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¡En porcentajes, gilipollas!

Santiago Abascal durante la sesión de control al Gobierno

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Años atrás circuló un chiste en torno a un presentador de televisión muy aburrido que, en medio de uno de sus tediosos debates, dijo al periodista de apoyo: “A ver, Josemi, cuéntanos qué está opinando la calle sobre el candente tema que hoy nos ocupa”. Con descarnado rigor, el reportero informó al aire: “Uno a favor, uno en contra”. El presentador dio abrupto paso a la publicidad, fue donde estaba el joven periodista y le gritó delante de todo el equipo de producción: “Gilipollas, cuántas veces te lo tendré que decir: en por-cen-ta-jes”.

Con los porcentajes se pueden hacer muchas cosas. Desde encubrir unos datos desastrosos de audiencia en televisión, como en el chiste, hasta falsear sin tapujos la realidad con el fin de sembrar el odio al extranjero, como hizo Vox el miércoles de la semana pasada, lo que le ha acarreado una nueva suspensión en Twitter. El tuit en cuestión decía: “Suponen aproximadamente un 0,2% y son responsables del 93% de las denuncias. La mayoría son procedentes del Magreb. Es la Cataluña que están dejando la unánime indolencia y complicidad con la delincuencia importada. ¡Sólo queda Vox! #StopIslamización”. 

Como bien recordó VerficaRtve, equipo de detección de bulos del Ente público, esos dos datos –el 0,2% y el 93%- ya los había utilizado en su cuenta de Twitter un miembro del equipo de Vox en junio de 2020, tras la publicación en La Vanguardia de la noticia de que un grupo de nueve menores inmigrantes había cometido 70 delitos en la ciudad barcelonesa de Mataró. Aquel tuit decía: “En cifras (año 2020). INE: Poco más de 4.300 menores censados comprendidos entre los 14-17 años en #mataró, 5 denuncias. Fuentes policiales: nueve Menas protagonizaron 70 hechos delictivos denunciados. Suponen aprox. un 0,2% y son responsables del 93% de las denuncias”. La cosa se pudo haber enfocado entonces de otro modo. Por ejemplo, comparando los nueve delincuentes no solo con el número total de jóvenes censados en Mataró, sino con el grupo específico de los 974 menores inmigrantes registrados, lo que arroja un insignificante 0,95%. O que las 70 infracciones de la ley suponían solo el 2,4% de los delitos totales denunciados en esa ciudad, cometidos mayoritariamente por personas de nacionalidad española. Pero estos datos no importaban. Nada debía interferir en la estrategia de presentar a los moros como unos peligrosos delincuentes y promocionar a Vox como el remedio contra la inseguridad que provocan los indeseables extranjeros. 

En la recta final de la campaña para las elecciones catalanas, el partido de extrema derecha ha recuperado el eslogan de “suponen el 0,2% y son responsables del 93% de las denuncias”, pero extendiéndolo sin el menor escrúpulo a toda Catalunya. Qué más da, si estamos en los tiempos de la realidad alternativa. Lo importante es que el soniquete cale en los votantes más propensos a ser embaucados, a quienes hacen sentirse gente informada con la ilusión de que maneja “datos”. ¿Qué dice el INE sobre la delincuencia en Catalunya? Hablemos en porcentajes, que tanto parecen gustar a Abascal y los suyos. Dice que el 55,68% de los delitos son cometidos por personas de nacionalidad española. Que los inmigrantes africanos (el 87% de ellos marroquís) representan el 4,16% de la población de la comunidad autónoma y el 13,49% de los delitos, datos muy similares a los de los inmigrantes procedentes de países de la UE, que suman el 3,98% de la población y el 12,02% de los delitos. Y, quizá lo más importante, que los delitos cometidos por inmigrantes africanos representan solo el 2,98% del número de miembros de ese colectivo, porcentaje similar al 2,78% en el caso de los inmigrantes europeos. Dicho de otro modo, el 97,02% de los inmigrantes africanos no son delincuentes.

Existen abundantes estudios, realizados por prestigiosas instituciones internacionales, que desmontan categóricamente la hipótesis, tan querida por la derecha española desde tiempos aznarianos, de un vínculo directo entre inmigración y delincuencia. Está más que documentado que inmigrantes de la misma procedencia presentan tasas delictivas muy dispares según el territorio del país donde se asienten y las circunstancias en que se produzcan sus procesos de adaptación. Incluso puede suceder que la delincuencia se reduzca sustancialmente en los momentos de mayor flujo migratorio, como de hecho ocurrió en España a comienzos del presente siglo. Ahora bien, si Santiago Abascal se siente urgido de vincular algún colectivo con la delincuencia, debería ponerle la lupa a uno que representa el 49% de la población y es autor de algo más del 80% de los delitos: los hombres. Siguiendo la lógica que aplica con los magrebíes, podría llegar a la conclusión de que los varones en su conjunto, colectivo del que forma orgullosa parte, son los grandes causantes de la inseguridad en España.

El martes pasado, el Grupo Parlamentario de Vox anunció mediante un tuit, debidamente retuiteado por Abascal, que el partido se ha querellado contra Twitter por “lesión de derechos fundamentales”, al suspenderle la cuenta. Otra vez, como sucedió cuando la red social bloqueó a Donald Trump tras el asalto al Capitolio, toca escuchar los gritos desgarrados de nuestra ultraderecha clamando “libertad” y denunciando en Twitter la dictadura de Twitter. Otra vez toca decirles que, como ardientes defensores de la iniciativa privada frente a la intromisión del depredador Estado, deberían entender mejor que nadie que Twitter, por odiosa y arbitraria que nos resulte en muchos aspectos, es una compañía privada, con sus reglas del juego, y tiene la potestad de expulsar de la plataforma a quien quebrante las normas. Y toca decirles de nuevo que no caeremos en la trampa de permitir que los promotores del odio abanderen el debate, sin duda necesario, sobre las libertades.

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