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Alberto Garzón: “Unidas Podemos es la única candidatura con el valor de enfrentarnos al poder económico para preservar lo público”

El coordinador federal de IU, Alberto Garzón, en el Congreso.

Aitor Riveiro

El coordinador federal de IU y número uno de Unidas Podemos por Málaga, Alberto Garzón (Logroño, 1985) atiende a eldiario.es por teléfono mientras viaja hacia Madrid para la pegada de carteles que en la medianoche del jueves al viernes servirá como inicio de una campaña electoral donde el espacio político se juega el todo por el todo.

Garzón reconoce el momento complicado y los problemas causados por la disgregación de los apoyos territoriales a la alianza entre Podemos e IU. Pero cree que una buena campaña puede servir para revertir la situación. “La vuelta de Pablo Iglesias ha sido muy importante y ha cambiado el marco del debate”, asegura.

El dirigente cree que el 28 de abril se juega cómo serán la España del futuro. Y contrapone dos opciones: el neoliberalismo de las tres derechas (PP, Ciudadanos y Vox) o de un hipotético gobierno entre el PSOE y Ciudadanos, frente a al defensa de lo público que, asegura, está en el centro de sus propuestas.

Empieza la que quizá es la campaña más importante para Unidas Podemos. ¿Qué se juegan el 28 de abril?

Lo que está en juego es el modelo de España, el modelo de país para las próximas generaciones. No es una cuestión específica de estas elecciones, viene sucediendo en los últimos años. Estamos antes las terceras elecciones generales en cuatro años, por lo que hay una batalla sin resolver por ver qué tipo de España vivimos en las próximas décadas.

La situación es compleja por lo que marcan las encuestas, pero con un escenario enormemente abierto y volátil. Nosotros vamos con optimismo porque si hacemos una buena campaña podemos multiplicar las opciones. Tenemos que movilizar el voto de quienes ya confiaron en nosotros en algún momento y que queremos que vuelva a hacerlo.

¿Cómo se recupera a ese votante que se ha perdido?

Ha habido un cúmulo de eventos que explican el progresivo descenso del espacio electoral. Hay muchas causas, no solo una. Pero la ofensiva de la derecha por conseguir imponer una agenda nacionalista ha tenido una importancia notable. Lo que tratamos de hacer es poner el acento en la cuestión social, que es lo que motivó a mucha gente a confiar en nosotras y nosotros. Nos jugamos los servicios públicos. Hemos visto la agenda de las tres derechas y la incapacidad del PSOE de hacer frente al poder económico para defender lo público. Nosotros queremos explicar que somos la única candidatura con el valor de enfrentarnos al poder económico para preservar lo público.

Esto conecta muy bien con el sector social que votó a Podemos o IU en los últimos años y que ahora están como nosotros, atemorizados frente a la posibilidad de que emerja un gobierno que recorte. Y ese gobierno no es solo el de las tres derechas. Uno del PSOE y Ciudadanos también tendría una hoja de ruta neoliberal.

El último referente electoral que tenemos es Andalucía, donde también el tema catalán superó al social en la campaña. ¿Cómo creen que lo conseguirán ahora?

En Andalucía no solo se impuso una agenda política nacionalista. Había otros factores determinantes, según los estudios postelectorales. Había un Gobierno del PSOE que llevaba casi 40 años y con la cara más conservadora, la de Susana Díaz. Mucha gente se quedó en casa porque entendió que votar al PSOE o incluso a nosotros era más de lo mismo.

Ahora la situación es distinta. Las encuestas marcan que la izquierda va a ir a votar. Y eso es importante. Lo que ocurre es que hay un 30% de la población que no va a votar, especialmente la gente de los barrios más populares y humildes. Y otro 40% de los que dicen que van a votar que están indecisos. Si somos capaces de atraer y movilizar el voto de izquierdas a Unidas Podemos se puede producir una situación positiva en el reparto de escaños y que la fragmentación penalice a la derecha como ha penalizado tradicionalmente a la izquierda.

¿Cree que pueden revalidar los resultados de 2016? ¿Un 20% de voto y unos 70 diputados en el Congreso?

Está dentro de las hipótesis. Partimos de una situación compleja, pero existen todas las posibilidades. La mayor competencia electoral en determinadas provincias hace que los escaños se puedan conseguir de una manera diferente a la de hace tres años.

La vuelta de Pablo Iglesias ha sido muy importante y ha cambiado el marco del debate hacia algo en lo que siempre hemos insistido y que ahora está respaldado por pruebas. En nuestro país la democracia tiene una falla crucial porque gobiernan quienes no se presentan a las elecciones. Alguien como Ana Patricia Botín, que gana 29.000 euros al día por ser presidenta del Santander, manda más por su posición de clase que un diputado o el presidente del Gobierno. Eso se traslada a través de múltiples mecanismos, uno de ellos es el de las cloacas del estado. Esto permite acompañar nuestra defensa a ultranza de los servicios públicos, que en muchos casos es antagónica de los intereses de las grandes empresas.

