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'Poverty, by America', Matthew Desmond, publicado el 21/3/2023 por Crown, Nueva York

Thilo Ullmann-Zahn

25 de abril de 2023 18:31 h

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Hablamos hoy de un libro que es denso y difícil. Denso por la apretada y metódica argumentación, y difícil por los horripilantes hechos que nos presenta.

No es un libro largo. En mi edición digital son 104 páginas, seguidas por setenta y tantas de notas y bibliografía.

Matthew Desmond es sociólogo y catedrático en la Universidad de Princeton. Le fue concedido el Premio Pulitzer en 2016 por su libro 'Evicted: Poverty and Profit in the American City' (Desahuciados: Pobreza y Beneficios en la ciudad americana).

En 'Evicted', Desmond relató la odisea de ocho familias desalojadas de sus domicilios de alquiler, y las causas y consecuencias financieras y económicas de su acontecer.

En su nuevo libro, vuelve a la carga; esta vez no narra casos específicos, sino que profundiza en el porqué no se ha conseguido eliminar la pobreza extrema en la nación más opulenta del mundo. Más que un libro es un manifiesto, un grito de corazón.

Abre su escrito con una cita de Tolstoy: “Imaginamos que sus sufrimientos son una cosa y nuestra vida, otra”.

Ya en el índice nos marca la pauta de su argumentario. Empieza por definir lo que se considera ser pobre en los Estados Unidos: “Técnicamente, una persona es pobre cuando no puede permitirse pagar las necesidades básicas de su vida, como la comida y el alojamiento. Una burócrata en la oficina de la Seguridad Social americana, Mollie Orshansky, llegó a la conclusión que se podía calcular un índice de pobreza partiendo de dos cifras: el costo de la alimentación en un año dado, y la proporción de los ingresos de una familia que la alimentación consumía en ese año. Publicó sus deducciones en enero de 1965: ”Hay un total de 50 millones de personas –22 millones son niños– que viven en el desolador círculo de la pobreza, o por lo menos se tambalean en sus entornos.“ Hoy en día se sigue usando esta herramienta, ajustada a la inflación. En 1922 la línea de pobreza en Estados Unidos se traza en $13.590 por año para una persona sola, y $27.750 por año para una familia de cuatro personas.

“Si los pobres de Estados Unidos decidieran fundar una nación, estaría más poblada que Australia o Venezuela”, nos dice el autor.

Pero, dice Desmond, la pobreza no se origina solo por la falta de ingresos. Porque la pobreza no es solo la falta de dinero, sino la acumulación implacable de problemas. Para empezar la pobreza es dolorosa físicamente. “En los almacenes de distribución de Amazon hay farmacias que distribuyen gratuitamente aspirina e ibuprofeno”.

También es inestabilidad. En los últimos veinte años los alquileres han subido mientras los salarios disminuían. En los Estados Unidos los desahucios –nueve por minuto a lo largo y a lo ancho del país, según Desmond– se han convertido en una industria, equipada con brigadas de desalojo y servicios de seguridad.

Las grandes compañías han decidido sustituir los empleados fijos por servicios contratados a agencias externas. Los trabajadores temporales pueblan ahora hospitales, compañías de seguros y las universidades. Muchos de ellos no saben las horas de trabajo que les serán asignadas de semana en semana, y no pueden predecir sus ingresos.

Los bancos utilizan los recargos por descubierto en cuenta corriente como una importante contribución a la cuenta de resultados; como los procesos están automatizados, son posibles varias penalizaciones en el mismo día. No es extraño que las clases más pobres utilicen poco los bancos para sus transacciones.

En cambio han proliferado las empresas de préstamo a cuenta de nóminas, con tasas de interés de hasta el 400%. Como dijo James Baldwin, poeta, escritor y activista negro: “No nos damos cuenta de lo caro que resulta ser pobre”.

Pero todo esto no ha ocurrido por casualidad. El salario mínimo, fijado por el Congreso de las Estados Unidos, no ha sido actualizado desde el 2007. Algunos estados han decidido auparlo por su cuenta, a pesar de los argumentos esgrimidos de que el alza destruiría empleo. Pero se ha comprobado, en estados colindantes con políticas divergentes como New Jersey y Pennsylvania, que el efecto es insignificante.

Pero Desmond apunta más alto. La fiscalidad, y en particular la deducibilidad de las amortizaciones de hipotecas para la compra de un hogar, son en realidad subsidios a las clases más acomodadas.

Un alquiler es siempre más alto que una hipoteca. Pero muchos bancos han decidido que financiar hipotecas para hogares asequibles no proporciona el nivel de beneficio deseado, y sistemáticamente deniegan las solicitudes.

Todo son obstáculos a la mejora de la condición de los menos afortunados. El dogma del capitalismo es que la fortuna es el resultado de talento, disciplina y buen vivir. Por lo tanto la falta de recursos es una deficiencia personal, consecuencia de indolencia y malos hábitos del individuo.

En el capítulo 7 de esta convocatoria a las armas, Desmond cita de nuevo a Tolstoy: “Si quiero ayudar a los pobres, ayudarles a ser menos pobres, habré de dejar de empobrecerlos”.

Y Desmond continúa: “¿Cómo empobrecemos hoy a los pobres en los Estados Unidos? Por lo menos de tres maneras:

En primer lugar, los explotamos, limitando su acceso a los mercados del trabajo, de la vivienda, de la educación y financieros, rebajando los sueldos mientras les obligamos a pagar mas de lo debido en alojarse y acceder a metálico, a las becas y al crédito.

En segundo lugar, anteponemos los subsidios para las clases más ricas a las medidas de alivio de la pobreza .

En tercer lugar establecemos comunidades prósperas y exclusivas, creando enclaves de riqueza concentrada y, simultáneamente, barrios de desesperanza concentrada“.

La inversión necesaria para llevar a los que están situados por debajo de la línea de la pobreza hasta ese índice, en 2022, estima Desmond, sería de $177.000 millones, menos del 1% del PIB de los Estados Unidos.

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