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“El pulso contra las políticas austericidas del PP lo está planteando el municipalismo organizado”

Esther López Barceló, dirigente de IU y exdirectora de Gabinete de la concejalía de Economía de Madrid.

Andrés Gil

Esther López Barceló (Alicante, 1983) pertenece a la nueva dirección de IU comandada por Alberto Garzón desde hace un año. La exdiputada de las Cortes Valencianas es la responsable de Memoria Democrática de la organización y acaba de dejar su cargo como directora de gabinete en la concejalía de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid para incorporarse como profesora de instituto en su tierra.

López Barceló acaba de publicar La conquista de las ciudades (Icaria), un libro de conversaciones con concejales y alcaldes de ciudades gobernadas por candidaturas municipalistas.

Habitualmente son los periodistas quienes escriben este tipo de libros. ¿Qué le ha llevado a una política como usted a hacerlo?

Me daba la sensación que no estábamos, entre todos y todas, mirando con perspectiva este momento histórico y político del país. Y la situación privilegiada de estar trabajando en el gabinete de Economía y Hacienda en el Ayuntamiento de Madrid, me permitía y allí es donde está el privilegio, estar en relación con lo que estaban haciendo los ayuntamientos de Barcelona, Coruña, Cádiz, Valencia. Yo cada día me relacionaba con todo lo que se estaba haciendo en todas partes y al final te da una dimensión de la situación que a la gente no le llega.

Por una parte, se criminaliza toda acción de gobierno de los ayuntamientos del cambio; y por otra, se polariza cada error que se comete por parte de cada uno de ellos, como un gran drama para la izquierda. Tenía la responsabilidad de utilizar todos los medios que tenía al alcance para exponer todo este capital, tanto político como humano, que se estaba perdiendo mucha gente. Por eso surge la necesidad de hacer entrevistas con un cuestionario tipo a algunos de los protagonistas de los principales ayuntamientos, conocidos como del cambio.

¿Cómo se casan diferentes culturas políticas, diferentes experiencias, de los integrantes de una candidatura de confluencia?

Es una nueva forma de hacer política y creo que ahí radica también su riqueza y su enorme potencial, y ninguna confluencia es igual. Hablamos de la de Madrid y Barcelona, por ejemplo, y ya encontramos muchísimas diferencias, sobre todo en la forma de organizarse e incluso de estructurar jerárquicamente el Ayuntamiento. Se pueden percibir diferentes perspectivas de entender cómo relacionarse en el propio Ayuntamiento, que tiene que ver incluso con la particularidad de las personas que han sido elegidas como concejales y concejalas; y los diferentes conflictos de los que provengan la mayoría de los activistas de las candidaturas, o de los liderazgos en las ciudades.

Creo que se hace muy natural el hecho de que, por ejemplo, en Ahora Madrid se haya votado de forma diferente en algunas votaciones, o el hecho de que se hagan críticas internas en otras confluencias como, por ejemplo la de Alicante. O, por ejemplo, que en Cádiz se de la circunstancia que ni siquiera iban en lista unitaria las dos confluencias que están cogobernando y sin embargo, en el quehacer diario sí que han encontrado la confluencia.

¿Las candidaturas deberían tener algún tipo de estructura? Una intermediación con la sociedad más allá de los concejales.

Por supuesto. De hecho es una de las preguntas del libro. Cómo se han organizado en la gestión y si realmente esas plataformas han dejado de ser marcas electorales para conformarse como espacios políticos consolidados, y la verdad es que en la gran mayoría es así. Hay muchas organizaciones políticas y esa es una de las contradicciones o críticas que se hacen por parte de algunos de ellos, que han dejado su trabajo en la propia organización para enfocarlo en la propia plataforma. Entre otras cosas porque no les da la vida para otra cosa. También otra de las críticas que se produce en el libro por parte de muchos de ellos es que cuando vienes de movimientos sociales, se descabezan los movimientos sociales y eso por supuesto es una merma para la movilización y para esa fiscalización que tiene que haber desde fuera.

