¿Y si Sánchez facilita la investidura a Feijóo?
En más de una ocasión, Alberto Núñez Feijóo ha emplazado a Pedro Sánchez a facilitarle la investidura si de verdad quiere evitar la entrada de Vox en el Gobierno en el caso de que el PP gane las elecciones del 23J. Lo que siempre ha pretendido Feijóo con esa burda treta es trasladar al líder socialista toda la responsabilidad si la ultraderecha entra por primera vez en el Gobierno de la Nación en esta etapa democrática.
Decimos treta, porque siempre ha sido eso: treta, ardid, argucia, trampa, artimaña… La lengua española cuenta con numerosos términos para definir el engaño pretendidamente ingenioso y sutil para conseguir un objetivo. En este caso dicho objetivo no es prescindir de Vox, sino hacer creer a una parte moderada del electorado y a los demócratas europeos que lo haría de buena gana si el PSOE se lo permitiera. Feijóo tiene asumido que esto último no sucederá. Que, por razones estratégicas o ideológicas, Sánchez jamás le facilitaría la investidura para librarlo de su enredo con la extrema derecha, máxime cuando el PP ha hecho de la “derogación del sanchismo” su bandera electoral. Pero, por encima de todo, y esto es realmente lo que importa, el líder popular tiene bien claro que, si necesita a Vox para llegar a la Moncloa, pactará con este partido por mucho que los socialistas ofrezcan facilitarle la investidura para evitarlo.
Imaginemos el siguiente escenario: Feijóo gana las elecciones del 23J, pero sin mayoría suficiente, y ve que con los apoyos o la abstención de Vox puede ser investido presidente. Sánchez le dice: Tranquilo, los socialistas nos abstendremos en la votación para que puedas formar Gobierno sin que tengas que pactar con la extrema derecha. ¿Aceptaría el líder popular el trato? O, para ser más precisos, ¿osaría hacerlo? Cambiar un pacto de gobierno con Vox por un apoyo socialista de investidura caería como una bomba atómica en la derecha. Sería una declaración de guerra no solo contra Abascal y sus huestes carpetovetónicas, sino contra buena parte del aparato popular, con la baronesa Ayuso a la cabeza. ¿Tanta lucha por la libertad, tanta sangre derramada en la sacra cruzada contra el sanchismo, para que este cobarde acabe entregándose al enemigo?, clamarían. La brunete mediática explotaría de ira, y ya se sabe cómo titula las noticias esta gente cuando está furiosa. Desokupa, ese embrión de Grupo Wagner hispano, marcharía sobre la Moncloa para expulsar al traidor y mandarlo a Marruecos o –si el billete de ferry está caro- a Galicia. La tragedia de Casado el breve sería un juego de niños comparada con lo que ocurriría a Feijóo si sacrificara a Vox por una abstención de los repulsivos socialistas.
Hay solo un escenario en que Feijóo probablemente aceptaría el apoyo del PSOE, y es que el PP gane las elecciones, pero no le salgan las cuentas para gobernar con el apoyo o la abstención de Vox en la sesión de investidura. Es decir, que se le difuminen las posibilidades de llegar a la Moncloa. En tal caso, como recurso in extremis, el líder popular apelaría a la “altura de miras” de los dos grandes partidos para que la formación más votada –la suya, por supuesto- pueda formar gobierno sin depender de los “extremistas de lado y lado”. Este es el escenario al que más apuntan las encuestas, y por eso los medios afines al PP han comenzado a agitar la doctrina de la ‘lista más votada’. Ya hay algunos progresistas con ‘sentido de Estado’, con González y Guerra a la cabeza, apoyando esa fórmula, que permitiría volver a supuestos días idílicos en que España era un oasis de paz, concordia y consenso gracias al bipartidismo.
Pero Sánchez, que no tiene un pelo de tonto, que no se traga las equidistancias que algunos pretenden establecer entre Vox y Sumar como “extremos” y que, además, asume correctamente que la democracia parlamentaria no consiste en que gobierne la lista más votada sino quienes logran tejer mayorías en las Cortes, intentará mantenerse en la Moncloa pactando con Yolanda Díaz y logrando apoyos entre el resto de grupos que le han permitido gobernar. Produce escalofríos imaginar cómo reaccionaría la derecha ante semejante desenlace. Algo ya hemos visto cuando el ‘sindicato del crimen’ intentó tumbar en los 90 a Felipe González incluso desbordando la Constitución, como reconoció años después uno de sus más conspicuos integrantes, Luis María Anson. O cuando el PP agitó las calles y el Congreso para acabar con Zapatero, a quien acusaban de “traicionar a los muertos”. O con la feroz campaña de acoso y derribo que el PP, Vox y sus medios afines han mantenido sin tregua contra el propio Sánchez. Intuyo –espero equivocarme- que si este logra mantenerse en la Moncloa tras el 23J la furia vengativa de la derecha alcanzaría una intensidad no vista hasta ahora en nuestra democracia.
Lo que quizá nunca vaya a suceder sería lo divertido. Que, en el caso de que el PP sume con Vox una mayoría para gobernar, Sánchez ofrezca a Feijóo facilitarle la investidura para que no tenga que pactar con la extrema derecha. Es, recuerden, lo que planteaba hasta hace poco el líder del PP para poner a prueba al presidente del Gobierno. Resulta entretenido imaginar qué respondería ahora Feijóo para salir del aprieto: “Cuando se lo propuse, usted debió responderme de inmediato, que es como hace la gente de bien”, “ya estamos en otro momento político, ¿a qué viene remover el pasado?”, “primero pida perdón de rodillas por haber pactado con Bildu y después hablamos”, “¿y el Falcon qué?”… Y ya de stand up comedy sería el pobre Borja Sémper en su papel de vendedor de imposibles justificando los pactos con Vox con la barca de Chanquete de fondo.
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