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Ha de volver el 'nihil obstat'

La actriz caracterizada como la Virgen del Rocío, en un momento del programa.

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Los antiguos buenos tiempos, para algunos los únicos buenos tiempos, tenían hasta la modernidad liberal un mecanismo de control perfecto sobre la exteriorización del pensamiento: la censura previa y la prohibición de la libertad de imprenta, reforzado por el poder eclesiástico, bajo la denominación nihil obstat de la autoridad de la Iglesia, católica, por supuesto: nada que objetar. Así, el escrito podía publicarse sin correr excesivos peligros.

El martes pasado, 4 de abril, en el informativo satírico de TV3 Està passant, en el espacio semanal Entrevista Improvisada, se escenificó una entrevista a una caricatura de la Virgen del Rocío (a partir del 16’ y 30“), encarnada por una acreditada monologuista e improvisadora catalana, Judit Martín. De la mano de los presentadores, Toni Soler y Jair Domínguez -que ya se curaban en salud desde el principio del sketch-, se produjo, a mi modo de ver, una delirante entrevista a la Blanca Paloma ful (para los nacidos después del 2000: ful es el antecesor de fake).

En primer término, hay que congratularse muy de corazón de que, vista la audiencia allende la demarcación territorial catalana, se ha ratificado un mito catalán, pasando de tal condición al de realidad empíricamente constatable: el catalán es fácil y se entiende perfectamente. 

Varias autoridades religiosas (por ejemplo, los obispos de Huelva y de la Seu d’Urgell), ejerciendo su jurisdicción más allá de sus espirituales circunscripciones, han censurado acremente la parodia decretando sin margen de error que es una ofensa a los católicos -deberán, supongo, de haber preguntado a todos, previo visionado del corte correspondiente, lo que adquiere tintes milagrosos- y un exceso de la libertad de expresión. Totum obstat, pues. 

Casi antes que los prelados, más preocupados por una devoción que por los abusos a menores, ampliamente vilipendiados por incitación lasciva -casos que mantienen, como el sepulcro del Cid, bajo siete llaves-, Teresa Rodríguez, líder ahora de Adelante Andalucía, también se manifestó. Gracejo, a la vista de su tuit, no le falta:

Para rematar esta selección, el artículo del imputado Fernández Díaz en La Razón del domingo de Pascua Racismo anti andaluz y anti católico desarrolla, sucintamente y con el acierto de quien tienen al ángel Marcelo como aparcacoches, la existencia de dos nuevas razas: la de los andaluces (raza que yo creía solo referida a los bellos caballos andaluces) y la de los católicos, sin morfología, hasta ahora, distintiva. Nuevos hitos de la antropología, desde luego.

No han faltado las apelaciones al honor mancillado de la Virgen del Rocío, que debe ser restituido de inmediato. Una imagen, una advocación o un rito no tienen, hasta donde alcanzo a ver, personalidad jurídica ni, menos aun, la condición de persona, por lo que, no ya a la reparación, sino a la lesión del honor imagénico, no les veo solución con el Derecho de este mundo. En el otro, Dios dirá. O no. Inteligente como es -no juega a los dados- no parece que ni vaya a arquear una ceja por la enésima disputa humana, y tan hispana, a causa del honor calderoniano. De todos modos, tanto las declaraciones y tuits del presidente de la Junta, Juanma Moreno, como la web de su Gobierno, son muestra cegadora de la separación Iglesia-Estado, lo que confiere a sus declaraciones el valor que se merecen.

Después de la capital absolución que mereció la sátira procesional del Coño insumiso, no merece mucho la pena entrar a discutir cuáles son los límites de la libertad de expresión y la religión, especialmente en sus exteriorizaciones, que pueden ser fruto o no de tradiciones -muchas de origen pagano, ¡ojo al dato!-, pues ritos no son ni tan solo dogmas o artículos de fe. Pero, aunque lo fueran, pueden ser criticados, censurados y satirizados por los cuatro costados, pues no hay causa que lo impida.

Empezando por la imposibilidad ontológica de tres religiones monoteístas que vindican para sí un único Dios verdadero y continuado, en lo que concierne al tema que nos ocupa, el de la virginidad de María, nos encontramos ante un mundo no comprensible por la razón. Resulta, en efecto,  algo incompatible con la razón -la fe es otra cosa- que una virgen no fecundada por un hombre sea madre biológica; aunque, visto lo visto, pudiera ser cierta modernidad avant la lettre. Sea como fuere, es llamativo el perenne ensalzamiento de la virginidad como modelo en estos tiempos en que la mujer pugna por acceder plenamente al estatus de ciudadano y liberarse de estereotipos impuestos que no responden más que a un apolillado y talar patriarcado. Hoy tiene más sentido el de madre responsable, como en otro sketch de la misma productora catalana del Està Passant y con la misma actriz que se ofreció en Polònia hace ya más de 3 años sobre el cuidado deparado por la Moreneta -la virgen negra de Montserrat- a su hijo ante el acecho abusivo de ciertos rijosos monjes

Hablar, en fin de andaluzofobia en Catalunya es, en el mejor de los casos, hablar por boca de ganso. Ni en TV3 ni en ningún sitio. Imbéciles haylos en todos lados. En todos; no vale el mínimo esfuerzo bajar al fango de la anécdota para elevarlo a categoría. No hay más que observar la demografía catalana, con su enorme mestizaje, para darse cuenta de la sinrazón de esa atribución despectiva. Como si en Catalunya, además, se hubieran importado procesiones de Semana Santa, algunas ya con secular tradición, o las más recientes Ferias de Abril -más concurrida que la original-, o el propio Rocío. 

El pelo de la dehesa o el rencor no son fuentes ni de conocimiento ni de concordia. La fe del carbonero, tampoco. En todo caso, la libertad de expresión y elección siguen siendo, eso, libertades, no sometidas al nihil obstat. ¿O no?

En todo caso, recomiendo, ya fuera de las emisiones pan religiosas de las teles -algunas públicas-, revisar Bananas (Woody Allen, 1971 -la escena de la llave de cruceta es genial-, prohibida hasta la muerte del defensor de la fe), La Vida de Brian (Terry Jones, 1979) y, la más ácida de todas, La fiesta de San Jorge (Yakov Protazanov, 1930; ¡helàs! en b/n, muda y soviética), de la que hay un remake no desdeñable, pero desde otra óptica, Nunca fuimos ángeles (Neil Jordan, 1989, con David Mamet a la escritura). Para estrambote -aunque no la revisaré- recuérdense las airadas protestas contra TVE, en pleno franquismo de b/n, por la emisión de la obra de Miguel Mihura, Ninette y un señor de Murcia, en un, creo recordar, Estudio 1 o similar. Según las fuerzas vivas huertanas, el honor murciano quedó hollado para siempre. Murcianofobia. Y así hasta hoy.

PS. De momento. No hay querellas. Si siguiendo así, no darán trabajo, lo que en este contexto es buena cosa.

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