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Regenerar el debate político del Congreso
Me parece muy positivo el actual debate y propuestas para la regeneración, en concreto, del debate político en el Estado, ya que su grado de degeneración resulta intolerable. Yo me voy a limitar a aportar en lo que se refiere al debate en el Congreso, con idéntica aplicación al Senado.
Desde hace años estoy indignado por los comportamientos habituales de demasiadas “señorías”. Pienso que, desde la ciudadanía, hay que decir basta, porque no tenemos por qué soportarlos más. Tenemos todo el derecho a exigir que sus señorías, en todas y cada una de sus intervenciones, cumplan escrupulosamente con las obligaciones que el Reglamento del Congreso les impone.
Según el artículo 16 del mismo, “Los Diputados están obligados a adecuar su conducta al Reglamento y a respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentarias …”. Cortesía es (RAE) “Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene alguien a otra persona”. Es evidente que las formas habituales de demasiadas señorías (faltas de respeto a personas e instituciones, bulos incluso sobre las personas, hipérboles y exageraciones injustificadas y peligrosas para la convivencia, tonos violentos y de odio, etc.) son todo lo contrario a la cortesía y, por tanto, flagrantes infracciones del Reglamento, en mi opinión graves o muy graves cuando se vuelven habituales, porque impiden el debido debate parlamentario, degeneran la más alta institución de nuestra convivencia en democracia y la desprestigian peligrosamente ante la ciudadanía.
Es evidente que la responsabilidad de las infracciones, en principio, corresponde al infractor/a. Pero hay más responsabilidades:
- En primer lugar, la de la Presidencia de la Cámara. Según el artículo 32.2 del Reglamento, “Corresponde al President@ cumplir y hacer cumplir el Reglamento…”. En mi opinión, ni la Sra. Batet en la anterior legislatura ejerció debidamente esta función, ni la Sra. Armengol lo está haciendo en la actual. Pienso que ambas han permitido continuas infracciones sin tomar las medidas que el Reglamento establece contra las mismas. Han permitido que se llegue a la intolerable situación actual. Por ejemplo:
El artículo 70.3: permite al President@ interrumpir al diputad@ “para llamarle a la cuestión o al orden, para retirarle la palabra o para hacer llamadas a la Cámara o a alguno de sus miembros…”.
Artículo 103
“Los Diputados y los oradores serán llamados al orden:
1. Cuando profirieren palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o a sus miembros, de las Instituciones del Estado o de cualquiera otra persona o entidad.“
Artículo 104. 3 “Cuando se produjera el supuesto previsto en el punto 1.º del artículo anterior (103), el President@ requerirá al Diputado u orador para que retire las ofensas proferidas y ordenará que no consten en el «Diario de Sesiones.”
¿Cuántas veces se han aplicado estos artículos, teniendo en cuenta las continuas infracciones realizadas reiteradamente por no pocas señorías? En muy contadas ocasiones. Es verdad que, al aplicarlas hoy, habría que interrumpir continuamente el debate, pero sería la mejor advertencia a l@s infractor@s y al conjunto de la Cámara y lograría, sin duda, limpiar el debate.
Armengol debería plantear este cambio de actuación a la Mesa del Congreso, junto con un documento al respecto, dirigido a todas sus señorías. Nos lo debe a la ciudadanía.
- En segundo lugar, la de las señorías del bloque de investidura -y de las direcciones de sus partidos, que lo consienten- que, con una torpeza política incomprensible, tampoco guardan la exigible cortesía y colaboran con la estrategia de ruido, polarización y deterioro institucional de sus adversarios políticos.
Todas y cada una de las intervenciones de los miembros del bloque, incluido el Presidente, deberían ser: a) dirigidas fundamentalmente a la ciudadanía y no al adversario, aun cuando se trate de una respuesta a éste; b) enumerando, en su caso, las descortesías del adversario con gesto y tono serenos y expresión cortés y advirtiendo de que no se le va a responder así; c) exponiendo tanto aquello en lo que se está de acuerdo como razonando los desacuerdos.
Tras unas pocas sesiones así, la oposición se vería obligada a cambiar su actitud. Parecerá ingenuo, pero ¿por qué no prueban?
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