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Carta abierta a la ministra Reyes Maroto (y a Teresa Ribera y a Cristina Narbona y a Hugo Morán y a Pedro Sánchez)

Bebé elefante en África

Ruth Toledano

Ministra Reyes Maroto, señoras y señores del PSOE, es posible que ustedes sepan que soy muy crítica con su partido. Es posible también que no lo comprendan, ya que ustedes se presentan como una formación progresista, fundada en los valores de justicia social del primer Pablo Iglesias, y seguramente consideran que, en un país cuya derecha es ultra y corrupta, las personas progresistas deben ser menos críticas con sus siglas. Podría aducir otras razones que explican mis recelos, pero voy a centrarme hoy en un asunto que sirve de tristísimo y espeluznante ejemplo. Lo hago, no para abundar en esas críticas, sino, muy al contrario, para tratar de que ustedes comprendan a qué, esencial, se refieren en última instancia. Aún hay ocasiones en las que pienso que ustedes comprenderán. Y que actuarán en consecuencia. Esta es una de ellas.

Hace pocos días, el pasado 18 de agosto, el mundo (este mundo desolador en el que Trump quiere comprar Groenlandia y Bolsonaro deforestar la Amazonía) recibió una noticia que devolvía algo de fe en la especie humana: la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (CITES) de la ONU, cuyas reuniones se celebran estos días en Ginebra, decidió por votación aprobar el documento 44.2, en el que se pide la prohibición del comercio internacional de elefantes africanos vivos, así como su exportación en el caso de que no puedan sobrevivir por sus propios medios: por ejemplo, bebés elefante huérfanos porque los cazadores (furtivos o no, ya saben ustedes...) han matado a su madre. El documento fue presentado por la Coalición del Elefante Africano, de la que forman parte 30 países del área de distribución de este animal, y reclama que los bebés elefante no salgan de África, sino que se creen centros de rescate y santuarios para ellos. Cierto es que los países africanos protectores de los elefantes son los más pobres, a los que la mirada colonialista del mundo desarrollado presta menos atención que, por ejemplo, a un país como Sudáfrica, representado en la convención de Ginebra por gente como la Asociación de Depredadores de Animales. Estarán ustedes conmigo en que poco hay que añadir a semejante nombre.

La noticia publicada fue que la aprobación de dicho documento supondría la prohibición de secuestrar a los elefantes de sus hábitats para ser vendidos a zoológicos y circos de todo el mundo. Se anunció como el paso preliminar para el fin del wildlife trade. Un paso alentador que se convertiría en definitivo, histórico, en la votación de la sesión plenaria del próximo miércoles 28 de agosto. Pero, ante ello, los lobbies depredadores han reaccionado: la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA) quiere seguir arrancando elefantes de la naturaleza para venderlos y mantenerlos cautivos, siempre en lamentables condiciones, en zoos de Estados Unidos, Asia o Europa, y ha pedido que se reabra el debate. Algunos países africanos apoyan su cruel negocio: Zimbabue, por ejemplo, ha vendido desde 2012 más de 100 bebés elefante a zoológicos chinos.

En los asuntos que conciernen a CITES, los 28 países miembro de la UE, incluido España, emiten por norma un voto unitario. Algunos, como Francia, Luxemburgo o Hungría, querrían votar en contra del comercio con elefantes africanos, pero la UE no se lo permite. No solo eso, sino que ejerce una indigna presión con diversos tratados de comercio sobre los países más débiles para que voten en el sentido dictado. No hace falta que les recuerde a ustedes que dictado y dictadura son palabras hermanas. Pero sí conviene recordar que actuaciones así generan euroescepticismo. Ministra Maroto, señoras y señores del PSOE, ¿consideran que debemos acatar de Europa órdenes de toda índole, incluido el comercio con bebés elefante?

