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Otra ronda, pagamos todos

Edificio de la compañía petrolera Repsol,  en su sede del Paseo de la Castellana en Madrid.
29 de mayo de 2022 21:21 h

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Las principales empresas del IBEX registraron beneficios récord en 2021, casi 58.000 millones de euros en ganancias; un 83,5% más que en 2019 y un 33,4% más que en 2018. Los datos los suministra el nada sospechoso Servicio de Estudios de Bolsas y Mercados Españoles (BME). Aunque no todo iban a ser alegrías. Los beneficios crecen más que los ingresos, que se quedan en 477.778 millones de euros, todavía por debajo en un 8,3% de los ingresos del 2019, antes de la pandemia.

No sé ustedes, pero tengo la sensación de que este titular ya lo he visto muchas veces desde, digamos, el inicio de la Gran Recesión. Llámenme loco, pero no recuerdo haber visto tantas veces titulares como “Subida récord de los salarios” o “Drástica caída de la precariedad laboral”. Aunque, ahora que lo pienso, sí que he visto bastante repetido otro titular: “Subidas récord en los salarios y bonus de ejecutivos y miembros de consejos de administración”.

Si se están preguntando por qué no han salido ya todos los leales guardianes de la ortodoxia económica, con el Banco de España a la cabeza, para avisar del peligro de recalentamiento de la economía que pueden conllevar estos beneficios de plusmarca o a asustarnos con la espiral inflacionista, se lo explico en un minuto. En España, todo lo que va mal es culpa de los salarios y los trabajadores y de las pensiones y los pensionistas, en ese orden. Todo cuanto va bien, en cambio, se lo debemos a las grandes empresas y corporaciones españolas, que pierden millones en España por patriotismo y solidaridad pues todo lo que ganan, en realidad, lo ganan fuera.

Las noticias sobre estos beneficios históricos tampoco han provocado un cambio, ni siquiera un matiz, respecto al mantra oficial respecto a la inconveniencia de ponernos a subirles los impuestos ahora. Al parecer, siempre es tiempo para contener los salarios y las pensiones, pero nunca acaba de llegar el momento adecuado para revisar la fiscalidad de quienes vuelven a ganar como siempre.

No me malinterpreten. A mí me parece bien que se gane dinero con esfuerzo o con trabajo. Lo que me disgusta es que lo ganen a mi costa. En España, la cultura del esfuerzo solo la practicamos los consumidores. Los sectores que más han ganado son las petroleras, las eléctricas y la banca. La pregunta es: ¿lo han hecho gracias a haber competido mejor, ofertado mejores servicios y productos o innovado más? La respuesta es más bien no. Lo han logrado a la manera tradicional: bajando salarios, reduciendo servicios y encareciendo sus productos. 

Rebajas en la calidad, rebajas en los salarios y subir los precios; la vieja fórmula. Y si falla, cuantiosas ayudas públicas para financiar sus ERE, sus costes de transición a la competencia o sus mejoras productivas o tecnológicas. La banca gana más, pero usted y yo tenemos menos servicios y los pagamos bastante más caros. Las petroleras ganan más, pero usted y yo abonamos el combustible más caro y dos veces: en los impuestos y en la gasolinera. Las eléctricas ganas más, pero nosotros tenemos peor servicio y sustancialmente más costoso, pese a subvencionarlo generosamente durante las dos últimas décadas. 

Mientras, los organismos que deberían protegernos contra esto, como el Banco de España, están ocupados en librarnos del infierno de una subida de salarios o de pensiones; o mirando hacia otro lado mientras las petroleras pactan los precios para absorber la ayuda de 20 céntimos al combustible, como hacen los reguladores de la competencia. En España, la fiesta de los beneficios nunca se detiene, para eso la pagamos entre todos.  

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