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La munición de los desestabilizadores

Isabel Díaz Ayuso y José María Aznar.
19 de septiembre de 2023 21:46 h

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La ofensiva desestabilizadora es de tal calibre que si hubiera algún demócrata entre sus filas se sentiría abochornado de sí mismo. En vista de cómo se les ha deshecho su candidato, Alberto Núñez Feijóo, se han lanzado con todas sus armas a enervar a la ciudadanía y matarla de miedo con la amenaza golpista, que es lo que mejor sabe hacer la derecha extrema que conocemos. Eso, y trincar lo que puedan, para qué vamos a engañarnos. Con ningún respeto a la Constitución que enarbolan como sable y con la voraz búsqueda de todas las prebendas que les otorga el poder. Allí han acudido todos los previsibles y unos cuantos más. Hasta Blas Piñar, el creador de Fuerza Nueva, que revive en su hijo tal cual y que, con la complicidad de la iglesia católica, impone su fajín de General a la Virgen de la Alegría, a la que nombra “generalísima” en Toledo con PP y Vox como invitados. Se diría que solo ha faltado, por el momento, “una teta disecada de Agustina de Aragón”, como escribiera el cantautor Joaquín Sabina cuando decía ser de izquierda y despedía prematuramente al dictador Francisco Franco. Porque desde luego el pasado con sus errores y basuras rebrota cuando no se limpia. Y ese cortejo nada fúnebre está tal cual ahora mismo.

Han ido compareciendo en sus distintos papeles para decirnos que los votos no sirven si no dan mayoría suficiente a la derecha que gobierna con la ultraderecha. Es un clásico, pero ahora lo están forzando de manera tan extrema que igual habría que recurrir a la justicia. Si funcionara correctamente en España y si no mantuviera su composición de mayoría PP, precisamente por el bloqueo del PP. Es desorbitado cómo van irrumpiendo todos cada vez con más agresividad. Primero fueron las 'momias del 78', pero ahora ya suman su voz hasta los empresarios que, según el presidente que han elegido, Antonio Garamendi, rechazan la amnistía, dicen (la que venga, nunca dijeron nada de otras), y “están con la Constitución”. Los demócratas que están con la Constitución saben que establece la formación de gobierno en mayorías con el apoyo de partidos perfectamente legales y democráticos. Que entre ellos esté Vox –cuyo ideario contraviene algunos enunciados de los Derechos Humanos– es una anomalía. El resto son por completo legítimos y votan al candidato que creen más oportuno. Eso dice la Constitución y ahí “estamos” los demócratas.  

El candidato capaz de obtener mayoría no es Feijóo y el rey lo sabía, por cierto. Se desconoce qué milagro esperaban. Quizás esta revuelta –o más que revuelta– que solucione de una vez por todas la ausencia de la derecha en todos los puestos de mando y todas las cajas fuertes con llave. Y ahí se lanzaron cada uno en su papel, Felipe González de abanderado en plan docto, Aznar, el agrio y, tras todos sus séquitos, finalmente Ayuso. Un ser capaz de perpetrar tan malignas actuaciones como el protocolo de la vergüenza en las residencias, de dar tajos mortales a la sanidad y los centros educativos y de leer cualquier soflama que le pongan delante con unas acusaciones a los enemigos del clan que debería revisar la Fiscalía. Todo ello en realidad, dado que la Fiscalía General del Estado tiene como misión la defensa de los derechos de los ciudadanos. Eso también figura en las normas constitucionales. Título VI. Artículo 124.

La justicia española es como es. No se lleva bien con la europea en algunos momentos. Vuelvo a insistir en que los delitos por los que fueron condenados los líderes del procés no existen en Europa y las desmesuradas penas no las ha avalado ningún organismo internacional. Penas que en ningún caso incluyeron como tipología golpe de Estado, lógicamente, ese que llevan en la boca los manipuladores. ¿A nadie le extraña? Como decía aquí Antón Losada, ninguna democracia inteligente de nuestro entorno prescribe la inconstitucionalidad de la amnistía, no pocas incluso la blindan en su texto fundamental. Hay razones poderosas para ello.