Todo eso se da y por el caso de Ahora Madrid, que me preguntas y que más he conocido, yo creo que ahora se está reforzando la plataforma de Ahora Madrid porque lo que se necesita sobre todo es que haya un espacio democrático en la toma de decisiones.

La radicalidad democrática es una de las señas de identidad, y clave del éxito electoral de estas plataformas porque toman una de las principales lecciones del 15M, que es que los partidos no solamente pueden ser los canales de representación: tienen que haber otros y más amplios, y efectivamente eso no puede contradecirse después a la hora de la gestión con que la plataforma deja de existir. Al contrario, hay que seguir reforzándola, hace falta que el espacio, dentro que cada uno lo defina según su particularidad en cada lugar, se refuerce y sea el lugar de decisión democrático.

Catalunya es un ecosistema propio, pero prácticamente el nuevo sujeto catalán, Catalunya en Comú, nace de la experiencia municipal.

Efectivamente, eso se lo preguntamos a Gala Pin y a Mercè Vidal, que las dos vienen de dos experiencias diferentes. Gala Pin viene de la PAH y viene del activismo okupa y Mercè viene de un activismo de espacios de medio ambiente y sostenibilidad, pero también de una estructura ya existente como es Esquerra Unida i Alternativa. Y de hecho nos llevan bastante adelanto los compañeros catalanes, a la hora de haber estructurado els comuns y de haber aprendido de Barcelona en Comú. Pero, efectivamente, lo que ocurre allí es que toman la experiencia municipal para reforzarla y seguir profundizando democráticamente, cosa que en otros lugares se ve que se va a un ritmo muy diferente.

Seguramente Ahora Madrid u otros espacios, a lo mejor están ahora tomando esa iniciativa gracias a un proceso de autocrítica interno, que es normal que se de justo ahora que estamos en el ecuador de la legislatura. Que es el momento y por eso también sale el libro, porque es el momento que toca leer un poco lo que hemos estado haciendo hasta ahora para no errar en los dos años que son decisivos y que quedan. Sobre todo son decisivos para saber si realmente estamos contribuyendo a una transformación social y si va a haber un movimiento social que lo siga respaldando o si realmente ha sido un fenómeno inédito pero efímero. Creo que por eso es clave este momento para saber leer.

¿Cuál es su diagnóstico de lo que se ha hecho en estos dos años de gestión que se acaban de cumplir este martes?

Según el lugar es diferente y eso lo dejo claro desde el principio. Creo que tenemos que ser honestos y hablar también de aquellos ayuntamientos que están gobernados por partidos con vocación transformadora y que de hecho están dentro de las redes de trabajo de los ayuntamientos del cambio. Por tanto hablamos de un espectro de un municipalismo muy amplio que se ha conformado como actor político de primer orden y que está dando el pulso institucional a las políticas y recetas de regresión democrática del Partido Popular.

Y creo que no vamos mal. Pero tenemos que hacer una lectura global. Atendiendo a que hay contradicciones, por supuesto. Si esto fuera fácil se nos habría ocurrido mucho antes y lo podríamos haber hecho antes, pero ha ocurrido cuando debía ocurrir. Se dio después de todo lo que vivimos con ese efecto movilizador del 15M y con todas esas formas nuevas de hacer política que fuimos poniendo en práctica, pero creo que es necesario que nos paremos a ver como podemos reconducir todo lo que estamos haciendo mal.

Tenemos que coger muchísima velocidad para difundir todo lo positivo que se está haciendo. Creo que esa es una de las mayores mermas que tiene el movimiento y es la capacidad que han tenido los medios de comunicación de masas que están controlados por los lobbies a los que no les interesan nuestras políticas. Y en la opinión pública cómo se ha ido generando un relato de que hay una especie de caos, de que tampoco hacen tanto como se decía en un principio y no estamos difundiendo y enorgulleciéndonos más de todo aquello que sí que se está haciendo. Creo que ahí es donde cometemos un error muy grande. No solamente hay que hacer autocrítica y reconducir sino también hay que no tener un complejo de inferioridad ante las críticas del Partido Popular, de Ciudadanos, de todos aquellos partidos que sabemos que responden a los intereses de los poderosos, que están viendo como se va resquebrajando por la parte del municipalismo, su poder. Por tanto, tenemos que acabar con ese complejo de inferioridad y tenemos que defender las políticas que se están llevando a cabo.

