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La aversión de Ciudadanos a las mociones de censura vuelve a visualizarse en el Ayuntamiento de León

Rivera no ha apoyado nunca una moción de censura y ha criticado la que desalojó a Rajoy de la Moncloa

Carmen Moraga

“Usted ha llegado al Gobierno por la puerta de atrás, sin pasar por las urnas”. El reproche de Albert Rivera a Pedro Sánchez el día de la moción de censura a Mariano Rajoy ha sido repetido incansablemente como un mantra por los dirigentes de Ciudadanos desde que el líder del PSOE se instaló en la Moncloa.

Rivera buscó todo tipo de excusas para no apoyar la moción, fruto de la insostenible situación de Rajoy tras la sentencia del caso Gürtel, y demostró con ello una vez más la aversión que siente su partido por esta figura constitucional que en nuestro país se utiliza en casos muy excepcionales. Solo cuatro se han presentado en toda la democracia contra un presidente del Gobierno central y solo la de Sánchez contra Rajoy ha prosperado. Y no precisamente con el voto favorable de Ciudadanos.

El partido de Rivera votó en contra de que el exlíder del PP fuera desalojado de la Moncloa a pesar de haber estado durante cerca de dos años clamando casi a diario por la “mochila de corrupción” que arrastraba y por los incumplimientos del pacto de investidura que ambos partidos habían firmado para que lograra gobernar.

Claro, que no es la única vez que la formación naranja se niega a apoyar una moción censura contra el PP.

El último ejemplo ha sido en el Ayuntamiento de León en donde en 2015 firmaron un acuerdo para que los conservadores pudieran gobernar. Ahora son decisivos para echar al alcalde, Antonio Silván, involucrado en el caso Enredadera tras descubrirse que llamó al cabecilla de la trama, José Luis Ulibarri, para informarle en directo de un procedimiento de adjudicación.

No a la moción del Ayuntamiento de León

Pese a las evidencias -hay una grabación en la que se demuestran los hechos- , Ciudadanos ha anunciado que no va a apoyar la moción que quiere presentar el PSOE. La portavoz municipal del grupo, Gemma Villarroel, ha supeditado el voto favorable de su formación a que imputen a Silván, al que todos los demás partidos cuestionan.

Solo si eso ocurre, Silván “tendrá que irse para casa”, ha señalado Villarroel, jactándose de haber forzado la dimisión de uno de los concejales del PP imputados, José María López Benito. Además, aseguran que los populares se han comprometido a abrir una comisión de investigación en el consistorio para esclarecer los hechos.

La táctica que ha puesto en marcha allí Ciudadanos es prácticamente idéntica a la que emplearon tanto en Murcia como en Madrid para evitar tener que apoyar mociones de censuras contra dirigentes del PP.

En Murcia aguantaron durante varias semanas el pulso que les echó el expresidente regional, Pedro Antonio Sánchez, que se negó a dimitir por el caso Auditórium. El partido de Rivera mantenía también allí un pacto de investidura con los conservadores. Pero se negó a pactar con los socialistas y Podemos una moción de censura contra Sánchez si no era con el compromiso de que fuera “instrumental”, es decir, que su fin fuera convocar de inmediato elecciones autonómicas.

La jugada en esta ocasion les salió bien porque Sánchez fue imputado e investigado por la Justicia y la dirección del PP le obligó a que dejara el cargo y, poco después, también el escaño. Por este motivo la moción de censura impulsada por el PSOE no se llegó siquiera a debatir.

Sin embargo, gracias a Ciudadanos los conservadores continuaron gobernando en Murcia aunque ya sin su apoyo. Pese a todo, se apresuraron a apuntarse el tanto.

Dos mociones contra Cristina Cifuentes

Después llegó el anuncio de la moción de censura contra Cristina Cifuentes abanderada por Podemos en la Asamblea de Madrid por los numerosos casos de corrupción que la tenían acorralada: Gürtel, Púnica, Lezo..

Ciudadanos, que tambien tenía firmado un pacto de investidura con Cifuentes en Madrid, llevaba meses cargando duramente contra ella y el PP, partido sobre el que llegó a aceptar las tesis de los jueces de que actuaba como “una organización criminal”. Sin embargo, ni rompieron el acuerdo ni apoyaron la iniciativa de Podemos, que, en aquella ocasión, tampoco contó con el respaldo del PSOE dado que los de Gabilondo se abstuvieron.

Pero estalló el caso del máster fraudulento, destapado por eldiario.es. Y el PSOE decidió impulsar otra moción de censura contra Cifuentes que fue respaldada de inmediato por Podemos mientras que los de Ignacio Aguado volvían a darle la espalda con la misma excusa. Solo se lo pensarían “si era imputada”.

Mientras tanto, intentaron que los populares abrieran una comisión de investigación en la Cámara sobre “la trama de la Universidad” para dilucidar qué estaba pasando.

El caso fue avanzando y la presión de los otros dos partidos de la Asamblea contra Ciudadanos arreciaba. Pero a lo más que llegaron los de Aguado fue a exigir a Cifuentes que diera un paso atrás y dejara que otro dirigente de su partido asumiera la presidencia del Gobierno de Madrid. Todo con tal de no apoyar una moción de censura que, al igual que en Murcia, dependía de ellos.

La aparición del demoledor vídeo en el que se veía a Cifuentes sustrayendo sin pagar unas cremas en un centro comercial precipitó los acontecimientos. Rajoy obligó a la expresidenta regional a marcharse. Y la moción decayó. Ciudadanos ayudó al PP a mantenerse en el poder y votó a favor de su sustituto, Ángel Garrido. Después, también se atribuyó la dimisión de Cifuentes.

La misma estrategia intentó repetir, sin éxito, Rivera en el Congreso con Mariano Rajoy.

El exlíder del PP ya se libró de la anterior moción de censura que presentó en 2017 contra él Unidos Podemos, que tampoco prosperó y que Ciudadanos no dudó en repudiar.

Contra todo pronóstico, esta vez la moción de censura presentada por Pedro Sánchez contra Rajoy triunfó gracias al apoyo de la mayoría de los grupos parlamentarios, salvo de Ciudadanos, UPN y Foro Asturias, los socios del PP, mientras Coalición Canaria se abstuvo.

Desde entonces, Rivera no ha dejado de reclamar elecciones generales y de arremeter contra el presidente del Gobierno al que considera un “okupa” que vive hipotecado por los “separatistas, populistas y a los amigos de ETA”.

Pero tampoco ha disimulado su alergia por las mociones de censura que considera un subterfugio para llegar al poder “por la puerta de atrás”. Aunque lo permita la Constitución.

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