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Unidas Podemos afronta su campaña definitiva: gobernar o reinventarse tras el 28A

Pablo Iglesias escucha a Alberto Garzón durante el acto en la Facultad de Comunicación de Málaga.

Aitor Riveiro

Unidas Podemos arranca en la medianoche del jueves en el madrileño barrio de Villaverde su campaña más importante. No es una frase hecha. Lo asumen los dirigentes de los partidos que integran una coalición que se juega el 28 de abril su propia existencia. Al menos, en su formulación actual. Pablo Iglesias y Alberto Garzón parten con un resultado, el conseguido en junio de 2016, que se antoja difícil de repetir. Pero el objetivo, dicen tanto desde Podemos como desde IU, no es tanto emular los 67 diputados del 26J como lograr incidir en las políticas reales desde el próximo Gobierno.

Las dos semanas de carrera electoral que tiene Unidas Podemos por delante se prevén complicadas. Las encuestas apuntan a que la candidatura se dejará siete puntos en las urnas con respecto a 2016. La entrada de Vox en el reparto de escaños tendrá también una incidencia que, hoy por hoy, los sociólogos no se atreven a cuantificar con precisión.

Las previsiones son similares a las de 2015, cuando los sondeos, que habían colocado a Podemos como primera fuera a principios de año, apuntaban a un desplome para las elecciones del 20 de diciembre. Al final, lograron un 20% de los sufragios tras una campaña electoral en la que todo funcionó como debía. Incluso lo que no estaba previsto que sucediera como sucedió. 

La principal diferencia, cuatro años después, es que las consecutivas crisis internas han lastrado la imagen de Podemos y de sus aliados. La confluencia con Compromís, que se rompió de facto tras el 26J, no se reeditará este 28A. En Galicia, competirán dos candidaturas: la de En Común Unidas Podemos, heredera de la que se presentó en 2015 y 2016, y la nueva del partido En Marea. Sumado a la ruptura de Íñigo Errejón en Madrid para formar un nuevo partido con Manuela Carmena, que provocó un auténtico terremoto en todo el espacio político que aún hoy registra potentes réplicas de cara a las elecciones autonómicas y municipales de mayo.

Otro elemento que afianza la tesis de la caída fueron los resultados en Andalucía, donde tanto el PSOE como Adelante Andalucía (Podemos e IU) se dejaron 400.000 y 300.000 votos, respectivamente. La imprevista entrada de Vox, con 12 escaños, dio el Gobierno a la derecha. 

Todo esto ocurrió antes de que Pedro Sánchez convocara elecciones para el 28 de abril. Muchos planes se trastocaron con la decisión del líder del PSOE. La prevalencia del debate estatal ha permitido a Unidas Podemos recuperar pulso. Y el estallido judicial de la trama de la policía política del PP contra Pablo Iglesias en su partido, con la fabricación de pruebas falsas y su difusión en determinados medios, ha dado al partido una palanca con la que rearmar su ya tradicional discurso impugnatorio contra las élites y los que, según ha denunciado el secretario general de Podemos, “mandan más que los diputados y que el Gobierno”.

Menos cloacas y más programa

El sondeo preelectoral del CIS publicado este martes, que marca el inicio informal de la campaña, es un reflejo de la volatilidad del momento político. Con una horquilla de asignación de escaños pocas veces vista pese a sus más de 16.000 encuestas, su presidente, José Félix Tezanos, señalaba un día después en la cadena Ser que cree que su propio estudio se equivocará.

La encuesta apunta a un fuerte trasvase de votos desde Unidas Podemos al PSOE: uno de cada cuatro votos, una tendencia que también han reflejado otros sondeos. Pero un 41% de los españoles que tienen decidido ir a votar el 28 de abril no saben a quién lo harán. O no lo dicen. Además, hay una bolsa de abstencionistas fluctuante. A este grupo de posibles votantes se quiere dirigir Unidas Podemos. Entre ellos están quienes alguna vez les votaron, pero desistieron de hacerlo. Y también personas desencantadas o clásicos abstencionistas a los que Iglesias busca movilizar con ese discurso antiestablishment que, sin ser nuevo, Podemos sí había abandonado, sobre todo tras la llegada de Pedro Sánchez al Gobierno.

Para taponar esa fuga de votos hacia el ámbito socialista, Iglesias, Montero, Garzón y el resto de candidatos han recuperado un discurso antagonista no solo con los poderes económicos o con “el trío de Colón”. También con el PSOE, con el que cerró un acuerdo programático en octubre de 2018 y con quien, como reconocen, tendrán que entenderse tras el 28A sea cual sea el resultado.

Iglesias ha marcado distancias con el PSOE precisamente con la fabricación de pruebas falsas contra él. En su opinión, Pedro Sánchez no puede, o no quiere, limpiar “las cloacas del Estado”. Como dijo en una entrevista en RNE, Iglesias espera que su partido forme parte del próximo Ministerio del Interior para hacerlo.

Sánchez ha defendido en muchas ocasiones que ha sido su Gobierno el que ha apartado a los policías implicados en la denominada brigada política creada por el PP. La última vez, este mismo miércoles en una entrevista en Al Rojo Vivo. Allí ha explicado que el PSOE rechazó que el excomisario Villarejo, en prisión preventiva e implicado supuestamente en el robo del móvil de una colaboradora de Iglesias o en la difusión de su contenido, precisamente por estar inmerso en investigaciones judiciales. Desde Podemos se han apresurado a recordarle que en mayo de 2017 las investigaciones sobre los casos más graves del excomisario no existían.

Desde el regreso de Iglesias el pasado 23 de marzo, este ataque por parte de algunas estructuras de poder ha sido utilizado como argumento de precampaña y ha permitido a Podemos colocarse en el centro del debate político cuando más desenfocado aparecía. El enfrentamiento entre Iglesias y Ferreras de este martes en directo marcó el punto más alto de esta estrategia. 

Al día siguiente, en un acto en Málaga, Iglesias no mencionó el asunto. Acompañado de Alberto Garzón y de Eva García Sempere, números uno y dos de Unidas Podemos en la provincia andaluza, el líder del partido se centró en desgranar una de sus propuestas estrella para el 28A: la creación de una empresa pública de energía. “No basta con acabar con las puertas giratorias ni sancionar a las eléctricas. La única manera de bajar el precio es que exista una gran empresa pública de energía que garantice además una transición energética que reclaman los jóvenes”, señalaba en el aula magna de la universidad.

Desde Podemos aseguran a eldiario.es que el uso de las cloacas del Estado contra rivales políticos sigue siendo uno de los temas centrales de la campaña. “Pero también tenemos nuestros temas de campaña”, añaden. Un programa del que están muy orgullosos y que no quieren que se pierda en medio del ruido. 

El relevo lo tomó Garzón, quien sí retomó el tema de las cloacas y aprovechó para atacar al PSOE. Arrancarán juntos la campaña con la tradicional pegada de carteles, acompañados de Irene Montero, número dos por Madrid, y de Isabel Serra, candidata regional en las elecciones autonómicas del 26 de mayo. 

“¿Qué España van a tener nuestros hijos cuando tengan 20 años? Esa es la pregunta. El 25% de los contratos de menos de una semana de duración. El mensaje más importante de nuestra candidatura es que hay una alternativa”, ha señalado. “El PSOE nunca toca la estructura de poder”, ha añadido, para defender la propuesta de una empresa energética pública: “Significa acabar con el chiringuito de bancos y fondos buitre”.

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