¿Cuáles son los errores que se han podido cometer o que se están cometiendo?

Sobre todo ese. En clave comunicativa creo que habría que desplegar todavía mucho más nuestra capacidad de generar relato y de introducir debates que creo que no se están atreviendo a dar, en algunos casos. Por ejemplo, el tema de Guillermo Zapata y de su tuit, sale en el libro, le pregunto acerca de ello y efectivamente es uno de los temas más interesantes porque el debate de la libertad de expresión se debió de dar sin ningún tipo de complejo de inferioridad, sino todo lo contrario, reivindicando que no nos podía paralizar este tipo de acusaciones y de denuncias tan absolutamente injustas. Hay muchos otros errores y no solamente en Ahora Madrid. Seguramente hay muchos otros errores en otros ayuntamientos, lo que pasa es que Madrid al ser la capital del reino, pues este centralismo en el que vivimos hace que todo se magnifique todavía más.

Creo que sobre todo nos ha faltado abordar determinados temas desde un punto de vista ofensivo, de enorgullecerse de determinadas políticas, como por ejemplo la auditoría de la deuda, la auditoría de las políticas públicas, las comisiones de investigación... No digo que comunicativamente no se esté haciendo y se haga una gran labor desde comunicación de esas confluencias, digo que a nivel político, la estrategia debía de ser unos debates y unas reivindicaciones que todavía se defiendan más fuertemente.

Manuela Carmena ya ha dicho varias veces que no quiere repetir. ¿Cómo puede afectar eso al futuro de la candidatura?

Bueno, es que esa es una de las cuestiones fundamentales. Debería de conseguirse que los hiperliderazgos complementen y no que sean los principales elementos que den sustento y por tanto, consolidar el movimiento. Nosotros no podemos hablar de hiperradicalidad democrática y permitirnos estructuras excesivamente presidencialistas.

Vaya por delante que son liderazgos, como por ejemplo el de Ada Colau, que vienen de movimientos sociales y han contribuido en una medida positivísima al movimiento, pero creo que habría Barcelona en Comú sin Ada. Esperemos que no haga falta porque es muy necesaria su figura, pero debe de haber Ahora Madrid sin Manuela y en eso es en lo que se debe estar trabajando a partir de ya. En que sea Manuela o sea cualquier otra candidata o candidato, el movimiento Ahora Madrid y todo lo que representa sea tan grande como para no permitirse caer en presidencialismos.

Y en la confluencia ¿cómo se llevan esas diferentes filiaciones entre la candidatura y el Ayuntamiento; el partido y el espacio político del que proviene cada uno?

Yo creo que cada vez se hace de forma más natural y todo parte de que lo que hay que defender es el programa y el programa es el que nos define y nos da sentido. Yo que he vivido más de cerca cómo llevar este tipo de cosas con Carlos [Sánchez Mato] al frente, y Carlos siempre se ha ceñido solo a lo que él creía, que es lo que hemos defendido en el programa. Y lo que hemos defendido Izquierda Unida en el programa municipal de Ahora Madrid son los principios fundamentales que hizo que entráramos en esa confluencia. Con lo cual, por supuesto que creo que cada vez es mucho más fácil, además, discrepar dentro de los marcos de naturalidad en estas confluencias.

Cada vez que se da un momento de conflicto, como siempre se basa en el programa y en los principios que defiende cada organización, se comprende bastante bien. Creo que ya no es ningún drama. Cuando quieren presentarlo como drama desde la oposición y se queda como una anécdota de un día y creo que además es positivo porque permite que esos debates que decía antes que no se abordan, se aborden. Porque si ha habido una discrepancia ha sido por algo de calado, que manifiesta una contradicción y por tanto es necesario abordar. Pero no solamente la candidatura de Ahora Madrid, sino la ciudadanía en general. Así que sí creo que cada día es mucho más fácil de llevar. Sobre todo porque, además, organizaciones como la mía, que es Izquierda Unida, de cuya dirección colegiada formo parte, tenemos muy claro que la confluencia es el camino y que por supuesto el programa está por encima de las siglas y de cualquier otro elemento que tiene que ser puesto a un lado en lo importante: una oportunidad de transformar socialmente la realidad, que es para lo que estamos aquí.

