Ni con Vox, ni sin Vox
No saltó la sorpresa en la Condomina, como en aquellos carruseles deportivos de la radio analógica. El resultado en Murcia fue exactamente aquel que todos, jugadores y público, sabían desde el minuto uno que se iba a producir; tras noventa minutos de juego tedioso y aburrido en el centro del campo entre el PP y Vox, pasándose el balón unos a otros sin saber qué hacer con él mientras dejaban pasar los minutos a la espera de que se cumpliera el tiempo reglamentario.
En otros tiempos, la grada habría sido un clamor gritando “tongo, tongo”, pero ya se sabe que la derecha española ya no es ni sombra de lo que fue. Todo lo que no sea perder, les vale.
Ni los resultados electorales, ni las diferencias, ni las proporciones, ni la distancia en las ideas. No busquen más teorías ni hipótesis. En Aragón, Valencia o Extremadura hubo pacto exprés con la extrema derecha porque el PP llevaba legislaturas fuera del poder y había hambre de moqueta y pocas ganas de esperar. En Murcia ya gobernaba el PP y no había prisa alguna por compartir con Vox el poder que ya tenían. Esas es la verdadera razón que explica la diferencia en el proceso; porque el resultado final ha sido siempre el mismo: Vox ha obtenido exactamente lo que quería y el PP se lo ha regalado a cambio de algo que ya tenía antes de sentarse a negociar nada.
Desde el momento que Feijóo se presentó a la investidura para que nadie pudiera acusarle de haber renunciado, en Murcia no quedaba otra que dar entrada a Vox para evitar el riesgo de salir de despachar con el Rey diciendo que tenías 172 votos y acabar la sesión de investidura con 140. Para algo no votó Vox con el PP y apoyó a su propio candidato a la presidencia del Congreso: para demostrarle a Feijóo que la investidura no era gratis total; que eso era sólo un truco publicitario y que el precio era Murcia.
La ultraderecha recibe otra inyección de oxígeno gratis por cortesía del PP y Feijóo obtiene a cambio algo que, en teoría, ya tenía; negocio redondo. La hermosa Murcia resume como ninguna otra la toxicidad de la relación entre el PP y Vox. Los populares no pueden alcanzar el poder que tanto anhelan sin Vox porque no les da con ganar las elecciones y no pueden alcanzar el poder con Vox porque nadie más quiere votar con ellos. Ya lo dice la copla que cantara Emilio José: “Ni contigo, ni sin ti, tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti, porque me muero”.
32