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El comunicado real

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Un verano intruso, o simplemente precoz, síntoma destacado del calentamiento global, atrae anacronismos, como a un Juan Carlos demodé, que detenta un inmerecido emeritazgo, símbolo de una monarquía que en sí misma ya es puro anacronismo.

La Casa de S.M. el Rey emite un pseudocomunicado en castellano abstruso sobre la visita en el que viene a decir que si se entiende algo de la carta es que no se ha explicado bien. Así que me he dedicado a interpretarlo a mi manera.

“Explicaciones, ¿de qué? Jajaja”, fue la respuesta soberbia de un rey de alma absolutista, educado por el dictador y metido en la Constitución con nombre propio para que todo quedara atado y bien atado. Eso fue lo que se transmitió por los medios; sin embargo, algunos de los presentes cuentan que le notaron en el gesto, tras la risa, añadir “gilipollas” a la vez que se disculpaba: “No lo siento en absoluto, me la suda si me he equivocado, y volverá a ocurrir cada vez que me salga de los ‘borbones’” (o algo parecido).

Después se marchó tarareando: “Un tirano en el camino me enseñó que mi destino era robar y robar; robar y robar”. La versión de la famosa ranchera, sobre todo para los que entendieron robar en vez de rodar, es posible que se deba a una especulación socialcomunista de maledicentes republicanos antiespañoles.

La transición se inicia el 20 de noviembre de 1975 tras el fallecimiento del dictador y la proclamación de Juan Carlos I como rey. Para el inicio de la transición existe cierto consenso, no ocurre lo mismo con su final. Los más inconformistas opinan que todavía seguimos en ella al no haber alcanzado la plenitud democrática.

Transición se define en el DLE, en su primera acepción, como acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. La nuestra fue una transición a la que se llegó por la voluntad de un pueblo y la lucha de tantos por dejar atrás la dictadura a pesar de los continuos ruidos de sables. El emérito-emético no fue su artífice, sino que “buscó un lugar al sol para la Corona en la Europa democrática” (Odón Elorza). Y aunque llegamos a otra situación distinta, quedaron en el fondo demasiados resabios de la dictadura que aún distorsionan la democracia.

Las tragaderas que se abrieron para no cabrear en exceso a los “chorchis” franquistas no se cerraron suficientemente y así seguimos, tragando sapos. A ellas se refiere el Ojo Izquierdo en un artículo en este medio.

Las actividades cloacales se repiten con demasiada frecuencia. Ahora se da a conocer lo que muchos sospechaban y diversos miembros de otros tantos poderes públicos, además de medios de comunicación, ya sabían: las actividades delictivas de Juan Carlos. Los que callaron entonces y después para ocultarlo también deben dar explicaciones por su silencio cómplice.

Villarejo, que reveló a Cospedal la cuenta opaca del rey demérito dos años antes de que el fiscal suizo actuara, grababa conversaciones, publicadas por EL PAÍS en la últimas semanas, que destapan episodios oscuros en la historia de España que añaden gravedad a las causas judiciales abiertas contra el PP. El lenguaje hipocorístico de “choricetes y libretitas” no empequeñece la cruda magnitud de la delincuencia organizada. Feijóo, “o suaviño”, igual que antes Casado, como ahora los entusiastas plañideros del emérito, asegura que son cosas del pasado. Ante este lamentable subterfugio es conveniente leer el rotundo argumento del magistrado Joaquim Bosch en un tuit: “Es penosa la excusa, cuando surgen casos de corrupción, de que ‘son cosas del pasado’. Que yo sepa, los delitos nunca se cometen en el futuro. Es como si un atracador confeso me dijera al declarar: ‘Señoría, esto sucedió en el pasado; mejor lo olvidamos y miramos hacia adelante’”

La caverna mediática, repleta de rábidos ladradores armados de rosario y banderita, lanza su cólera natural contra lo que suene a izquierda y republicanismo, a la par que se desgañitan en loas al visitante abudabí. La derecha y la ultraderecha, ya indistinguibles, se suman al panegírico juancarlista, lo cual no sé si es más antimonárquico y antifelipista que monárquico. Ayuso, que compite en el liderazgo femenino antifeminista y ultra con Olona, critica que los enemigos odiadores de España celebren un trato humillante al “demérito” con el silencio cómplice de Sánchez. Esa España eterna, en las lecciones de historia con las que nos castiga, ella y sus pupilos confirman que comenzó con los Reyes Católicos; después, que no, que mucho antes, con Rodrigo tras la derrota del Guadalete; incluso con Túbal, nieto de Noé. Terminarán por afirmar que Dios, el octavo día, tras el merecido descanso dominical, fundó España. El nacionalcatolicismo no para.

El real comunicado refiere que en La Zarzuela tuvo lugar una amplia conversación sobre cuestiones familiares, con Sofía apartada en un rincón, afectada de Covid y ataviada de mascarilla y tapones auditivos, mientras el visitante continuaba su ranchera: “Además de ser fulero / también fui más bien faldero / solo pensaba en folgar”.

A última hora de la tarde, emprendió viaje de regreso a Abu Dabi, tras amenazar a su hijo con volver, en alegre cantar: “Con dinero y más dinero hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley. No tengo trono ni reina ni nadie que me comprenda… Pero sigo siendo el rey”. Finalizó con tal aserto reivindicativo antes de alejarse y saludar con la mano derecha zangoloteando.

El irreal comunicado real finaliza con una explicación contundente. Como definitivo elemento esclarecedor, cabe añadir que, junto con los demás extremos que aquí figuran, o no, S.M. el Rey don Juan Carlos ha venido, ha estado y se ha ido. Adiós, o sea.

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