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Luxemburgo decide si renueva el mandato a Bettel o vuelve a la senda conservadora

Luxemburgo decide si renueva el mandato a Bettel o vuelve a la senda conservadora

EFE

Bruselas —

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Los luxemburgueses deciden este domingo si renuevan su confianza en la coalición del liberal Xavier Bettel, que junto a socialistas y Verdes sacó a Jean-Claude Juncker del poder tras 18 años de Gobierno, aunque la opción conservadora vuelve a ser favorita en los sondeos, eso sí, también sujeta a pactos.

Las últimas encuestas conceden solo 26 de los 60 diputados del parlamento del Gran Ducado, unicameral, a la actual coalición tripartita, inédita en el país, de los cuales solo 10 irían para el Partido Democrático (DP) de Bettel, que opta a la reelección tras cinco años de un mandato estable.

Su gran rival no es en esta ocasión Juncker, actual presidente de la Comisión Europea (CE), que perdió el poder salpicado por un escándalo en los servicios de inteligencia del país, sino Claude Wiseler, un hombre discreto, de trayectoria limpia, ex ministro de Infraestructuras y a quien las encuestas otorgan 26 diputados.

Un resultado insuficiente para gobernar que en todo caso requeriría una coalición, con un escenario abierto en un país que, si bien es reticente al cambio, cuenta con una larga tradición de pactos.

También se ha desinflado el apoyo a los socialistas, cuyo candidato es Etienne Schneider, quien ha sido ministro de Economía tanto con Juncker como con Bettel.

Al contrario que en otras democracias europeas, la campaña electoral en Luxemburgo, de poco más de medio millón de habitantes, no ha estado marcada por discursos xenófobos o antiinmigración.

Casi la mitad de la población del país es extranjera, principalmente portugueses y franceses, y los trabajadores desplazados (unos 180.000) son fundamentales en la economía del país, especialmente en el sector privado.

Sin embargo, el auge del populismo ha tenido su expresión en el discurso de la identidad nacional, encabezado por el populista ADR, y articulado a través de la defensa de la lengua, el luxemburgués, como elemento real de integración.

El discurso lingüístico ha calado también entre los partidos de centro, incluso en los Verdes, y especialmente en los liberales, que han puesto el idioma local en el centro de su campaña con el lema “El futuro en luxemburgués”, algo impensable hace cinco años para un partido centrado en temas socioeconómicos.

“Curiosamente, la campaña electoral no ha estado centrada en el balance económico del Gobierno saliente. Los partidos políticos de la mayoría en el Gobierno y la oposición han preferido centrar su campaña en la cuestión identitaria, el devenir de la lengua luxemburguesa y el crecimiento económico”, afirma a Efe el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Luxemburgo Philippe Poirier.

Si bien Luxemburgo es un país multicultural y multilingüe, con una capital financiera esencialmente francófona, el discurso sobre esta lengua -no oficial en la UE- “es un medio de preservar la principal fuente de empleo de los luxemburgueses, en concreto en el sector público, donde se exigen las tres lenguas administrativas”, subraya el politólogo.

Un debate que tiene en cuenta el referéndum de 2015 impulsado por el primer ministro liberal, en el que un 79 % de la población se pronunció en contra del derecho al voto para los extranjeros, resultado que frenó la senda reformista de Bettel y del que el candidato del ADR, Fred Keup, fue uno de los máximos promotores.

El político liberal, abiertamente gay, sí consiguió equiparar el matrimonio heterosexual y homosexual, convirtiéndose él mismo en el primer líder activo en la UE en casarse con una persona del mismo sexo.

Pese a unos años de estabilidad, en los que las reformas económicas y sociales han sido adoptadas de manera casi unánime por el Parlamento, las encuestas perfilan a Wiseler como futuro primer ministro del país, con todas las posibilidades abiertas para una coalición.

En el debate electoral no ha habido menciones a Luxleaks, el escándalo de evasión fiscal revelado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que se remonta al periodo Juncker y descubrió acuerdos secretos fiscales entre Luxemburgo y casi 340 multinacionales entre 2002 y 2010.

“Luxemburgo es una democracia pequeña donde el pragmatismo se impone más a menudo a la ideologización de una política”, concluye el experto.

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