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La parábola Benidorm

Chanel en su presentación de "SloMo" en la final del Benidorm Fest 2022.
30 de enero de 2022 22:40 h

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Andaba la España cool posicionándose sobre quién era más de tetas o de panderetas, alimentando con ese exceso de furia tan carpetovetónico una rivalidad a la que tanto Tanxugueiras como Rigoberta Bandini supieron dar la vuelta inteligentemente; estábamos las gallegas y los gallegos aguantando, con esta paciencia tan revolucionaria que nos dio Prisciliano, la enésima ronda de todo quisque a explicarnos lo brumosamente mágico y lo telúricamente tribal que resulta todo cuanto nos rodea, empezando por la misteriosa pronunciación de la X y continuando por lo bien que se come aquí; se hallaba desorientada y perdida toda la roña mental patria, a derecha y a izquierda, con la respiración agitada y el pulso acelerado ante la mención de las tetas y presa del pánico ante la posible visión de una teta, cuando ganó Chanel; que no digo que cante o baile mal, únicamente que me da igual porque no me interesa.

Tanta pluralidad, tanta provocación, tanta modernidad, tanto darnos jabón y felicitarnos porque íbamos a convertir Eurovisión en la gran conferencia mundial del empoderamiento, el feminismo, la diversidad lingüística y cultural y la inclusión y, al final, despachamos una canción de esas de mandar a festivales de toda la vida, de esas que ya has olvidado tan pronto empieza a sonar el siguiente tema en la radiofórmula y con una letra que haría palidecer de vergüenza a Georgie Dann ante tanta caspa ciertamente de “primary” y nunca de “secondary”. 

Los “daddies” que andaban preocupados por si no se entendía una canción en gallego ya pueden quedarse tranquilos, la inmortal lengua de Cervantes brillará como nunca en Turín cual símbolo de la unidad y grandeza del imperio mientras hacemos “doom, doom” con su “boom, boom”; “take a video” que estamos “ready”. Mira que si al final el spanglish acaba resultando la solución que acabe de una vez por todas con el apartheid lingüístico que tantos castellanoparlantes sufren en silencio bajo el yugo de la brutal e intolerante España de las autonomías….

Quien quiera ver una parábola de lo que sucede hoy en la vida pública española lo tiene bien fácil. Quien no quiera verla, también. España estaba preparada para la teta fuera al estilo Delacroix, el gallego y las pandereteiras; el jurado, no. La sociedad española está preparada porque siempre tiene caldo en la nevera y para eso “non hai fronteiras”; sus élites no; no vayamos a liarla por la memoria histórica, o los abusos en la Iglesia, o los derechos de los transexuales, o la monarquía, o la plurinacionalidad, o la fiscalidad… 

Mientras la España más progresista, tolerante, divertida e inclusiva va perdiendo el humor y la paciencia, viendo a sus representantes enzarzándose por detalles muchas veces incomprensibles o irrelevantes, para dejar claro quién es más progresista, tolerante e inclusivo, lo viejo conocido espera su turno y se abre camino ofreciendo aburrimiento y seguridad, que es lo que más apetece cuando ya vas hasta arriba de líos. Menos mal que siempre nos quedará Aznar para amargarle la campaña a la derecha, por muy fácil que se la haya puesto la izquierda.

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