Hablo del agua pública o de la energía pública, que son objetivos que nos hemos planteado. Pero también otros servicios amenazados como la sanidad o la educación. En Andalucía, las tres derechas benefician a las empresas privadas de esos sectores. La población está asustada ante esta dinámica y nosotros explicamos que la derechas no solo son reaccionarias, sino que también tienen un componente de clase que en gran medida está compartido por un PSOE al que le tiemblan las piernas cuando se enfrenta a ese poder económico.

Hablábamos antes de repetir los resultados de 2016. Entonces Unidos Podemos logró penetrar en las provincias más pequeños, donde se reparten pocos diputados pero son los que solían dar las mayorías a PP y PSOE. Según el CIS, desaparecen de toda esa España interior. ¿Se ha dejado pasar la oportunidad de montar una opción ganadora y se resignan a ser la muleta izquierda del PSOE?

Hay varios elementos en la pregunta. El primero es la falta de voluntad del PSOE por cambiar la ley electoral, que podría haber hecho más proporcional. Ese sistema se hizo para beneficiar a las derechas, porque se nutría del mundo rural, que es sociológicamente más conservador que el urbano.

Ahora vemos una disputa por el mundo rural que la derecha trata de caricaturizar como un mundo preocupado solo por la caza y la legislación animalista. Pero los problemas del mundo rural tienen que ver con la despoblación y con la falta de servicios públicos, con pueblos que tienen su hospital más cercano a 80 kilómetros o donde un pediatra debe atender a 5.000 niños. No damos la batalla por perdida. Si somos capaces de hacer penetrar ese discurso, la gente lo va a compartir. Es insostenible un modelo de desarrollo donde los pueblos dan de comer a unas ciudades superpobladas.

Si subimos algunos puntos en esas zonas rurales, podemos darle la vuelta al Parlamento.

Hablaba antes de la propuesta de una empresa de energía pública, también se ha mencionado la remunicipalización del agua, de aprovechar Bankia como una banca pública. ¿Creen que estas medidas se podrán llevar a cabo o son horizontes maximalistas?

Depende de la correlación de fuerzas. Las propuestas vinculadas a la energía o al agua dependen de la voluntad política. Y de si son o no prioridades para los diferentes gobiernos.

Con el tema de los precios del alquiler, vemos que en Berlín se discute o en EE UU se ha puesto en marcha en algunos estados. Eso implica intervenir en el mercado y transgredir las leyes del libre mercado. No hay ningún problema técnico, sino de voluntad. El PSOE no ha tenido la voluntad política de regular los precios del alquiler o de recuperar Alcoa y Endesa para lo público. Nuestra mayor fortaleza maximiza las opciones de que eso sea posible. Es así de sencillo. El salario mínimo no habría subido sin la fuerza que teníamos en el Congreso. Siendo los líderes del bloque de izquierdas seríamos más ambiciosos y se podría aplicar nuestras medidas.

Las encuestas indican que sí o sí tendrán que pactar con el PSOE, partido con el que son muy críticos. ¿Cómo se conjuga el ataque al PSOE, con el que además comparten electorado, sin dificultar el acuerdo postelectoral?

No somos ingenuos. El PSOE maneja varias hipótesis para después del 28 de abril y no todas pasan por un acuerdo con nosotros. Hay sectores del PSOE y de las grandes empresas que ven la oportunidad de sacar adelante un gobierno con Ciudadanos como el que intentaron en 2016. A ellos les da la garantía de cierta reforma política y social con un esquema neoliberal. Los actores son los mismos. Pedro Sánchez fue el artífice de aquél pacto. Y aunque haya una sobreactuación táctica por parte de Rivera, es el mismo que en 2016.

Nosotros no entramos en futuribles. Advertimos de que todos los escenarios están abiertos y de todas las limitaciones que tiene el PSOE como hemos visto en los últimos meses, con iniciativas que no ha querido llevar a cabo a pesar de sus compromisos, como la reforma laboral, el mercado del alquiler o bajar el precio de la luz. Esperamos convencer al número máximo de gente para que el acuerdo del PSOE y Ciudadanos no sea una opción.

¿Exigirán al PSOE entrar en el Gobierno a cambio de una investidura a Pedro Sánchez?

Es muy precipitado hablar de esa situación. Está todo muy abierto. No es una simple consigna, es lo que reflejan todas las encuestas. Por un puñado de votos en cada provincia van a bailar escaños y el dibujo del Parlamento.

Nos vamos a centrar en ofrecer propuestas. Y en señalar a los responsables de las privaciones de las familias trabajadoras, aquellos que mandan sin presentarse a las elecciones. Nosotros vamos a hacer lo que decimos.

¿Qué medidas serán irrenunciables a partir del 28 de abril? No hablo de Gobierno de coalición, sino de aspectos como un banco de inversión para la transición energética, la empresa energética pública o el referéndum en Catalunya. ¿Cuáles serán líneas rojas?

