¿Quién mató a Gustavo?
Asfixiado por las deudas, en plena noche de verano se quitó la vida Gustavo Arguellas Calvo. Empujado al abismo por la desesperación, no pudo volver la cabeza para mirar a sus dos hijos, de 11 y 3 años, ni para hallar una última dosis de fuerza en los ojos de su mujer. Con ella y con las compañeras de Stop Desahucios Granada había tratado una y otra vez de llegar a un acuerdo con el BMN (Banco Mare Nostrum) para renegociar su hipoteca en unas condiciones que fuera capaz de afrontar un albañil que llevaba cuatro años en paro. Según Stop Desahucios, cada acuerdo de refinanciación con el BMN aumentaba esa deuda y acercaba más el fantasma del desahucio de su vivienda, de encontrarse con su familia en la calle. Co su mujer, Loli, también en paro y trabajando él ocasionalmente de jornalero, Gustavo Arguella Calvo suplicaba al BMN una carencia en el pago de cinco años. Un acuerdo razonable que nunca llegó. Pero sí llegaron multitud de llamadas del banco y llegó el límite de las fuerzas de Gustavo.
Gustavo Arguellas Calvo no fue rescatado del pozo negro de la angustia. Obsesivas preguntas le ahogaban como una soga. ¿Qué hacer con su vida si llegaba el día en que no tenía un techo? ¿Dónde refugiar a sus hijos? ¿Hasta cuándo podría proteger su hogar? Cada vez más profundo, cada vez más oscuro, ese pozo se quedó sin salida para él. El BMN, sin embargo, que negó reiteradamente un horizonte vital a Gustavo, sí fue rescatado cuando estaba asfixiado por las deudas heredadas de las cajas de las que procede (Caja Murcia, Caja Granada y Sa Nostra): en marzo de 2013, el Estado, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), le inyectó 730 millones de dinero público. Es decir, dinero aportado a las arcas públicas por la mayoría de los que están leyendo esto; dinero aportado por mí misma (¡con mi dinero, yo habría preferido rescatar a Gustavo!). Más sangrante aún es que el Consejo de Administración del BMN ganara 1,102 millones de euros en 2013 y que en el primer trimestre de 2014 el banco obtuviera un beneficio de 23 millones. ¿Qué sienten hoy los consejeros ante el suicidio de Gustavo? ¿Mirarían a la cara de sus hijos de 11 y 3 años? ¿Qué les dirían? ¿Mirarían a los ojos de su mujer? ¿Qué le dirían?
En el comunicado sobre el suicidio de Gustavo Arguellas Calvo, Stop Desahucios Granada no se autoimpone mordazas, y responde sin titubeos a la pregunta que da título a este artículo: “Gustavo es una víctima más de este genocidio financiero que ya se ha cobrado demasiadas vidas. Hacemos responsable a BMN de esta muerte y esperamos que sus dirigentes sean considerados como lo que son: unos asesinos”. El BMN, por su parte, ha comunicado que “lamenta profundamente lo ocurrido” (cada palabra de esa frase es escalofriante: lo ocurrido…). Y a Gustavo lo llaman Don Gustavo. Como si fuera un consejero. Como si no lo hubieran tratado antes como a un albañil en paro cuya vida no importa, como a un jornalero ocasional cuya vida se puede tutear. Su vida, reducida a un tratamiento documental. Sin poder contener la indignación, Stop Desahucios Granada califica a los del BMN de “organización criminal”.
El poder financiero, que induce al suicidio a personas desesperadas, tiene además cómplices políticos. Hace unos días, todos los partidos con representación en el Parlamento Europeo firmaron una declaración promovida por Podemos para exigir al Gobierno de Mariano Rajoy el fin de los desahucios, cambiando la ley hipotecaria y respetando así los derechos humanos en nuestro país. Firmaron todos, menos el PP y UPyD. Los parlamentarios europeos de PP y UPyD no asistieron a las reuniones que Podemos convocó al respecto. Si bien UPyD ha aclarado su postura, llegando incluso a ponerse “a disposición de la PAH”, el asunto es tan grave que debieran haberse sentado a discutirlo, fuera quien fuera el interlocutor y aunque no estuvieran de acuerdo con la propuesta de Podemos.
Hace más de un año que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea concluyó que el procedimiento de desahucios en España puede vulnerar los derechos fundamentales de las personas afectadas. Según la PAH, estas conclusiones suponen una declaración de ilegalidad y debieran ser de obligado cumplimiento para los jueces españoles. La Carta de los derechos fundamentales de la UE prima sobre la ley hipotecaria y por eso muchos jueces españoles ya están paralizando desahucios. Pero otros jueces siguen dictando esas órdenes, pues solo primará la Carta de la UE en el caso de que los contratos incluyan cláusulas abusivas. Jueces que, según Stop Desahucios Granada, deberían ser menos estrictos, más valientes, ir “contra el sistema financiero”. Porque, mientras, los amenazados, los presionados, los desoídos siguen suicidándose. Tras las causas naturales, el suicidio es la primera causa de muerte en España, por encima de toda clase de accidentes, incluidos los de tráfico.
El viernes por la noche se suicidó otro hombre en Granada. Se llamaba Gustavo Arguella Calvo y tenía dos hijos pequeños. Su terrible, tristísimo ahorcamiento debiera concienciarnos de una vez por todas sobre el drama que vive nuestra sociedad. ¿Nos estamos acostumbrando? ¿Estamos demasiado ocupados asistiendo, por ejemplo, al juego de las sillas del PSOE? ¿El suicidio de un acosado por el poder financiero, por el poder político y por el poder judicial ya no es una noticia que nos sobrecoja? ¿Se suicidan demasiadas personas para que atendamos a su muerte? ¿Qué podemos hacer?
Hoy hay dos huérfanos en Granada que lo son porque su padre, inocente, no pudo soportar la culpa que creía haberles acarreado. Dos huérfanos más porque su padre, derrotado, no soportó más la desgracia de no poder defender el hogar que quiso para ellos. Dos niños, de 11 y 3 años, a quienes los responsables (financieros, políticos, judiciales, sociales…) deben una explicación, deben la respuesta a una pregunta que marcará sus vidas: ¿por qué desapareció nuestro padre?, ¿quién lo mató?.