No leas sólo el titular
Ni España ni el Congreso de los Diputados han inventado los políticos que atizan y exageran, el uso a sabiendas de imágenes manipuladas y de datos falsos y la cerrazón superficial en ideas genéricas. Tampoco han salido de aquí las redes que premian a las voces más ruidosas y simplistas, y que debilitan el negocio que sustenta a los medios. Pero si hemos adaptado con éxito lo peor del averiado debate público moderno, también podemos incorporar algunas de sus soluciones.
Amado Goded, portavoz de Teruel Existe, explicaba esta semana en Las Mañanas de RNE lo básico que está ahora en juego y recordaba la responsabilidad de cada uno. Los políticos deberían ser “conscientes de su lenguaje y de que les está escuchando toda España”, y los ciudadanos deberían fijarse en qué consumen más allá del “dicen que” y “he visto por ahí”. “La gente tiene que ser muy cuidadosa en cómo se informa. No leer sólo los titulares. Y escuchar medios que sean serios”, dijo.
Se trata de una responsabilidad individual que tiene un impacto colectivo: el poder del lector, oyente, televidente, tuitero, facebookero, whatsappero al identificar la fuente, atender a la pieza de información más allá de unas pocas palabras y aprovechar lo bueno del variado acceso a medios y expertos gracias a internet. No leas sólo el titular. La mejor protección frente a la bronca es la información.
Antes de este punto está la responsabilidad única, y por ello reconocida en la Constitución, del periodista.
Esta semana el cruce de palabras destructivas en el Congreso, en Twitter y en los periódicos coincidió con una reunión de líderes de grandes medios americanos y europeos en el Instituto Reuters de la Universidad de Oxford. Muchos han vivido batallas parecidas mientras siguen buscando su papel en un espacio público fragmentado y despiadado. La solución de la que hablamos que está funcionando en algunos lugares es explicar el proceso por el que nuestro trabajo se diferencia de la opinión rápida o interesada de un tuitero y de la declaración contundente de un político.
Hay muchos ejemplos exitosos de cómo contar mejor qué es esto del periodismo.
La BBC incluye de manera informal en algunas crónicas qué es una rueda de prensa y qué hacen allí los periodistas. La fundación americana de investigación ProPublica detalla paso a paso cómo es su labor de reporteo y qué hace, por ejemplo, cuando quiere entrevistar a personas reticentes a hablar para contar historias importantes que les afectan. El New York Times está obsesionado con separar gráficamente la sección de opinión del resto ahora que la distinción es menos visible que en el mundo analógico. Por eso también explica qué significa la sección, cómo se gestiona y por qué no influye en la cobertura de las noticias de sus reporteros. Varios medios del norte de Europa han optado por quedar con pequeños grupos de lectores en bares para charlar sobre cómo hacen su trabajo.
Y por aquí intentamos explicar las decisiones editoriales en casos concretos con las respuestas de eldiario.es responde y encuentros con los socios en la redacción.
Todo esto es esencial, y es la mejor salvaguardia para el 2020 que nos espera en medio del fuego cruzado entre bandos y banditos. El primer paso, por supuesto, es hacer bien nuestro trabajo. Hacerlo tan bien que lo podamos explicar con detalles (hasta en un podcast) y que se entienda con su dedicación, sus dudas, sus errores y con su objetivo sincero, siempre imperfecto y tan necesario de informar.
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