Es precipitado señalarlas, pero entre nuestras prioridades hay medidas muy fáciles como mantener Bankia como una entidad pública y no reprivatizarla. El PSOE contemplaba privatizarla, así nos lo hizo saber Jordi Sevilla en 2016.

También necesitamos esa empresa energética para garantizar unos mínimos a las familias trabajadoras. La factura de la luz ha aumentado un 78% en los últimos 15 años según Facua.

Pero si tuviera que centrarme en algo, es el ámbito laboral porque es el que está más afectado. Los salarios han subido un 0,8% en los últimos 10 años y los beneficios empresariales un 63%. Hay que derogar la reforma laboral y redistribuir la renta, la riqueza y el poder. Eso se hace de forma integrar, pero hay que derogar la reforma laboral y recuperar los derechos sindicales.

El trabajo es a través del cual se produce la mayor transferencia de dinero de las familias más humildes a las más enriquecidas.

Ese denominado “espacio del cambio” que se generó en 2015 y 2016, con Podemos, IU, Equo, Compromís, etcétera, se ha dividido en parte. Este mismo jueves una parte de Equo está apostando por unirse a Compromís para las europeas frente a Unidas Podemos. ¿Cómo ve que en un momento en el que parece que hace falta aglutinar más fuerzas en la izquierda se produzca esta división?

Hay un cambio en el espacio anímico de la izquierda. Esto es evidente. Se está produciendo un estrechamiento electoral a la izquierda del PSOE. Esta situación es resultado de muchos factores, también de errores nuestros y debemos ampliar el espacio. En esa batalla que tenemos ahora mismo, hay otros actores que han manejado hipótesis distintas y que este problema no les atañe. Que ellos están libres del pecado original. Y pretenden apartarse pensando que preservan mejor sus propios espacios, sea espacio sociológico o escaños. También hemos visto muchas iniciativas de carácter personalista.

Hay un error de diagnóstico. Se ha producido un estrechamiento electoral que nos afecta a todos. Vemos cómo Compromís abandonó desde el principio la alianza y también baja en las encuestas. El espacio de En Marea también lo ha sufrido. O el de Catalunya. Y también lo hemos visto en IU, con el coordinador de Catalunya que se ha ido a ERC o Gaspar Llamazares montándose otro partido. Y en Podemos, con Errejón.

Lo que necesitamos es más unidad. Por eso en IU federal lo tenemos claro. La unidad política no solo es necesaria, sino que es irreversible e irrevocable.

¿Pase lo que pase el 28A?

Que hagamos una reflexión el día después no implica la renuncia a la unidad, que es una estrategia y una herramienta que obedece a un objetivo político. A la izquierda del PSOE hay dos actores, Podemos e IU, que tienen que trabajar juntos.

Esa unidad es irreversible y podrá ser repensada, mejorada o adaptada. Pero nunca me van a ver a mí apoyar una ruptura de ese espacio político atendiendo a cualquier hipótesis que no esté basada en un diagnóstico fundamentado.

[Tras la realización de esta entrevista, Podemos e IU han firmado un acuerdo in extremis para ir juntos en Madrid en las autonómicas de mayo. Las siguientes preguntas se han hecho con posterioridad a las anteriores] Podemos e IU han firmado un acuerdo

Al final ha habido acuerdo en Madrid, con unas condiciones no muy diferentes a las que se habían puesto sobre la mesa hace un mes. ¿Hacía falta tanta tensión, tanto desgaste?

Siempre son difíciles los acuerdos entre organizaciones políticas diferentes y, aunque haya habido tensión y desgaste, en todo momento teníamos claro que había que agotar todas las posibilidades porque no se entendía tanta dispersión en la izquierda. Lo deseable es que no hubiera habido tanta tensión ni tanto desgaste, no hacía falta, aunque para mí la cuestión no es tanto esa como que no podíamos permitirnos el lujo de no agotar hasta el último segundo todas las posibilidades para llegar a un acuerdo.

¿Se ha respetado la voluntad de las bases de IU, que apostaron por el proceso Madrid en Pie?

Lo ha aprobado la Asamblea Política y Social de esta misma semana, donde estaban representadas las asambleas de base de toda la Comunidad de Madrid, forma parte del acuerdo de coalición con Podemos. Por lo tanto, yo creo que sí.

Algunos dirigentes de Madrid han denunciado presiones. ¿Se les ha presionado desde su dirección?

Firmar en el último minuto y la incertidumbre de si finalmente era posible una coalición conjunta es lo que ha añadido presión a la situación vivida. La dirección federal de Izquierda Unida ha estado siempre a disposición de la dirección regional para ayudar en el desbloqueo de la negociación y la dirección de IU Madrid tenía nuestra firma para presentar la coalición de Madrid en Pie –sin Podemos– si finalmente optaban por esa fórmula. Como se sabe, esa opción no era la que yo defendí, pero IU Madrid es soberana y podría haberlo escogido. Por suerte, al final los dirigentes de IU Madrid tomaron la decisión de ir con Podemos y yo me alegro mucho por su acierto. Y creo que la gente de izquierdas en Madrid también.

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