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Rajoy se equivoca de año, de Estado y de nación

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. / Efe

José María Calleja

Daba la sensación al escucharle, de que Rajoy seguía instalado en la oposición, tal ha sido su insistencia en hablar y hablar del pasado, de los datos del pasado, de los hechos del pasado, de que él no tenía la culpa de nada. Metido dentro del traje del nacionalismo, Rajoy ha repetido una de sus señas de identidad: la culpa de lo que pasa la tienen siempre los otros y nos tienen manía aquellos que no creen la propaganda, ajena a la realidad, que trato de vender para recuperar a mis votantes desencantados.

Como lo que no se nombra no existe, aquí no hay recorte del derecho de las mujeres a decidir qué hacen con su cuerpo, no hay recortes en la sanidad pública, ni degradación de la enseñanza pública, ni desamparo para las personas dependientes o con discapacidad. No hay un millón más de parados, ni precarización de los pocos que conservan el empleo, ni pagos de salarios opacos a Hacienda o te echo. No hay jóvenes en paro cronificado, no hay jóvenes hartos que huyen del país, no hay buenos investigadores que se van con su talento a otra parte. No hay inmigrantes africanos, ni pelotas de goma, ni videos bárbaros. Por no haber no hay ni corrupción en el PP, ni contabilidad paralela, ni Bárcenas que lo fundó. Solo existe pasado remoto, yo no he sido, y tu más.

Parecía que estábamos en la nación de 2009, cuando todavía Rajoy no había incumplido todos las promesas en lo tocante a empleo, impuestos y mantenimiento del Estado de Bienestar, hoy en voladura sistemática.

Rajoy sigue interpelando a la oposición como si él siguiera en ella, como si no tuviera que dar alguna explicación del aumento del paro, el destrozo de lo público, de la gangrena nada ejemplar de la corrupción en su partido, con su patriotismo voraz de cuentas en Suiza.

Se ha mostrado muy seguro Rajoy de que los medios de comunicación no le dedicarán portadas del gramaje de las que lanzaban contra los socialistas cuando él estaba en la oposición. Me imagino que sabe por qué, que tiene la misma certeza que le permitió en su día decir que a la infanta Cristina le iría bien. Certezas del poder.

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