Presidente Sánchez, tercera temporada
Todos llevamos dentro un presidente del Gobierno y un seleccionador de fútbol. Las únicas listas perfectas son las nuestras. Constituye una de las escasas certezas transversales que atesora la política española. Vale para gobiernos de derechas, de centro, de izquierda y medio pensionistas. Se confirma incontestable cada vez que el presidente conforma gobierno y cada vez que el seleccionador efectúa una convocatoria.
Pedro Sánchez acaba de presentar el Gobierno para su tercera temporada como presidente. Probablemente ninguna métrica como ésta de las temporadas en las series televisivas nos sirva mejor para medirlo. Tras dos temporadas por las que pocos daban un duro, con relativo éxito de público y aguda división entre la crítica, parece que el objetivo primordial se centra en consolidar la saga yendo a lo seguro y con los experimentos justos.
A muchos no les gustará por el presidente del Gobierno que llevan dentro y porque esperaban un reboot completo de la serie, no solamente otra temporada sin más. Muchos no lo soportarán porque llevan otro presidente del Gobierno dentro, ya no soportaron las dos primeras tandas y la continuidad es lo que realmente les irrita. Otros estarán encantados porque era la lista del presidente del Gobierno que llevan dentro o se le parece mucho
Como en todas las nuevas temporadas de las series que aspiran a durar, se mantienen los personajes y las tramas dominantes y se refuerzan los puntos más aclamados de las entregas anteriores, como la paridad reforzada, la prioridad a la transición ecológica o el interés por lo digital. En tiempos de tribulación para el PSOE, Sánchez ha apostado por reforzar su Gobierno con ministros que puedan presentar una hoja meritoria de servicios al partido y posean base territorial. En las áreas del socio minoritario ya no son los ministros de Podemos; ahora son todos de Sumar.
Llama la atención que, en una temporada donde la trama política parece más llamada a ser más principal que la trama económica, haya cuatro vicepresidencias económicas y ninguna política; con el añadido de que al gran responsable de los pactos de la investidura, Félix Bolaños, se le otorgan los poderes de un vicepresidente, pero no el rango. Queda raro.
Como sucede en todas las nuevas entregas de nuestros seriales favoritos, desaparecen personajes sin que se entienda o se explique del todo por qué, otros personajes continúan sin que tampoco se entienda o se explique del todo por qué y a otros personajes se les hace evolucionar hacia nuevos roles que sólo el tiempo dirá si cuajan entre la audiencia.
Puede que el principal problema de la nueva temporada de presidente Sánchez se resuma en que seguir los cambios acabe resultando tan lioso para el espectador como se hacía la estructura del Ejecutivo anterior. Ya no era fácil entender la complejidad de un Gobierno con 22 carteras. Aprenderse docena y media de ajustes más puede ser pedir demasiado incluso para los fans. Se antoja más sencillo quedarse con la idea de que el Gobierno continúa siendo más o menos como era. Eran 22 y siguen 22, con un repaso de chapa y pintura.
Después de tanta épica política como hemos vivido desde el 23J, puede que la audiencia esperase algo más de aventura y emoción para engancharse…o no; a lo mejor lo que quiere es un poco de normalidad y algo de bajona entre tanta tensión. Quién sabe. A ver cómo funcionan los primeros episodios.
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