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Del restaurante de lujo al comedor social

Begoña Huertas

Muchas revistas de moda siguen ya el patrón de analizar un estilismo en dos columnas, presentando así dos opciones de compra, la cara y la barata, para entendernos. En la primera columna aparece una celebrity que bien puede llevar más de 5.000 euros encima, entre ropa y complementos; en la segunda, ya sin modelo –es lo que tiene el low cost, que no te vende personalidad-, aparecen prendas similares a un precio escandalosamente más bajo. La camiseta que costaba 250 euros tiene su réplica en una de H&M por 12.

La crisis ha ido polarizando el mercado hacia el segmento alto (Premium) o hacia el segmento más bajo. La tienda exclusiva o el almacén de todo a un euro. Marcas de lujo frente a marcas blancas. Día frente a las boutiques delicatesen. Y en este aumento de la distancia que separa un segmento de la población del grueso de ella, también podría hablarse de trabajadores low cost frente a seleccionados directivos. De igual manera que la pretensión de privatizar el sistema sanitario crearía una sanidad de beneficencia frente a las clínicas privadas, una educación pública bajo mínimos tendría que competir con los privilegios educativos de quien pueda pagarlos. Vamos polarizándonos entre el lujo y la caridad. ¿No iba Esperanza Aguirre, antes de su fuga, a jugar una partida de “bridge solidario”?

Una cosa está clara, para las empresas en ningún caso se trata de reducir el margen de beneficio. El low cost es tan rentable como el high cost, que se lo digan a Zara.

Quizás por el momento que vivimos de movilización social, o quizás continuando con una actitud que le ha dado buenos resultados, el caso es que el pasado viernes Zara inauguró con mucha discreción su tienda bandera en Madrid. 5.000 metros cuadrados en la milla de oro. “Sin fiesta de inauguración”, destacaba El País. “Aún más discreta”, con “letreros reducidos”, remarcaba Cinco Días. Pero la sobriedad de esta tienda esconde una espectacular intervención arquitectónica en un edificio emblemático de la calle Serrano. Y es que cuando uno vive en un mundo low cost, hay que llevar con recato eso de pertenecer al sector high class (que las manifestaciones son cada vez “más violentas”), de modo que es bueno aderezar siempre cualquier actividad económica con las palabras cultura o solidaridad o, como en este caso, discreción.

Con igual discreción se viene celebrando esta semana el evento Madrid exquisito. Yo me enteré a través de The Luxonomist, y confieso que tuve que leerlo varias veces para comprender en qué consistía: se trata de que varios restaurantes de lujo de Madrid se unen para promocionarse ofreciendo menús a precios “asequibles” durante una semana (son 30 euros sin bebida y sin IVA. ¿Asequibles para quién?). Sin embargo, mi mayor sorpresa vino al leer que la iniciativa contaba con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, a través de la empresa municipal Madrid Destino* (empresa de cultura, turismo y negocio que hasta cuenta con un Director de Inteligencia Turística (¿Inteligencia Turística?). Esto no es todo. Por si fuera poco la confusión entre cultura, turismo, negocio, lujo e inteligencia, los restaurantes que participan en Madrid Exquisito “ofrecerán un menú similar en diferentes comedores sociales de Madrid, coincidiendo con alguna de las festividades de la ciudad”. Me quedo sin palabras. (O con demasiadas: cultura, turismo, negocio, lujo, inteligencia y, ahora, solidaridad.)

En la web de Madrid Destino, al menos en su calendario de eventos para el mes de abril, no aparece esta exquisita iniciativa, sí la “Jornada Mariana por la familia y la vida” (¡!). En la página del Ayuntamiento no encontré tampoco ninguna referencia, pero en Madrid.org sí, aunque transformado el evento casi en una réplica del milagro de los panes y los peces. Creo que se han excedido: el objetivo, se dice, “es confeccionar un menú solidario y gratuito para los más necesitados, con platos de gran calidad”. Ya podrían ocuparse de las becas de comedor de los colegios públicos.

*(Precisamente estos días arrecia la protesta ciudadana por la pretensión del Ayuntamiento de Madrid –Madrid Destino mediante- de ceder el edificio de MediaLab-Prado a Telefónica. Las negociaciones se están llevando también de forma “muy discreta”. Aquí más información)

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