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El ascenso de Vox como termómetro del éxito cultural de la izquierda

Rocío Monasterio y Santiago Abascal, antes de la conferencia del viernes.

Iñigo Sáenz de Ugarte

La irrupción de Vox en el Congreso ha llevado a muchos a pensar que el discurso xenófobo y antifeminista de la extrema derecha europea ha echado raíces en España, donde hasta ahora era presuntamente inexistente. Otra forma de verlo, además de recordar que sus votantes siempre han estado ahí y no han llegado en naves espaciales, es reconocer que Vox ahora es relevante precisamente porque la izquierda ha tenido éxito en la ampliación de derechos e ideas que eran rechazadas por la derecha en los años 80 y 90. Hay triunfos políticos que acarrean un precio en el tiempo.

Es la consecuencia que se puede obtener tras escuchar a Rocío Monasterio, candidata de Vox a la presidencia de Madrid y presentada el viernes por su jefe de filas, Santiago Abascal, en el desayuno informativo de Nueva Economía Fórum en Madrid. Su discurso es el de los derrotados en todas las grandes batallas culturales de las últimas décadas, aquellas que se definen por ciertos valores que antes eran más habituales en la izquierda que en la derecha.

En relación a la economía, no se puede decir que la izquierda haya salido victoriosa con la bandera de la igualdad. En cuanto a los valores sociales, el veredicto es diferente.

“Denunciamos la dictadura de la corrección política, que no nos deja decir en la calle lo que decimos en nuestras casas”, dijo Rocío Monasterio en una clara confesión de impotencia. Claro que podían decirlo, pero nadie les hacía demasiado caso hasta hace unos pocos meses, cuando una parte de los votantes del PP decidió iniciar la migración.

“Zapatero impuso sus leyes ideológicas”, comentó la candidata de Vox, olvidando de paso que se aprobaron en el Parlamento y que las leyes siempre están influidas por la ideología de sus promotores. “Otros no se atrevieron a responder”, continuó (lo hicieron pero tenían menos diputados). De ahí que Monasterio reconociera que esas ideas han calado en la sociedad. En otras palabras, la izquierda había ganado “las guerras culturales”.

Caperucita más roja que nunca

En pocos campos es más evidente esa desazón en la ultraderecha que sobre el sistema educativo. La izquierda se queja de que la educación concertada confiere privilegios económicos a la Iglesia. Más allá de que la influencia de la Iglesia en las mentes de los alumnos está bastante sobrevalorada –pocas cosas hay más irrelevantes en un colegio que la asignatura de la religión donde existe–, los programas que se enseñan en las aulas son ya muy diferentes a los del pasado. “Nos dicen hasta cómo tenemos que contar el cuento de Caperucita a nuestros hijos”, dijo Monasterio. La temible y desinhibida Caperucita Roja.

Le preguntaron por unas declaraciones suyas en las que dijo o sugirió que en los colegios se hablaba de zoofilia (no habló de la existencia de clases prácticas). Podía haberlo desmentido o haberse burlado de la polémica. “Sigo manteniendo que en los talleres se da un guión donde se describen todas las prácticas sexuales y todas las identidades de género, que son 38. En los colegios, les hacen participar en juegos de rol para que Juan se convierta hoy en Valentina, y luego les hablan de los nuevos modos de familia”, afirmó Monasterio.

Parece mentira que la educación en la Comunidad de Madrid haya estado controlada por la derecha desde 1995. Cualquier día en Vox la llaman la 'derechita gay'.

Las prácticas convencionales del periodismo obligaban a los reporteros a preguntar a la candidata del PP, Isabel Díaz Ayuso, sobre esta denuncia: “En ningún colegio de la Comunidad se están dando esas prácticas o fomentando la zoofilia. Es una absoluta barbaridad y no sucede”. Buenas noticias para las mascotas y otros animales de compañía.

Como bien sabe Donald Trump, no es necesario que la imputación contra el enemigo sea cierta. Sólo hay que soltarla con la seguridad de que tendrá cobertura periodística y nunca desmentirla para que así se mantenga viva. Antes, se ha dejado claro a los seguidores que los medios de comunicación sólo cuentan mentiras y están inmersos en una campaña contra el partido.

Leyendas urbanas

Esta reacción es típica de la extrema derecha en EEUU, Latinoamérica y Europa. Para esconder el fracaso, denuncian que todo el problema arranca en los colegios. De ahí surgen leyendas urbanas como el lobby gay, los mensaje subliminales en programas televisivos infantiles y otras locuras. Sólo si ha habido una conspiración secreta pueden explicarse que nunca antes haya habido tantos países donde se ha legalizado el matrimonio homosexual o que la opinión pública en la mayoría de estos países se manifieste a favor de que gays y lesbianas tengan los mismos derechos que los heterosexuales.

En Polonia, al partido en el poder Ley y Justicia (PiS en sus siglas en polaco) ya no le sirve la xenofobia para reunir a sus tropas y compensar el desgaste por los casos de corrupción o los ataques a la independencia de la justicia. Por eso, ha utilizado el apoyo del alcalde de Varsovia a los derechos LGTBi para animar a sus tropas en las elecciones de este año.

Su dirigente más importante, Jaroslaw Kaczynski, lo definió como el apoyo a “la sexualización temprana de los niños” y un ataque a la familia. La diputada del PiS Krystyna Pawlowicz alegó que la oposición promovía “la masturbación para los niños de dos años”.

A corto plazo, la campaña puede serle útil al PiS, pero la evolución de una sociedad tan conservadora como la polaca, además de fuertemente influida por la Iglesia católica, va en sentido contrario. Un 56% de los polacos está a favor de las uniones civiles entre personas del mismo sexo y un 41% apoya el matrimonio gay, según una encuesta reciente.

Al presentar a Monasterio, Abascal recordó con una sonrisa una 'performance' de la candidata realizada en ese mismo foro en mayo de 2016. Se acercó hasta la mesa donde estaba el invitado, Carles Puigdemont, y depositó sobre ella unas esposas y un ejemplar del Código Penal. “Sin ley, no hay democracia”, gritó.

El líder de Vox se refirió también a la polémica por la actuación de su partido en la tormentosa inauguración de la legislatura en el Congreso: “Se ha perdido la capacidad de escándalo”. Según Abascal, Monasterio “nunca ha perdido” esa capacidad, así que es un activo para Vox.

Te escandalizas cuando sabes que vas perdiendo o te enfrentas a un adversario mucho más poderoso.

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