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Sebastian Kurz, un “niño prodigio” de la política para gobernar Austria

Conservadores y ultranacionalistas cierran un pacto de Gobierno en Austria

EFE

Viena —

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Con solo 31 años, nueve de ellos en política y seis en el Gobierno, el conservador Sebastian Kurz será el jefe de Gobierno más joven de Europa tras ganar las elecciones del pasado octubre y anunciar hoy que ha cerrado un pacto de Gobierno con los ultranacionalistas del FPÖ.

Kurz logró la victoria en las elecciones austríacas del pasado 15 de octubre al frente del Partido Popular austríaco (ÖVP), que consiguió el 31,7 % de los votos, siete puntos más que en 2013, rescatándolo de una deriva de pérdida de votos que se prolongaba ya desde hace 15 años.

Con él, el ÖVP recupera la jefatura del Gobierno tras diez años de segundones en coaliciones con el Partido Socialdemócrata (SPÖ).

Kurz se hizo oficialmente cargo de su partido en julio pasado tras imponer un cambio de estatutos que le da plenos poderes para decidir cargos, candidaturas y estrategias.

Su impronta no ha quedado en eso. El joven político se presentó a las elecciones con la candidatura “Lista Sebastian Kurz”, dejando fuera de los carteles electorales el nombre de un partido con siete décadas de historia, los últimos 31 en el Gobierno.

El discurso electoral de Kurz se centró en el tema del control de la inmigración y la reducción de las prestaciones sociales a los extranjeros, arrebatando así el tema estrella al FPÖ, sus socios en el nuevo Gobierno.

De hecho, el aumento meteórico de la intención de voto hacia el ÖVP de Kurz fue inversamente proporcional a la caída de los apoyos a los ultras.

Sebastian Kurz (Viena, 1986) comenzó su carrera en la política con 23 años, al hacerse cargo de las juventudes del ÖVP.

Con 25 años fue nombrado secretario de Estado de Integración, con 27 ya era ministro de Exteriores; y ahora con 31 canciller federal.

Su experiencia laboral en la empresa privada es mínima y no ha terminado sus estudios de Derecho para centrarse en la política.

El líder conservador defiende una restrictiva política de inmigración y asilo, en la que ha planteado que la Unión Europea (UE) copie la estrategia de Australia de internar directamente en islas a los refugiados interceptados que tratan de llegar a sus costas.

Se precia de haber cerrado, junto a varios países de Europa del Este, la ruta de los Balcanes por la que cientos de miles de refugiados entraron a la UE entre 2015 y 2016 huyendo de la guerra y la miseria en Oriente Medio y Asia.

Tanto, que recuerda con orgullo que fue él quien se opuso a la política de puertas abiertas de la canciller alemana, Angela Merkel.

En lo económico, defiende la bajada de impuestos para la clase media y las empresas, además de prometer una reducción de la deuda a largo plazo, en parte reduciendo subvenciones y el gasto social que, asegura, provoca la llegada de inmigrantes y refugiados.

Sus críticos le recriminan la falta de concreción y que su estrategia esté dominada por la imagen y el marketing, sin contenido detallado ni ideas demasiado nuevas.

Kurz, que lleva seis años en el ejecutivo, no tuvo problema en criticar en la campaña la política tradicional y en cuestionar la labor del Gobierno del que él mismo ha sido miembro.

El futuro canciller no dudó en negociar con el FPÖ, un partido con un fuerte mensaje xenófobo y euroescéptico, y la sintonía con el líder de los ultras, Heinz-Christian Strache, quedó patente desde los primeros contactos para formar Ejecutivo.

Con todo, Kurz ha querido mantener bajo su directo control las políticas europeas para evitar que las posturas críticas del FPÖ hacia Bruselas no empañen el semestre de presidencia de turno de la Unión Europea (UE) que Austria asume en julio del próximo año.

En el año 2000 ya se formó una coalición entre ÖVP y FPÖ que desató una oleada de críticas dentro y fuera de Austria, incluyendo sanciones diplomáticas de los demás países miembros de la UE por permitir que un partido ultra llegara al Gobierno.

Ese agitado pacto duró seis años en dos legislaturas, tras la que los dos, especialmente el FPÖ, sufrieron un fuerte castigo electoral del que tardaron años en recuperarse.

Kurz no está casado ni tiene hijos pero vive en Viena con Susanne, su novia desde su época del instituto, que trabaja en el Ministerio de Finanzas.

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