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Los demócratas superan los fantasmas de 2016 en la fiesta de Nancy

Los demócratas superan los fantasmas de 2016 en la fiesta de Nancy

EFE

Washington —

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Pasaban pocos minutos de las nueve de la noche y las televisiones estadounidenses informaban de que las cosas se estaban torciendo en Florida, donde los candidatos republicanos, que habían ido a remolque de los demócratas desde el inicio del recuento, se situaban ahora como favoritos.

En los rostros de los jóvenes bien vestidos que habían acudido a la fiesta organizada en un hotel de Washington cercano al Capitolio por la líder demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, había incredulidad ante el mismo fantasma de 2016, cuando la entonces candidata presidencial Hillary Clinton se desmoronó cuando ya tenía lista la mudanza a la Casa Blanca.

Helen, copa de vino en mano, se reía nerviosa mientras su amigo Kevin negaba la realidad con la cabeza una y otra vez.

“Siempre Florida”, dijo Kevin, que todavía no se podía creer que las opciones del carismático alcalde de Tallahassee y candidato demócrata a la Gobernación, Andrew Gillum, favorito en todas las encuestas, parecieran desvanecerse.

CNN, en las pantallas, pasaba de Florida a Texas, y el miedo de la derrota volvía a convertirse en ilusión al ver al estado sureño teñido de azul, con el también carismático Beto O'Rourke (todavía) por delante del no tan carismático republicano Ted Cruz en la carrera por el Senado.

Incrédula, Susan inmortalizaba el momento con su celular y no era la única. Habían ido a celebrarlo.

En el escenario anunciaban a Pelosi, que aspiraba a presidir de nuevo el Congreso si los demócratas hacían lo que se esperaba de ellos.

“¿Estáis listos para una gran victoria demócrata esta noche?”, preguntó Pelosi al dar la bienvenida a los asistentes a las 21.14 hora local (02.00 hora GMT).

Aunque la victoria en el Congreso aún parecía segura, los demócratas empezaban a sentir que la “ola azul” con la que habían amenazado se iba haciendo pequeña.

Vino y cerveza para calmar los nervios. Pretzels y nachos para engañar el hambre.

La falta de alegrías en los últimos dos años había sido tal que los jóvenes demócratas, muchos a sueldo del partido, celebraron la reelección de Joe Manchin, su senador más cercano al presidente, Donald Trump.

Pasaron los minutos y, mientras los republicanos afianzaban el control del Senado, la euforia se desataba en la fiesta de los demócratas, que celebraban cada victoria en los distritos de la Cámara de Representantes como una bofetada tras otra a Trump.

Habían empezado la noche con una desventaja de 23 asientos, y con los estados del oeste todavía con los colegios abiertos ya habían reducido ese margen a la mitad. La victoria en la Cámara Baja estaba cerca.

A las 23.00 hora local (04.00 hora GMT), la CNN confirmaba lo que todos ya sabían: los demócratas se hacían con el control de la Cámara Baja. Gillum y O'Rourke habían perdido, pero los fantasmas hacía rato que se habían disipado y la esperada victoria republicana en el Senado quedaba lejos. Al fin y al cabo era la fiesta de Nancy Pelosi.

Con los colegios cerrados en California, estado al que representa desde 1987, Pelosi estaba lista para celebrar en Washington que, si los demócratas más progresistas no se lo impiden, en enero volverá a ser presidenta de la Cámara de Representantes ocho años después.

“¡Presidenta! ¡Presidenta! ¡Presidenta!”, recibieron los jóvenes ya descamisados a Pelosi, que apareció con sus nietos.

“Mañana será un nuevo día en Estados Unidos”, anunció al prometer un contrapoder al Gobierno de Trump.

Pelosi pronunció un discurso corto y que se repitió con el que había dado dos horas antes, bailó un poco y, como en el cuento de Cenicienta, abandonó la fiesta antes de la medianoche.

Sin la anfitriona, los invitados también se fueron del lugar, con la sensación de que esta vez al menos habían ganado algo.

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