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Los servicios sociales en tiempos de pandemia

Una limpiadora desinfecta un aula ante el Covid-19 / Europa Press

Enrique Casanova Sanchis

Valencia —

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Hace aproximadamente un año que estamos en pandemia y en este tiempo han salido a la palestra varios colectivos profesionales que han tenido y tienen una relación estrecha con los damnificados por el coronavirus Sars-CoV2 como, por ejemplo: el personal sanitario, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, las Fuerzas Armadas o el personal de los supermercados, entre otros. Todos ellos han desarrollado una labor impagable, abnegada y admirable. Junto a estos colectivos, aunque invisibles, el personal de los servicios sociales ha desarrollado su labor “bajo el fuego enemigo” con tanta abnegación como el resto, sufriendo tantas “bajas” como el resto y atendiendo a la población más vulnerable de nuestra sociedad.

Trabajadores sociales, educadores sociales, técnicos de integración social, técnicos auxiliares de servicios sociales, auxiliares administrativos, subalternos, personal de limpieza y personal de seguridad hemos estado en primera línea de combate desde el primer día. Los servicios sociales hemos atendido a personas sin techo, a inmigrantes, a personas de minorías étnicas, a personas en situación de pobreza, a mujeres víctimas de la violencia machista, a personas mayores, a menores y adolescentes en riesgo, a personas dependientes, a personas con enfermedades mentales y a personas que vieron su economía familiar destrozada por los efectos colaterales de la pandemia, es decir, hemos atendido a las personas que han sufrido con mayor virulencia las consecuencias socio-económicas del virus. Los servicios sociales, sin embargo, hemos desarrollado nuestra labor en la sombra, alejados del foco mediático y de los aplausos de la ciudadanía. Ya hemos visto de qué han servido los aplausos y los homenajes al personal sanitario pero al margen de esto, nuestros compañeros y nuestras compañeras de sanidad, porque en la administración de sanidad también hay profesionales del Trabajo Social, han quedado en las mismas sombras que han ocultado a los Servicios Sociales.

El trabajo que hemos realizado, y que seguimos realizando, en los Servicios Sociales ha impedido que muchas personas en situación de vulnerabilidad social sufrieran con mayor virulencia en esta pandemia. Es cierto que no hemos podido llegar a todas las personas que hubiéramos querido, ni hemos contado con los recursos materiales y humanos que podrían haber subsanado algunas consecuencias terribles que han sufrido quienes atendemos, pero que no le quepa la menor duda a nadie de que nos hemos dejado la piel en el empeño. El Trabajo Social es vocacional y aunque es cierto que como en todos los colectivos hay “gente para todo”, la inmensa mayoría del personal de Servicios Sociales en España ha dado la talla y continúa haciéndolo. Gracias a ello, las personas más vulnerables de nuestra sociedad han tenido al menos la posibilidad de acceder a unos servicios y recursos sin los que hubieran sufrido peores consecuencias de las que sin duda han tenido que padecer.

Nadie, que yo sepa, de los profesionales de los Servicios Sociales ha pedido ni reclamado ningún aplauso ni homenaje, aunque lo merecen, lo merecemos, tanto como el resto de colectivos que sí lo han tenido. Tienen motivos, créanme, de sentirse orgullosos de los Servicios Sociales españoles, cuyos profesionales hemos desempeñado nuestra labor en circunstancias difíciles por la falta de personal, por la falta de recursos y por la dificultad añadida de un “enemigo” invisible pero devastador. Sirva este breve texto como reconocimiento de la labor que hemos desarrollado todos los profesionales de los Servicios Sociales en todas las Administraciones Públicas, en las ONG y en iniciativas ciudadanas de ese magnífico tejido social en los barrios y en los pueblos, que es todo solidaridad y entrega por los demás; por los compañeros y las compañeras que se han dejado la salud y hasta la vida en el empeño; por las personas en situación de vulnerabilidad social, que son más de las que dan cuenta las estadísticas oficiales y los medios de comunicación; y por quienes se me ha olvidado mencionar porque ya no me da la neurona para más, vaya este sentido, vocacional y solidario aplauso. Gracias, compañeras y compañeros.

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