Cuando hablamos de discrepancias y hablamos de defender el Ayuntamiento y defender las siglas, al final lo que importa es defender el programa y los principios programáticos que nos han llevado hasta aquí. Cuando se hace no hay problema.

Pero también es verdad que a veces se despiertan muchas expectativas. Pero ¿cuáles son los límites?

Es otro elemento también importante en el libro, los límites que marca este programa de regresión democrática que impone el Partido Popular desde el gobierno del Estado y que blindan a los ayuntamientos el ejercicio de su propia soberanía.

De hecho es que es totalmente anticonstitucional que a los ayuntamientos, a través de disposiciones adicionales de los presupuestos generales del estado, se le haya intentado blindar la capacidad de remunicipalizar servicios. Y eso son cosas que es muy difícil explicarles a la ciudadanía y que entiendan que si no se han hecho determinadas cosas, no es porque se renuncie a ellas, sino porque se están buscando los plazos, los vericuetos, las formas de poder hacer las cosas, pero evidentemente con una legislación que no permite llevarlas a cabo en el tiempo que querríamos ni en la forma que querríamos. Yo creo que hay una máxima que decía Melenchón, que es muy bonita que es: 'Cuando se llega al gobierno no hay que renunciar a los sueños, sino aprender a concretarlos'.

Y creo que en esa tarea es en la que están los ayuntamientos del cambio. Ver todas esas expectativas y todas esas exigencias de gran calado democrático que teníamos en el programa, y saber cómo concretarlas para planificar un camino que nos acabe llevando con una estrategia de alcance, como han tenido els comuns en Catalunya, a que el experimento de las confluencias llegue al gobierno del Estado para poder transformar la sociedad al completo.

¿La forma tradicional del partido se está demostrando como incapaz o antigua, de movilizar o de enganchar a la gente?

Estas plataformas municipalistas o las confluencias han tenido éxito gracias a que han sido muy permeables a todas las realidades posibles. Yo creo que no hay que imponer una forma de organización. No hay que imponer que sea movimiento social o no, sino que hay que saber leer en la realidad cuales son las necesidades de la gente a la hora de ampliar la base democrática de estas confluencias y creo que allí está la clave. Dar con el mecanismo o la clave que nos permita llegar a la mayor gente posible, en un espacio donde podamos canalizar todas nuestras demandas y exigencias.

Lo que se ha demostrado es que estamos en un cambio de régimen y por supuesto en este momento político no podemos seguir haciendo lo que hacíamos y no podemos pensar que los partidos son la única forma legítima de representación política, eso no puede ser. De hecho, ya lo decía la Constitución de 1931, que la representación y la participación no se debía canalizar únicamente a través de los partidos, lo que pasa es que en la del 78 se nos olvidó completamente la anterior, todo el avance democrático que supuso la anterior.

Creo que hay que profundizar en la radicalidad democrática y en la permeabilidad de los espacios políticos cuando son horizontales y cuando realmente tú has ido generando una tradición y una experiencia de participación democrática en ellos: esa es la forma de actuar y lo que no tenemos que hacer es etiquetar o institucionalizar algo que ha sido tan amplio y tan absolutamente permeable a todo lo que se ha querido hacer como han sido estas confluencias. Cuando se crearon nadie las definía con una forma concreta porque no la tenían. Y en este libro hemos intentado que todas estas personas que han sido entrevistadas también hicieran un ejercicio de recordar cómo surgieron y cuáles eran los principios, las necesidades e incluso las ilusiones que motivaron a la gente a participar en ellos.

