Me sube la rojigualdina
Ahí la tienen. Una portada, la de ABC de hoy, que da para una tesina, dos tembleques y, cuando a uno se le pasa el susto, media docena de carcajadas por lo chusco del cóctel patriotero que ha golpeado en nuestras retinas. ¿A estas alturas, un banderón y una pistola, aunque sea de papel? Lo próximo será fletar otro Dragon Rapide para ir a dar su merecido a los nuevos urdidores de la conjura judeomasónica contra el buen nombre del imperio donde un día no se puso el sol. “La prensa anglosajona carga contra España”, clama enrabietado el vetusto diario en su pinturero frontispicio. El añadido en letra menuda no le anda a la zaga en victimeo bilioso: “Crece el malestar por la inquina con que los medios británicos y estadounidenses abordan la crisis en nuestro país”.
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En el interior, una descarnada doble página ofrece las pruebas de la tremenda ofensa de los malvados intoxicadores angloparlantes. Ahí el titular se transforma en “Crece la indignación por la prima de riesgo mediática”. No está mal el hallazgo, ¿eh? Pues tampoco el modo de combatir todo eso que, según nos cuenta el firmante de la pieza, ha encontrado el Gobierno para combatir tanta vileza: “El propio ministro de Economía, Luis de Guindos, suele resumirlo así: 'La percepción de la realidad es peor que la realidad misma'. Por eso, él mismo ha iniciado una cruzada para evangelizar a mercados y redacciones”. De Guindos, misionero, lo que le faltaba. Como devocionario para no perder la fe que pretende inocular en los descreídos, el calvo de los caracoles puede llevar una fotocopia del editorial del día, que remata tal que así: “Se trata, en definitiva, de recuperar el aliento que a veces parece faltar por culpa de un derrotismo que no se corresponde con la realidad objetiva. Como otras veces en nuestra historia, ABC quiere contribuir a la recuperación del espíritu de lucha a favor de la convivencia democrática y del futuro de una gran nación llamada España”.
No les va a parecer nada curioso que la coplilla que entona La Razón venga a ser casi un plagio que la canturreada por su colega y a la vez rival en el kiosco. Eso sí, el complemento que combina con la impepinable rojigualda es un tanto más light. En lugar de la pistola, un paraguas para protegerse de la tormenta de chismes malientencionados de los envidiosos extranjeros. Todo ello bajo el titular “España vale más”. Al internarse en las páginas azulonas, se descubre que tal enunciado lo ha parido nada menos que el Secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz, invitado a participar en las maniobras de autoafirmación junto a un puñado de notables. Verán enseguida cuál es su aportación. La culpa es de la herencia, cómo no: “Los desafueros y las deslealtades hacia algunos de nuestros aliados occidentales, como los Estados Unidos, determinadas decisiones gubernamentales erróneas en la relacion con Alemania o el posicionamiento contra Israel son también factores que explican la enorme pérdida de confianza en España. Si a ello sumamos la decisión política de desatender la relación bilateral con los países más estables y dinámicos de Iberoamérica y apostar por alianzas con los regímenes populistas de la región, el deterioro de la marca España resulta hasta cierto punto comprensible”. ¿Comprensible? Pues al editorialista no parece que le entre en la cabeza. Según él, esta es una tierra de jauja y el problema —una vez más— es que el profe nos tiene manía: “No hay datos objetivos que justifiquen el maltrato y la sospecha. Al contrario, la continua expansión de estas entidades, sus excelentes balances, la captación de nuevos clientes, el aumento de la facturación, etc., son hechos probados que atestiguan su solvencia y rentabilidad. Sin embargo, la cotización bursátil durante estos últimos años no ha corrido pareja y parece resistirse a valorarlas en la lógica proporción”. Si lo repiten mil veces, tal vez acabe colando.
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