En la encrucijada

Soy de los años cuarenta

-en el y ocho nací-

La dictadura viví,

sé de su cara violenta.

Tiene, quien esto les cuenta,

dos tíos asesinados

y otros más represaliados.

Fui niña “roja” educada

en la “Nacional sagrada

Escuela de los alzados“.

Ahora veo, con temor,

que la desmemoria existe,

y, si alguien se resiste

a olvidar, es el rencor

que siente y, con su furor

pretende reabrir la herida.

Quien va “cara al sol” olvida

que la herida no se cierra

mientras haya bajo tierra,

tanta víctima escondida.

Hoy se niega la evidencia

de que hay maltrato machista,

que no hay tierra que resista

tanta agresión sin conciencia.

Se pone en solfa la ciencia

y, hasta la diversidad

es parte de la maldad

que traen esos de izquierda,

comunistoides de mierda

que adoctrinan con ruindad.

¡Que la inteligencia muera!

Vuelve a gritar una voz

que nos patea, cual coz.

¡Que se hunda esa patera,

que no trae sino mera

basura, males y ruina,

a esta España tan genuina,

Una y Grande, como ayer!

Y Libre para poner

cerrojos en cada esquina.

Se presenta un panorama

que recuerda otros ayeres.

Parece que somos seres

destinados a la trama,

que nos enreda en la rama,

que rendimos vasallaje

a quien nos cobra peaje

de humillación y despojos,

y parecemos rastrojos

destinados a la llama.

¡Despertemos de una vez!

No nos llevemos a engaño:

que aquel que nos hace daño

no se ponga del revés

y diga lo que no es

mientras prepara, en su “arena”

una gigante cadena

que nos volverá a ceñir.

Que no vuelvan a ocurrir

años de muda condena.

Yo aún conservo la esperanza

de que el pueblo se despierte

y que no juegue su suerte

a tan oscura asechanza.

Que mantenga la templanza

y, al votar sea sincero,

pero que piense primero

qué España quiere habitar.

Yo, con la mano en la mar

de la paz, así lo espero.