Y ese movimiento de desborde que llamamos, que es lo que hizo que hubiera gente que no había militado políticamente en su vida y que de repente un día saliera con un cartel diciendo: Manuela. O pintando una cara de Ada Colau o poniendo Ahora Madrid en una pared, que ni participaban siquiera del diseño de la campaña y que la hicieron suya... Tenemos que recuperar esa forma de entender el movimiento. Y por eso no podemos caer en el error de etiquetar, de intentar delimitar las formas de participación, tenemos que abrir, y creo que allí es donde encontraremos de nuevo el éxito dentro de dos años.

La anterior dirección de su organización receló de estas candidaturas hace dos años. A día de hoy, en cambio, todos las reivindican.

Sí, y Madrid es paradigmático. Hubo lugares donde no participamos de las confluencias. En otros sí como en Alicante y estamos gobernando. Bueno, es que fue una realidad que a lo mejor a algunos nos pilló o les pilló de reuniones, y el 15M les pilló reunidos y no supieron y no supimos leerlo. Y, por supuesto, tanto los errores como en los aciertos me incluyo. Para nada yo vengo aquí a decir que tenía la verdad, porque creo que de hecho todos hemos ido aprendiendo durante estos años. Como dice Kichi en el libro: 'Esto es una realidad que se va escribiendo cada día, que no sabemos muy bien a donde nos va a llevar“.

Hace dos o tres años, si nos decían que ocurría esto, no lo hubiéramos creído y por tanto es lógico que se den ese tipo de choques, porque también las organizaciones responden a nuestro tiempo y por lo tanto también es normal que haya esas discrepancias y esas contradicciones. Pero, efectivamente, Izquierda Unida, con la nueva dirección sí que ha asumido una estrategia que pasa directamente por la confluencia. Podemos también legítimamente fue cambiando un poco de opinión, pero es verdad que es una victoria popular, y no una victoria de las organizaciones. Esa gente que salía a la calle y que se involucró en estos movimientos tenía razón al decir que era necesaria otra forma de entender la política, que no podía ser que las candidaturas municipales de los pueblos y las ciudades siguieran respondiendo únicamente a la realidad local de sus partidos estatales. Eso ya no respondía para nada a todo lo que se estaba moviendo en la calle y a las necesidades que tenía la gente. Y es bueno que las organizaciones políticas de izquierdas hayan ido sabiendo leer esa lección que nos daban con la gestión diaria.

Efectivamente en Madrid se sufrió muchísimo, de hecho yo creo que Carlos [Sánchez Mato], Mauricio [Valiente] y Yolanda [Rodríguez], que son los tres concejales de Izquierda Unida, fueron muy valientes y muy acertados en su apuesta, que en ese momento, por la dirección que había en Izquierda Unida antes de que se desfederara la organización de IUCM, tuvieron que sufrir bastante. Pero ha merecido la pena y los momentos que suponen suponen puntos de inflexión en nuestra historia política siempre tienen choques de ese tipo, y creo que es importante porque son procesos de ruptura y en los procesos de ruptura nunca hay nada atado y bien atado y por lo tanto tienen que haber choques.

Del mismo modo que la ciudadanía empujó a los partidos, en Madrid en particular a Podemos para que entrara en Ahora Madrid con Ganemos, y las organizaciones políticas se sintieron desbordadas, ¿puede ocurrir ahora el riesgo contrario? ¿Que la buena sintonía entre IU y Podemos haga que haya menos desborde o que vayan ocupando espacios que ahora tenían activistas o movimientos sociales y se vuelva a la sopa de siglas?

Exacto, es que ese es un gran peligro y Ahora Madrid, Barcelona en Comú, Marea Atlántica... No son la suma para nada ni de Izquierda Unida y Podemos, ni de ningún otro partido. Y es también lo que quiero reflejar en el libro. Si pensamos así nos equivocaremos y ese es uno de los grandes problemas y de los grandes errores en los que se puede caer o se podría caer. Y además se está generando un relato en la opinión pública de que es así y ya se empieza a hablar de los candidatos de uno, del otro... Tenemos que volver a las esencias, a recordar cómo hicimos, cómo hicieron, que esto fuera un éxito, ampliando las bases democráticas de los espacios políticos.