En el caso del comercio con elefantes africanos, la UE aduce que prohibirlo pondría en riesgo los programas de investigación y conservación ex situ, es decir, aquellos que presuntamente se llevan a cabo fuera de sus hábitats. Se trata de gigantescas falacias vendidas por los comerciantes de animales. Para empezar, porque la investigación científica sobre elefantes en cautividad es inútil, por definición, para ser aplicada en la naturaleza: solo sirve para ser aplicada en cautividad. Lo único que demuestran los estudios científicos es que los elefantes en cautividad no se reproducen. Según un estudio publicado en la revista Science, los elefantes que pasan su vida en los zoos europeos viven menos años. En cambio, los individuos de esta especie que se encuentran en reservas protegidas tienen menos problemas de salud y son más longevos. La diferencia puede ser de hasta 40 años de vida. Esto se explica por el alto grado de mortandad prematura, por debajo de los 5 años de edad, de aquellos elefantes nacidos en cautividad: muchos de ellos mueren por enfermedades que causa la propia cautividad.

En realidad, lo que se pone en riesgo prohibiendo el comercio de elefantes no es la conservación, sino que lobbies como la EAZA tengan elefantes disponibles para su negocio. Y lo que hacen los lobbies de zoos y acuarios no puede llamarse conservación sin insultar a la inteligencia, pues sabemos que jamás ha sido reinsertado en la naturaleza un solo elefante que haya sido mantenido en cautividad. Los zoos no hacen absolutamente nada por la conservación de los elefantes en la naturaleza. Si quisieran hacerlo, tendrían que hacerlo in situ, en su hábitat, y no ex situ, en las injustas cárceles que son recintos. Les invito a leer los informes recopilados en LaManoDetrasDelZoo.org sobre el funcionamiento de los lobbies que promueven el tráfico legal de especies, que demuestran cómo los zoos son empresas que buscan rentabilidad, con falaces excusas conservacionistas y educativas que han sido ya rebatidas por la ciencia. Y lo son por la ética: capturar elefantes es perjudicial para los elefantes.

Ustedes, señoras Maroto, Ribera, Narbora, señores Morán y Sánchez, deben entrar, con firmeza irrenunciable, en ese debate previo a la votación del próximo 28 de agosto a decir a la Unión Europea (que no votó el día 18, aduciendo las siempre tan socorridas cuestiones de forma) que España no apoya el comercio con bebés elefante africanos, que nadie con un mínimo de decencia moral, de ética y de valores políticos puede apoyarlo hoy en día. Si ustedes, si el PSOE, si su Gobierno no actúan en defensa de los elefantes africanos, si ustedes permiten que los lobbies de zoos y acuarios sigan actuando en CITES con impunidad y les tuerzan el brazo de la más mínima responsabilidad y compasión, habrán perdido algo definitivo, aquello esencial: la conciencia de que hay valores que deben estar por encima de los intereses mercantilistas. Con ellos, con los valores, perderán también a una opinión pública que rechaza mayoritariamente el comercio de elefantes.

Ustedes deben comprender que gobernar es hacer las cosas lo mejor posible. Ya resulta vergonzoso, presidente Sánchez, que CITES sea competencia del Ministerio de Comercio y no del Ministerio de Transición Ecológica. Usted, ministra Ribera, debe reclamarlo así, recuperar la soberanía que le corresponde a España en lo relativo a CITES, pues sabe que con la protección del elefante africano nos jugamos no solo la supervivencia de la especie sino una cuestión de enorme relevancia ecológica: los elefantes hacen un trabajo de reforestación en los bosques africanos fundamental en la lucha contra el cambio climático.

¿Para quién están gobernando ustedes? ¿Para qué quieren gobernar si no es para lo esencial? Si ustedes, señoras Maroto, Ribera, Narbona, señores Morán y Sánchez, no plantan cara ante la votación del próximo miércoles 28 en Ginebra, como nos consta que ya lo están haciendo ministros de otros países como Reino Unido (preguntando a la UE por qué se beneficia así a la EAZA, por qué esa impunidad de un lobby falto de toda ética y que a la UE no le beneficia en nada), tendrán que dar después explicaciones a la opinión pública. Y, lo que es peor, tendrán que darla ante su conciencia.

Porque al final, ministra Maroto, señoras y señores del PSOE, todo esto se resume en unas sencillas preguntas: ¿están ustedes a favor del comercio internacional de elefantes africanos?, ¿están ustedes a favor del negocio de bebés elefante, nacidos libres en África, para su cautividad en zoológicos y circos del mundo? Deben responder. Sí o no. Si la respuesta es no, deben trasladársela a la Unión Europea. Es su obligación de buen gobierno. Tendrán que comprender, si no, la razón de que las personas progresistas seamos tan críticas con su partido.

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