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Ni Chacón, ni Susana Díaz, ni Santamaría: la democracia interna de los grandes partidos se resiste a las mujeres

Carme Chacón, Susana Díaz y Soraya Sáenz de Santamaría.

Belén Remacha

Soraya Sáenz de Santamaría o Pablo Casado; Susana Díaz o Pedro Sánchez: dos mujeres han llegado en el último año a la fase de primarias de sus partidos, pero España todavía tendrá que esperar para ver una candidata a la presidencia del gobierno. En ambos casos la balanza se inclinó hacia su contrincante masculino. El único antecedente similar era Carme Chacón, que también perdió la votación entre los delegados del 38 Congreso del PSOE frente a Alfredo Pérez Rubalcaba.

María Dolores de Cospedal, la otra favorita en la primera vuelta de este Congreso del PP, anunció precisamente su candidatura con esa idea. “Vivo con el honor de ser la primera mujer secretaria general”, dijo el 19 de junio, “y quiero ser la primera mujer que presida el PP” y “el gobierno de España”. Entonces muchos le recordaron la excepción histórica: Dolores Ibárruri, La Pasionaria, sí fue secretaria general del Partido Comunista entre 1942 y 1962, hace más de 50 años. Evidentemente, no pudo optar a gobernar el país.

Tanto Díaz como Santamaría emplearon asimismo en sus respectivos procesos el argumento de que serían la primera mujer en acceder al cargo. La vencedora de la primera vuelta del PP difundió un vídeo para convencer a los compromisarios con el lema 'Ahora, una mujer'. En él se escuchaban premisas como que “después de 40 años, una mujer puede por fin ser presidenta del gobierno de España” o “el PP puede volver a hacer historia en positivo”.

Santamaría pasó gran parte del mes de julio usando terminología feminista, como “techo de cristal”. Comparó su capacidad de liderazgo con el que ejerce Angela Merkel y habló de “seguir la estela de esas mujeres que cada una en su estilo, en su país y en su partido llevaron a que las mujeres viéramos de verdad la igualdad de oportunidades realizada y roto un poquito el techo de cristal”. La crítica feminista también le llegó, al haber sido durante 7 años la vicepresidenta de un gobierno con un líder que, por ejemplo, aseguraba sobre la brecha salarial que “no nos metamos en eso”.

Casado devolvió el golpe de distintas maneras. Aunque por parte de algún apoyo sí hubo un amago de destacar a las mujeres que tenía detrás, finalmente al vídeo respondió con otro en el que aseguraba que en su equipo “no importa si eres hombre o mujer, sino si tienes ideas”. Escondía los nombres de pila y enumeraba solo los apellidos. Por otro lado, el ahora líder del PP le dijo a su adversaria que “ser mujer no es un mérito para llegar a la Presidencia del gobierno” –obviando que ser hombre tampoco lo es–.

Este sábado, en los pasillos del Hotel Marriott, donde se ha celebrado el congreso, había pocas lamentaciones porque finalmente no hubiese sido el PP, la formación que rechazó la huelga del 8M, la primera de la historia de la democracia española con opciones reales de llegar a la Moncloa en presentar a una política a las elecciones generales. Apenas unas pocas compromisarias aseguraban tras la victoria de Casado que se apenaban por la oportunidad perdida.

En el PSOE: los casos Susana Díaz y Carme Chacón

Susana Díaz, en marzo de 2017, también hizo del feminismo su frente. En ese momento las críticas se dirigieron a que, a pesar de hacer bandera de poder ser la primera secretaria general del PSOE, en su núcleo duro se rodeó sobre todo de hombres: fue famosa la foto de la presentación de su carrera al Comité Federal, arropada por Rubalcaba, Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfonso Guerra.

Pedro Sánchez también quiso defenderse de lo que parecía una baza. En la campaña, dijo que las primarias no tenían que servir “para privatizar el patrimonio de todos los socialistas, que es el feminismo”. Finalmente, se impuso en mayo ante Susana Díaz y casi todo el aparato del PSOE. Justo un año después logró la presidencia del gobierno y formó un Consejo de Ministras, llevando también el feminismo a ser protagonista de su discurso –aunque las mujeres lo tengan difícil en sus cuadros más próximos–.

