Entre lo urgente y lo importante
Ayuso garantiza el castellano como lengua vehicular en Madrid; los de Abascal quieren que Trump sea galardonado con el Premio Nobel de la Paz; alcaldes, consejeros y altos cargos de todos los colores políticos se vacunan contra la COVID-19 por la jeta saltándose los protocolos y la mínima decencia exigible a quien ocupa un cargo público; el Gobierno se inhibe de la gestión de la pandemia y del clamor autonómico para que se amplíe el toque de queda; los epidemiólogos se desgañitan en favor de un nuevo confinamiento domiciliario sin que nadie les haga caso; el pico de la curva no se doblega por más que lo anuncie cada día Simón; el número de muertos es insoportable y el estado de ánimo colectivo ha pasado de la fatiga a la desesperación. Pero aquí lo importante es que Salvador Illa ha pasado de efecto a milagro. Nada malo puede pasar.
Ahí lo tienen. Por obra y gracia de José Félix Tezanos, que tardó exactamente 48 horas desde que Illa anunciase el 30 de diciembre por sorpresa que sería candidato a la Generalitat y el CIS empezase el 2 de enero a preguntar a los catalanes sobre las elecciones autonómicas y las posibilidades electorales del ministro. El sondeo, que se publica una semana antes de que arranque la campaña electoral, como es habitual, viene precedido de un trabajo de campo específico sobre Catalunya a lo largo de los últimos barómetros mensuales, ya que desde noviembre el CIS venía incluyendo un refuerzo de la muestra en esta comunidad, con más entrevistas que en sus estudios mensuales ordinarios, alegando que así podría proporcionar más datos a la opinión pública ante la previsión de celebrar elecciones autonómicas que se anunciaron tras la inhabilitación de Torra.
El caso es que ahora nos cuenta que el independentismo tiene los días contados en la Generalitat; que a los catalanes les gusta el ministro de Sanidad para president por encima de cualquier otro candidato; que el PSC está que se sale de la tabla y le saca más de 3 puntos de ventaja a ERC, que hasta ahora mantenía el primer puesto en todas las encuestas. Todo para catapultar al estrellato a Illa y polarizar la batalla electoral entre socialistas y republicanos.
Y esto sin que esté claro aún que vayan a celebrarse las elecciones. Lo que hay en torno a la convocatoria y desconvocatoria de esta nueva cita con las urnas es una maraña jurídica de complicada resolución en medio de una pandemia que añade incertidumbre a la decisión del TSJC de mantener cautelarmente el 14F como fecha para las elecciones. El tribunal se ha dado de plazo hasta el 8 de febrero antes de adoptar una decisión definitiva, de tal modo que si lo agota podría dar por buena la desconvocatoria electoral con la campaña ya en marcha y con Salvador Illa ya fuera del Ministerio de Sanidad.
Si el ministro/candidato cumple su palabra de dejar el Gobierno cuando empiece la campaña, el próximo martes 26 debiera ser su último Consejo de Ministros, puesto que ésta arranca a las 12 de la noche del 28. Hasta entonces, seguirá estudiando la posibilidad de ampliar o no el toque de queda del estado de alarma o si conviene o no un confinamiento domiciliario ante el avance imparable de la tercera ola de la pandemia, que vuelve a registrar un récord de casos diarios.
¿Alguna duda sobre el motivo por el que el Gobierno no es partidario de atender el clamor autonómico sobre el toque de queda o el confinamiento domiciliario? El independentismo lo tiene claro: las elecciones catalanas. ¿Una campaña y una jornada electoral con toque de queda a las 8 de la tarde al que pueda sumarse la Generalitat? “No le conviene al candidato socialista”, se barruntan.
Todo esto les interesa poco o nada a los contagiados por COVID-19, a quienes han perdido a sus familiares, a los que están en un ERTE, a quienes aún no tienen noticias de su petición para cobrar el IMV, a quienes han tenido que echar el cierre a sus empresas; a los enfermos crónicos que esperan la vacuna mientras escuchan en las noticias que los políticos sin escrúpulos y sin vergüenza ya se la han puesto y a quienes este mes no podrán pagar la astronómica factura de la luz. Pero es en lo que estamos. No en lo urgente, sino en lo importante. Al menos para Salvador Illa, para el PSC y para el Gobierno de Sánchez. Mientras, la UE eleva el nivel de riesgo de la pandemia al máximo ante las nuevas variantes del coronavirus y en España los hospitales vuelven a estar al borde del colapso.
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