La ultraderechita cobarde

Siempre he pensado que necesitamos siempre cargar contra alguien. Nos hace sentir importantes. Nos hace sentir como que elevamos nuestro status y hace situar a la gente que creemos por encima a nuestro nivel. Nos hace sentir que estamos nosotros mismos al mando de la situación, aunque sea por un día, por unas horas, por unos minutos e incluso por unos segundos.

Pero más allá de esta reflexión de un jueves de confinamiento. Leo al español Miguel Herman, líder de epidemiología en Harvard, narrando como desde su punto de vista, en todos los países se han tomado las decisiones tarde. Concluye diciendo que no se le ocurren otras formas de haberlo gestionado . Posteriormente a esta lectura decido dar un paseo por las distintas redes sociales.

Catastrófico. Pero lo más catastrófico de todo es observar sobre todo contra quien cargan los haters. Sus principales víctimas son mujeres, homosexuales, negros, musulmanes, gitanos, los expertos científicos y Pedro Sánchez. Esos ataques cogen forma de estereotipos, rumores, acoso y amenazas. Suelen ir detrás de un perfil falso o con una foto que no corresponden a su verdadera identidad.

Después decido darme un paseo virtual analizando los multiples procesos electorales que vivimos el año pasado, 2019. A nivel municipal, regional, nacional (dos veces) y a nivel europeo los ciudadanos decidieron mayoritariamente dar la confianza al partido que lidera el “tan detestado” Pedro Sánchez.

Y es que a la hora de la verdad, a la hora de votar, la ultraderechita es la cobarde.