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A pan y agua

El presidente del Senado, Ander Gil, y la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet. EFE/ Zipi

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La democracia es un destino compartido, depende de todos nosotros

Levitsky y Ziblatt

Hubo una vez en que la Iglesia estuvo sin Papa dos años y nueve meses. Ese tiempo de sede vacante fue provocado porque los llamados a ponerse de acuerdo en Viterbo estaban profundamente enfrentados políticamente -unos a favor de un papa Anjou y otros, contra cualquier papa francés- y no tenían especial interés en poner fin a esta situación. Véanse las similitudes, no hay nada nuevo bajo el sol. No se trataba solo de que no consiguieran pactar por una mayoría reforzada de 2/3 un nuevo rector de la Iglesia sino que las presiones se producían a la luz del día. Carlos de Anjou, rey de Sicilia, se trasladó a Viterbo durante el cónclave y el propio Felipe III de Francia llegó a viajar a la ciudad italiana para ejercer su influencia. 

Hartos de una situación insostenible, las gentes de Viterbo decidieron varias cosas. La primera medida fue no dejarlos volver a sus palacios y encerrarlos con llave (cum clavis, de ahí viene cónclave) en el palacio episcopal hasta que pactaran. Como aquello tampoco funcionó a la primera, continuaron con las presiones sobre los electores. Primero les redujeron la comida, luego pasaron a no darles más que pan y agua. Los vecinos de Viterbo llegaron a arrancar el tejado del palacio episcopal para que los reacios al pacto sufrieran las inclemencias del tiempo. Al final, sometidos a esta presión y a tales incomodidades, dieron en elegir a Gregorio X, un tipo que ni siquiera era cardenal pero que sirvió para lograr un acuerdo entre las partes. 

Como no era la primera vez que este bloqueo sucedía -ni en nuestro cercano caso del CGPJ tampoco- el propio Gregorio X se preocupó de promulgar nuevas normas para la elección que impidieran que esta situación se reprodujera. Los llamados a llegar al acuerdo serían encerrados y aislados, a partir del tercer día solo recibirían una comida y al quinto día sin acuerdo, solo pan y agua. Además, dejaban de percibir sus rentas eclesiásticas hasta que pactaran el nombre del Papa. En la actualidad, como saben, los cardenales son encerrados en la Capilla Sixtina, tienen vedada cualquier comunicación externa y el acceso a los medios de comunicación y juran el secreto total de lo que suceda en las negociaciones. Y es que un pacto en el que se baraja tanto poder siempre tiene los mismos riesgos. Naturaleza humana y política. Nada nuevo. 

Si de algo no se puede acusar a la Iglesia Católica es de no saber manejar las luchas de poder terrenales. Nunca pensaron que la solución fuera reducir la mayoría de 2/3 necesaria, que dota al electo del respaldo y la legitimidad, sino forzar a los que están obligados a obtenerla a negociar. No se trata de cambiar las reglas del juego sino de forzar a los jugadores a hacer su papel. Lo que hay que introducir son normas que obliguen y fuercen al acuerdo. 

La elección de los vocales del CGPJ es parlamentaria. Son los diputados y los senadores los que tienen que llegar a la suma de 3/5 para obtener los nombres concretos. El único cambio que puede realizarse en el proceso es aquel que les obligue a no salir sin un acuerdo y que les penalice por el retraso. Pretender que el remedio a la negativa del PP a cumplir su obligación constitucional es cambiar las reglas del juego para poder prescindir de su concurso es actuar con la misma violencia respecto a la norma democrática que ellos. Cualquier intento de reforma de las mayorías establecidas afectaría de forma irreparable a la legitimidad democrática del órgano constitucional, dado que el único argumento que respalda esa elección en sede parlamentaria es, precisamente, el de dotarle de legitimidad democrática mediante un amplio respaldo que tiene expresamente vedado, por sentencia del Tribunal Constitucional, reproducir a modo de espejo la aritmética de la representación parlamentaria. 

No se puede alterar la mayoría reforzada de 3/5 para la elección de los vocales. Ya fue bastante sonado y discutido el recorte de la facultad de nombramientos del CGPJ, aun teniendo en cuenta que buscaba dejar a la derecha sin alicientes para mantener el bloqueo. Un nuevo cambio de reglas resultaría escandaloso y, de llevarse a efecto, solo lograría la muerte de la legitimidad del Consejo así nombrado, darle una baza de indudable fuerza al Partido Popular y provocar un estupor en Bruselas de difícil solución. Solo buscando destrozar del todo la institución se puede plantear esa reforma, a la que ya se negó con buen criterio el PSOE hace un año. ¡Hasta para cerrar una terraza hacen falta 3/5 en la junta de vecinos!

Lo que sí se puede hacer, y sería lo inteligente, sería endurecer las condiciones de aquellos que no tienen ningún interés en pactar o en que se pacte. No pierdan de vista tampoco eso de las rentas. Hay mucho interés económico detrás de no irse, de aceptar el bloqueo y de no dimitir. Es mucho más fácil y aceptable restringir los ingresos de unos vocales “en funciones”, para evitar que tengan la tentación de dejar ir un bloqueo que les asegura un sueldo elevadísimo durante más tiempo del reglado. También pueden llevarse a cabo otras reformas que fuercen la elección, como no dejar tomar decisiones en funciones que no sean del trámite imprescindible y que, además, para ser firmes deban ser refrendadas después. 

Por mí, qué quieren, los ciudadanos deberíamos tener el mismo ansia que los de Viterbo y meter en una sala del Congreso a los representantes de los grupos parlamentarios bajo llave, sin prensa y sin móviles, y pasarles un escueto refrigerio para que ardieran en deseos de acabar y volver a sus casas. Aislarlos de toda influencia, de los medios afines, de las encuestas de voto y hasta de los magistrados del Tribunal Supremo.

Eso incluye forzar a las presidencias de ambas Cámaras a poner en marcha el proceso porque es a ellos a quienes la Constitución Española ordena directamente hacerlo. Es escandaloso que en todo este desastre institucional se haya hablado hasta del rey pero no se mencione el incumplimiento constitucional de Meritxell Batet y Ander Gil. No son dos marionetas o, al menos, no es ese el papel que les otorga la Constitución. Nunca podrá decirse, como dice Echenique, que el PP está dando un golpe mientras sean en realidad las Cámaras y sus presidentes los que no cumplen su papel. Los candidatos están oficialmente sobre su mesa. ¿Por qué no los han sometido a votación? Mientras esa anomalía siga sobre la mesa no se puede plantear ningún cambio parlamentario en la elección. Ambos tienen una obligación personal e institucional pero si necesitan una orden, entonces es del PSOE del que la esperan.

¡Voten! Las cosas se votan. Si van acordadas de antes, muy bien, pero si no se ha logrado acuerdo hay que cumplir lo que marca la ley suprema de este país.

A pan y agua deberíamos tener a más de uno. Y sin rentas eclesiásticas.  

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