Por lo demás, para amnistía que desestabiliza la democracia la que lastró desde su inicio en la Transición el Estado de Derecho que vivimos: dejó impunes y sin posibilidad de juicio futuro los crímenes de la dictadura franquista, y verán qué reconocibles y paradójicos son sus firmantes. Pero todo eso no hace mella en la labor de los componentes más destacados de la ofensiva, los medios de la derecha,

Empezaron con el “A por ellos” y ahora van a por todos los que impidan su objetivo. No es democrática en absoluto esa coacción amenazante y violenta para que no logre formarse un gobierno progresista aunque tenga los votos. Echar a la calle a sus seguidores como están haciendo Ayuso o Aznar y sus cómplices es convertir a quienes les creen y les siguen en los proyectiles que precisa su algarada. Sí, en los últimos tiempos, salvo en África, ya no hay demasiados golpes de Estado cruentos, se valen de personas aparentemente normales que –manipuladas y exacerbadas– llegaron en Estados Unidos a asaltar el Capitolio. Las terribles algaradas de las rodillas hincadas, las humillaciones, las Constituciones rotas, que vocea Ayuso con gesto de asco como primera soprano, buscan el poder utilizando como armas a los crédulos, a los ignorantes, a esos ciudadanos poco afectos a la democracia.

Desde mayo les están dando toros y caza y les roban cultura. Les están quitando el pan a sus hijos escolares para darles más riqueza a los ricos con exenciones fiscales. Atacan su salud a cambio de poder odiar a gusto a los objetivos que les señalan. Qué bestialidad en los amaneceres de insultos en X, antes Twitter. Decimos a menudo que no se puede entender cómo personas con dos dedos de frente aceptan esto.  

Es el fascismo, la ultraderecha que crece y radicaliza a partidos conservadores. Se ha estudiado que fueron los recortes de la anterior crisis los que han volcado a ciudadanos con pocas luces hacia los extremismos de derechas. También la ignorancia de su propia historia. En España mismo, todavía no se explica toda en los colegios. Niños y jóvenes son cada vez más fascistas, prefiriendo, según este estudio, una dictadura militar el 43% de los menores de 36 años para que “arregle” las cosas. Con algunas reservas quizás por la naturaleza de las encuestas, sí marca una tendencia preocupante. En todas las edades, tienen oportunidad de comprobar sobre el terreno los ataques a los derechos y muchos no lo relacionan. Compran una identidad. De esas parafernalias. Aquí, toros, caza, muerte y sadismo, falsa fortaleza. Y el español y solo español, hablado, cantado y pensado.

La crueldad potenciada por el egoísmo tiene difícil explicación ética. Pero cada vez se estudia más el fenómeno del poder alcanzado por quienes no se mueven con criterios lógicos, sino con una pura visceralidad que a menudo les perjudica. Multitud de trabajos confluyen ya para explicar por qué hay personas a las que cualquier avance, sobre todo científico, les parece que anula esa identidad, la que se han forjado idealizada. No creen en la ciencia, que es ya el colmo de las aberraciones. Lo estamos viendo, sufriendo. Y son impactantes los estudios que demuestran la permeabilidad de los ciudadanos conservadores a las noticias falsas. Se comprobó, por ejemplo, que quienes se tragan las fake news en las redes son en un 97% usuarios de derechas. Y así no se pisa suelo firme. Casi todo entra por los medios de desinformación. Hace años que lo denuncio, y es ya palpable su efecto sobre ciertas víctimas de la manipulación. Flagrantes sus ataques a políticos incómodos al poder, suicida el apoyo a líderes sin alma. Nuestro dinero paga ese daño y los que de él se desprenden.

Ya no se emplean tanto las armas convencionales, sino personas y sus voluntades. En todos los casos cada uno de nosotros es el proyectil si se deja seducir por los cantos del golpismo. Es quien hunde y encumbra disparado por otros sin escrúpulo alguno de socavar la democracia.

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