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Septiembre ya está aquí

Imagen reciente de Gazprom en San Petersburgo, Rusia. EFE/EPA/ANATOLY MALTSEV

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Logramos evitarlo todo el verano embarcándonos en capitales debates sobre la temperatura ideal para tomar una tapa, comer pescadito o comprarte unos calzoncillos. Nos hemos evadido alegremente elucubrando si la relación entre apagar los escaparates de noche, bajar la iluminación en los monumentos y la inseguridad ciudadana era una de causalidad o de casualidad. Pero ya no hay escapatoria posible. Septiembre ya está aquí, como aquellos alienígenas de las películas cuando venían a dominar el planeta.

Ya no podemos ignorarlo más. Tenemos que hablar de lo que se nos viene encima. De hecho, lo más relevante del anunciado cara a cara en el Senado entre el presidente Sánchez y el aspirante Núñez Feijóo será comprobar quién se apunta a afrontar la cruda y compleja realidad o quién prefiere seguir practicando el escapismo del esto-lo-arreglo-yo-en-un-plisplás .

El fantasma de la inflación recorre el mundo mientras la ortodoxia económica prescribe unas recetas para la economía del siglo XX en pleno siglo XXI postpandemia, que únicamente aseguran más sufrimiento. No hay día que no escuchemos pedir otra vez moderación salarial a unos salarios que llevan moderados una década mientras la fiesta de los beneficios empresariales no termina nunca; como si la inflación y los superbeneficios no tuvieran nada que ver.

Después de meses financiando la invasión de Putin pagándole el gas a precio de oro, la UE descubre que tal vez sea buena idea topar el precio, reformar un mercado que más parece una ficción y acabar con la voracidad esquilmadora del lobby eléctrico; Gazprom cierra la llave del gas y a todos nos entra esa angustia de no saber si has cerrado la casa con llave o sólo echaste la puerta.

En Ucrania continúa una guerra de la cual aún hablamos cuando nos afecta en las facturas y las hipotecas. En el Reino Unido eligen al sucesor de Boris Johnson, de quien sólo sabemos que seguramente acabe haciéndole bueno. En Italia se acercan unos comicios de donde puede salir una mayoría de gobierno ultra que nos haga añorar los ejecutivos de Berlusconi. En los USA van hacia unas elecciones a medio mandato que pueden certificar la irreversibilidad institucional del trumpismo, con o sin Donald.

La lista de malas noticias e incertidumbres puede extenderse hasta el infinito y más allá. Si el desánimo y el pesimismo les invade, piense que, aunque ahora les parezca mentira, hace un año estábamos aún peor y hace dos años peor aún. Miren si está raro el mundo que, en el mismo Ayuntamiento de Cercedo Cotobade, en Pontevedra, hemos visto cómo el PP acudía a aplaudir a un triunfante Feijóo en la apertura del curso político y cómo, apenas una semana después, se descubría una de las mayores plantaciones de marihuana del país. Supera eso, mundo.

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