El caso de Carme Chacón fue algo diferente: la España de 2011 era muy distinta a la post8M. Perdió por 22 votos contra Rubalcaba en un sistema de elección por delegados similar a la segunda vuelta que este sábado se ha vivido en el PP, aunque en aquel caso sin la consulta previa a los militantes. En 2017, en sus obituarios se recordaba, sobre todo, otro techo de cristal que rompió: el de ser la primera ministra de Defensa de España, durante la segunda legislatura de Zapatero. Y lo que más, su icónica imagen pasando revista a las tropas embarazada de 8 meses.

Después de ella, España ha visto a otras dos mujeres al frente de Defensa, la propia Cospedal y la actual, Margarita Robles. Se refería a ello en una de sus últimas entrevistas: “Cuando una de nosotras da un paso adelante, lo da el género humano entero. Ir dándole golpes de martillo a ese techo de cristal que todavía existe es importante”.

Chacón no fue la primera mujer que optó a capitanear el PSOE, aunque sí la primera con posibilidades de verdad. En julio del año 2000, Matilde Fernández quedó en tercera posición por detrás de José Bono y el finalmente vencedor, Zapatero. En aquel proceso también participó Rosa Díez, quien luego sí fue candidata a la presidencia de España con el partido que tuvo que fundar ella misma, UPyD. Lo lideró hasta que renunció tras los malos resultados en las autonómicas de 2015.

Liderazgo femenino y feminización de la política

En los últimos años, el liderazgo femenino entró en el debate público dentro de otro concepto más amplio: la feminización de la política. “La feminización no tiene nada que ver con que los partidos políticos tengan más mujeres en cargos de representación, que eso es importante y es necesario. No tiene que ver con la presencia de más mujeres en los consejos de administración de las grandes empresas, que está muy bien. La feminización tiene que ver con la forma de construcción de lo político”, dijo en noviembre de 2016 Pablo Iglesias.

Nuria Varela, experta en género que fue jefa de gabinete de la ministra de Igualdad Bibiana Aído durante el gobierno de Zapatero, explicó entonces a eldiario.es la necesidad de cambiar las “formas”: “No pueden ser machistas, representativas de la masculinidad tradicional. No puede ser que la política sea una pelea de gallos, un a ver quién grita más o quién dice la declaración más potente”. Unas dinámicas que, según han denunciado muchas otras feministas, impiden el acceso de las mujeres a los altos cargos políticos.

En Vistalegre II, las 'primarias' de Podemos celebradas en febrero de 2017, no hubo ninguna candidata mujer. La secretaría general se la disputaron Juan Moreno Yagüe e Iglesias, que la ganó holgadamente, y las principales listas al Consejo Ciudadano las encabezaron el propio Iglesias, Íñigo Errejón y Miguel Urbán. La formación morada cuenta con una corrección de género para que finalmente el orden del Consejo sea en cremallera, pero antes de aplicarse, los inscritos solo votaron a 2 mujeres –Irene Montero y Rita Maestre– entre los 10 primeros puestos.

“El ambiente que ha habido influye; los tres líderes son hombres y la cierta polarización de la campaña no ha ayudado”, declaró en ese momento Beatriz Gimeno, del equipo de Anticapitalistas, a eldiario.es. “Hay todavía que empoderar mujeres. Y eso a pesar de que el feminismo ha sido un eje de este Vistalegre”, decía como autocrítica. “En Podemos hay más hombres mediáticos que mujeres. A nosotras se nos sigue viendo como imprescindibles pero no tanto como para votarnos en primer lugar”.

En Ciudadanos, el liderazgo de Rivera no ha dejado aún sitio para ninguna sucesión. Sí ha sonado Inés Arrimadas como alternativa cuando llegue el momento. Por otro lado, cabe recordar que sí ha habido direcciones en partidos con menos posibilidades de representación parlamentaria: Silvia Barquero es presidenta de PACMA desde el año 2013.

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