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Pedro, Argelia no nos ajunta (y tiene el gas)

El presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, en una fotografía de archivo. EFE/EPA/HAYOUNG JEON

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Todas las desgracias del hombre provienen de no hablar claro

Albert Camus

Inmediatamente después de que Pedro Sánchez compareciera en el Congreso para contestar a las preguntas realizadas sobre el viraje en la cuestión del Sáhara y las relaciones con Marruecos, Argelia decidió que no nos ajunta más y declaró roto el Tratado de Amistad y Buena Vecindad. Algo que podría no importarnos mucho, como que llamara a consultas al embajador o que haya decretado una especie de embargo a las importaciones de productos españoles; podría, pero teniendo en cuenta que es nuestro mayor suministrador de gas natural es normal que nos inquiete un poco .

Sobre esta cuestión yo me confieso pasmada. No alcanzo a explicarme, por más vueltas que le doy, la secuencia de hechos que comienza con el Gobierno acorralado por haber prestado ayuda humanitaria al líder del Frente Polisario, Ghali, trayéndolo desde Argelia y que termina con un viraje de la política española en el Sáhara Occidental y con Argelia partiendo peras con nosotros. Me van a permitir la chulería de pensar que no es que no lo entienda porque no me alcanza la pesquis sino que no lo puedo entender porque lo que no nos alcanzan son los datos. Si a este cóctel le añado la infestación con Pegasus de los móviles del Gobierno y los susurros que apuntan a Marruecos termino por pensar que este es un asunto espeso y que es muy posible que el Gobierno no controle tanto como quiere hacer ver. 

Recuerden que se trajo a Brahim Gali a Logroño y que varios medios publicaron que el propio CNI había notado una afluencia anormal de espías marroquíes en mi ciudad natal. Amén de todo este lío, y de los lamentos y quejas de Marruecos por no haber sido avisado, un juez a su bola abrió un procedimiento judicial en el que terminó imputando a la anterior ministra de Exteriores, González Laya, que fue cesada. El lawfare del juez Lasala fue finalmente corregido por sus superiores de la Audiencia de Zaragoza que le ordenaron archivar, pero la artillería política para la oposición estuvo activa bastante tiempo y un miembro del Gobierno fue cesado. 

Llegados a este punto estábamos amigados con Argelia y teníamos a Marruecos cabreado.

Marruecos llamó a consultas a su embajadora y, lo que es peor, nos hizo la jugada más perra de los últimos tiempos. Recuerden, más de cinco mil personas cruzaron a nado la frontera del Tarajal, jóvenes que habían sido recogidos por autobuses diciéndoles que verían a jugadores del Real Madrid en Ceuta. Marruecos nos asaltó la frontera al estilo de la marcha verde. Los mehanis ni estaban ni miraban ni se les esperaba. Marruecos provocó en mayo del año pasado la mayor crisis migratoria de los últimos tiempos. Menores vagando por la ciudad, problemas para retornarlos con sus padres, en fin, ustedes ya recuerdan. Después de esta movida, pongan en contexto las fechas de las entradas del software espía Pegasus en los móviles de Sánchez y el Gobierno: mayo de 2021, ese mismo mes.

Así las cosas resulta que en una carta de marzo de este año cambiamos nuestra tradicional política respecto al Sáhara Occidental, marcada por nuestro papel de antigua potencia colonial, y aceptamos las tesis pragmáticas que Estados Unidos y otros países europeos le han comprado a Marruecos, cifradas en un plan de autonomía que olvida la exigencia de un referéndum. Yo pensé entonces: “bueno, esto estará meditado y estudiado”. Este cambio a posiciones prácticas debe acarrear consigo una serie de beneficios que iremos viendo: control de las avalanchas migratorias, inteligencia sobre terrorismo, cese al menos temporal de las reivindicaciones de territorios españoles, en fin cosas de esas. Porque había que pensar que un viraje así era un toma y daca en el que nuestro país tendría un toma de algún tipo. 

Pues resulta que eso no está claro. La embajadora ha vuelto, sí, pero la frontera comercial de Ceuta sigue sin abrirse y la reunión del martes de los ministros de Interior y Hacienda de ambos países se saldó sin ningún acuerdo. O sea que no, que no se ha visto tan claro que haya cambiado las cosas. Eso por no hablar del gaseoducto que permanece cortado entre la frontera argelina y España, el conducto principal y más grande, que Marruecos pretende que revirtamos de sentido para enviarles a ellos gas -les dijimos que sí- y Argelia dice que como su gas llegue a los marroquíes, nos corta el grifo. Chungo. 

A todo esto el presidente Sánchez compareció ante los representantes de la soberanía nacional, en sesión de control a su Gobierno, y ¿qué nos dijo de Argelia? Nada. Ni la mencionó. Volvió a vincular su cambio sustancial en la política exterior “con la seguridad de Ceuta y Melilla” y la integridad territorial. Eso ya lo teníamos ¿o no? Sobre lo demás pasó de puntillas, como si a los españoles no nos importara saber qué demonios estamos haciendo en el Magreb y las consecuencias que puede tener para nosotros. 

Hace un tiempo les hubiera dicho que todo tenía que estar bajo control, aunque no nos lo pudieran explicar. Quizá hubiera creído que lo de Argelia era una escenificación de cabreo pactada y controlada, que no se corría ningún riesgo. Ahora mismo, la verdad, ya no las tengo todas conmigo y la intervención del jefe del Ejecutivo no ha servido para darme ni datos ni certezas ni seguridad alguna. 

Obviamente bajo este asunto laten cosas que no sabemos y sobre las que no existe la debida transparencia. No quiero hacer caso a los de siempre cuando murmuran. Preferiría que mi gobierno fuera capaz de explicar las cosas en versión para adultos porque como Argelia nos deje de ajuntar de verdad, entonces sí que va a hacer mucho frío, para el gobierno y en nuestras casas.  

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