público analizando un Informe de la OSCE muestra de qué manera son regresivas las leyes españolas, muchas de ellas reformadas por el PP en ese sentido. Un partido que no puede estar más pringado de corrupción. Casualmente.

Ya se habla fuera del alarmante recorte de libertades en España. ¿A la cárcel por cantar?, titula el “Washington Post” a toda página. Un Estado autoritario que borra la libertad de expresión, dice “Aftonbladet” el periódico sueco más difundido. La ley antiterrorista española tiene un “efecto escalofriante” sobre la sátira, dice Amnistía Internacional, según encabeza un artículo del británico “The Guardian”. La BBC también se ocupa de las leyes Mordaza y sus condenas. Ley que sigue en vigor porque los partidos no encuentran mayoría para derogarla. Y en un sentido más amplio que abarca el conjunto de las políticas aplicadas tenemos que Más de 100 organizaciones denuncian en la ONU “regresión de derechos” en España.

Como colofón, el auto de procesamiento por rebelión del Juez Llarena del Supremo a Puigdemont, Junqueras, Turull, Carme Forcadell, Raül Romeva, Dolors Bassa, Jordi Cuixart, Jordi Sánchez... Justo en el día en el que la ONU insta al Estado español a garantizar sus derechos políticos ante la denuncia de su defensa. 13 independentistas procesados. Mientras la Fiscalía del Supremo pedía prisión incondicional para ellos. Marta Rovira se ha ido a Suiza. Los demás citados ya están en la cárcel.

Lo que está ocurriendo en Catalunya es otro de los grandes rotos de nuestras libertades y nuestra credibilidad. Sean cuales sean los intereses, éste no es el camino y ha sido fuertemente contestada la desmesura del magistrado. Llarena, criticado jurídicamente hasta en el procedimiento, parece haber emprendido una Cruzada que argumenta en términos de manipulación de masas violentas. Y hay un hecho bien ilustrativo: la Justicia española no ha logrado perseguir fuera a los evadidos porque hasta ahora no se ha considera delito lo que en España sí. En este caldo de cultivo, Albert Rivera, la gran promesa metroscópica, sentencia del lado de Llarena desde una dureza primaria y un “a por ellos” salido del alma que ha causado malestar. Paradojas de la vida, al PP, con la misma ideología y oportunismo, el Procés le está saliendo por la culata electoral.

Los ejecutores del fiasco. La España de la guadaña y la de la trampa. Los tibios de mil caras que siempre caen de pie. Cifuentes en su laberinto, cada vez más hondo. Como la propia España dirigida por ese cortejo que nos hunde en las cloacas. Cada vez más abajo y con más hedor al juntarse con los posos sedimentados en el fondo que nunca se limpian. Falsos amores que matan.

El tiempo, sus propias hazañas, la información rigurosa van poniendo a algunos en su lugar, a pesar del armazón con el que se protegen. Pero ¿No es hora ya de aventar tanta mugre? Airear, limpiar, construir.

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