Diciendo que aquí no es que cupiera mucha gente, sino que faltaba mucha gente, con lo cual había que hacer un llamamiento a la ciudadanía en general a participar y creo que se tiene toda decisión y toda posibilidad de candidatura tiene que andar siempre en términos muy, muy responsables, de radicalidad democrática, siempre al servicio de la organización o del espacio político.

Es decir, no olvidemos las esencias de las confluencias, que fueron eso y creo que quien piense que Ahora Madrid, por poner un ejemplo, es la suma de Izquierda Unida y de Podemos, se equivocará absolutamente y entonces sí que será un peligro para la subsistencia de Ahora Madrid si se convierte en eso.

¿Cuáles cree que están siendo las principales conquistas de los ayuntamientos del cambio?

El agua de Valladolid es muy interesante. Cómo se están enfrentando María Sánchez y Toma la Palabra a ese proceso de municipalización del agua y lo están ganando. Los compañeros de Barcelona en Comú tienen muchísimos ejemplos de otras formas de entender el gobierno de la ciudad, por ejemplo vivienda y alojamientos turísticos. La propia Ada Colau ha hecho declaraciones muy potentes contra los especuladores inmobiliarios, que le están valiendo incluso amenazas de querellas por parte de algunas de estas empresas, que se dedican a acosar inquilinos para poder especular con su vivienda.

En Zaragoza se está reforzando muchísimo la contratación pública responsable. No solamente hay decreto de cláusulas sociales en Madrid, sino que también en Zaragoza. Hay unas redes de grupos de trabajo inmensas, infinitas mejor dicho. Yo ya no sé cuantas redes de trabajo había entre Ahora Madrid y el resto de ayuntamientos para tratar el tema de la auditoría de la deuda, el tema de las cláusulas sociales en la contratación, el tema de la política de vivienda... Es ingente el trabajo, los experimentos, los laboratorios de ideas que están sirviendo y los espacios que se están encontrando de coordinación entre los ayuntamientos.

Y hay una cosa muy interesante, y es que cuando surgen las confluencias municipales, surgen de una forma más espontánea y más intuitiva que realmente coordinada y cómo eso se ha reforzado. Y se ha reforzado tanto que ahora existe una especie de federalismo tácito entre todas ellas que hace también que el sujeto político municipalista sea tan potente. A la hora de, por ejemplo, enfrentarse a Cristóbal Montoro o a la política tan regresiva de los Presupuestos Generales del Estado, en materia de blindaje de las remunicipalizaciones.

Es muy sintomática que Zaragoza aún no ha hecho ninguna remunicipalización y que el simple hecho de haber planificado en un pleno cuándo se iba a remunicipalizar cada servicio, ha hecho que estas grandes empresas que controlan la mayoría de contratas de los ayuntamientos se hayan puesto en guardia y ya hayan planteado querellas contra el concejal Alberto Cubero.

Estamos viendo que el pulso contra las políticas regresivas y austericidas del Partido Popular lo está planteando un municipalismo que está organizado, está coordinado, va más allá de los ayuntamientos de las confluencias y que está demostrando en el día a día que hay otra forma de gobernar que es posible. Que a pesar de errores, que por supuesto se están dando y de contradicciones, no se pueden olvidar logros como que en esta ciudad antes no se sabía prácticamente lo que sucedía en el Ayuntamiento y ahora además de la transparencia total que existe, hemos tenido presupuestos participativos y una plataforma a través de la cual se pueden decidir muchísimas de las políticas del propio Ayuntamiento.

Evidentemente hay muchísimo que reivindicar y hay muchísimo trabajo de seguir profundizando, sobre todo en materia de empoderamiento de la gente. Pero que al menos se consolide que a partir de ahora ya no se va a poder gobernar como antes en un despacho cerrado, sino que ya se han consolidado unas prácticas democráticas que ya no van a tener marcha atrás.

A veces hay conquistas que luego ya no se revierten.

En participación, las cláusulas sociales en la contratación... Hay cosas que incluso el Partido Popular, Ciudadanos, han tenido que aceptar que son políticas positivas. Y una vez que ya conquistas en esos marcos es muy difícil que vengan a reconocer que está equivocado y va a dar marcha atrás.

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