El insólito caso de los árboles caídos
Como en una película de serie B, hace unos tres meses que los árboles empezaron a caerse en Madrid. El pasado lunes se produjo la segunda víctima mortal por la caída de una rama. En junio murió otra persona y a lo largo del verano varias han resultado heridas. Ramas o árboles que se desmoronan en plazas, en parques, sobre la gente que disfruta tomando algo en una terraza o pasea por el Retiro. Más de veinte árboles que se han venido abajo en tres meses son muchos árboles. Escándalo, pánico, alerta, miedo, la prensa local no escatima en términos de suspense. Estamos en vilo.
El Ayuntamiento ha creado ahora un grupo de trabajo compuesto por científicos que evaluarán la situación, pues al parecer la empresa contratada para la gestión no acierta a dar una explicación ni un remedio. La oposición municipal achaca el hecho a los recortes de personal y la privatización del mantenimiento de las zonas verdes.
Mientras tanto, se aventuran diferentes hipótesis para explicar este extraño suceso:
1- A pesar de que para cualquiera -incluso para alguien ignorante en la materia como yo- parece un despropósito, se ha llegado a decir que esto es cosa de la edad y que habría que talar a los mayores de 40.
Suena fatal.
Sin embargo esta apuesta por la juventud es un clásico en muchas situaciones. Desde luego lo es en el marketing político. El pasado domingo los nuevos líderes socialistas europeos se reunieron en Bolonia convocados por el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y exhibieron su sonrisa juvenil y sus camisas blancas-de-mi-esperanza arremangadas con calculado desenfado. Entre ellos se encontraba el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
2- La caída de los árboles, se dice, puede deberse a una plaga denominada galeruca, escarabajos que se comen las hojas debilitando todo el árbol y facilitando que enferme por la actuación de algún hongo.
En el autobús, sentada frente a mí, una señora que leía esta hipótesis en el periódico comentó en voz alta, sorprendida: “¡Lo que pueden hacer estos bichos en dos días!”. En ese momento, yo miraba la foto de la otra cara de la página en la que podía verse a los líderes socialistas en Bolonia. Renzi, impulsor de la liberación del mercado laboral; el francés Manuel Valls, cuyo plan de recortes hizo que se amotinaran sus propios compañeros; nuestro Pedro “Il bello” (así le nombran en La Repubblica) y sus homólogos de Alemania y Holanda.
El anfitrión bautizó el encuentro como “el pacto de los tortellini”. “La plaga de Bolonia” quizás podría ser más acertado, ya que sus políticas de recorte, igual que los mordiscos de los coleópteros, van comiéndose las hojas de lo público, debilitando toda la sociedad y facilitando el derrumbe.
3- También se especula que la caída de los árboles pueda deberse a la falta de riego. Las raíces, al tener que desarrollarse en la superficie para absorber la poca agua de que disponen, no aguantarían el peso del tronco.
Mariano Rajoy ha hablado de raíces vigorosas en la recuperación económica del país. No obstante su gobierno se ha gastado alrededor de un millón de euros no precisamente en la compra de mangueras o contrato de jardineros sino en la adquisición de nuevos camiones equipados con cañones de agua contramanifestantes, según nos informaba The Guardian.
y 4- La última explicación al caso de los árboles caídos es que pueda estar relacionada con el cambio climático.
Lo cierto es que la exploración de nuevas energías, el decrecimiento y el cuidado del medio ambiente se restringe a las cumbres convocadas a tal fin (este mes se celebra precisamente la Cumbre sobre el Clima en Nueva York). Mientras tanto, los países “desarrollados” continúan produciendo y produciendo. Productos, claro, a los que hay que dar salida, y entre ellos se encuentran, nada menos, que aquellos fabricados por la industria armamentística. Agotada la coartada de la guerra fría, ahora el enemigo es el Estado Islámico. El terror inoculado día a día, poco a poco, acabará justificando una intervención, otra más, en los países árabes.
El miedo a que se te caiga un árbol encima casi no es nada comparado con el miedo generalizado en que vivimos (por supuesto, no solo en Madrid). Desde el miedo a la guerra hasta el miedo a perder el trabajo o a no encontrarlo.
En realidad, en esta película de terror el culpable está cantado desde el principio, el arma del crimen también pero, ¿y la víctima? ¿No serás tú?, ¿o yo?, ¿no seremos todos esos árboles caídos? Esperemos que tras la plaga neoliberal no hagan leña de nosotros. Hasta el Happy End, siempre.