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El dóberman del PSOE tenía nombre: Vox

Santiago Abascal, líder de Vox

Rodolfo Irago

A un mes de las elecciones generales, todavía no hemos hablado ni un minuto del futuro de las pensiones, de la reforma educativa, del precio de la luz, de los planes contra el cambio climático, de la política con la que afrontar un posible frenazo económico o de las propuestas para tratar de resolver el grave problema territorial que tenemos encima de la mesa.

Todo el tiempo se nos va en eternas discusiones sobre los lazos amarillos, sobre las estrambóticas propuestas de Vox que arrastran al PP y a Ciudadanos y nos hipnotizan a los periodistas y esta semana nos hemos enzarzado también como locos con la conquista de América.

Los partidos no parecen incómodos en esta situación, tal vez porque tampoco parecen tener mucho más que proponernos. Así que han decidido jugárselo todo a la política del miedo. Durante meses, la derecha enarboló las banderas agitando el temor a la ruptura de España por las supuestas cesiones del gobierno a los independentistas catalanes. La necesidad que tenían los socialistas de los votos de los secesionistas en el Congreso avivaba ese debate.

Esa inflamada campaña de las derechas llegó al paroxismo en la foto de Colón como reacción a la mesa de partidos y al famoso asunto del relator. PP y Ciudadanos convocaron aquella concentración convencidos de que era el principio del fin de Sánchez y, sin embargo el pinchazo de convocatoria y la imagen de Casado y Rivera con Abascal le dieron inesperadamente la vuelta a la situación.

Ese miedo a la ruptura de España pareció disolverse como un azucarillo después de que los independentistas hicieran caer los presupuestos del Estado, precipitando las elecciones. Desde entonces, es el PSOE el que tiene a su favor el combustible electoral del miedo; el pánico a la ultraderecha y a un gobierno condicionado por las políticas machistas, homófobas y neofranquistas de Vox. La estrategia está funcionando a las mil maravillas según todas las encuestas. El PSOE utilizó con éxito una vez en una famosa campaña la imagen de un dóberman; ahora el dóberman tiene nombre y ya se hizo realidad en Andalucía.

El 28 de abril se va a decidir entre dos miedos y de momento gana el que provoca la ultraderecha. Por eso, en el PP y sobre todo en Ciudadanos viven en permanente estado de histeria. Casado ha aplicado varios electroshocks a su partido en forma de fichajes mediáticos para intentar revivir al muerto mientras que a Rivera solo le falta ir a arrodillarse ante el Apóstol Santiago para prometer que nunca pactará con Sánchez. Cuando tienes que decirlo tantas veces es porque sabes que la gente no acaba de creérselo y además ese debate no está cerrado en Ciudadanos. Si la suma con el PSOE da mayoría, volverá a abrirse.

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