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La discreta fiesta de los monárquicos en la jura de Leonor: “Si estuviéramos en Inglaterra sería de otra manera”

Pantallas gigantes en la Puerta del Sol en la Jura de la Constitución. / Olmo Calvo

Sofía Pérez Mendoza

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Un cumpleaños feliz y algunos “viva España”. Los monárquicos han salido a la calle discretamente para festejar la jura de la Constitución de la princesa de Asturias, el acto oficial que abre paso a que Leonor de Borbón pueda ostentar el trono desde ahora si su padre, Felipe VI, faltara.

El prolongado aplauso de las autoridades del Congreso a la heredera se ha replicado entre las personas que seguían la jornada desde dos pantallas gigantes instaladas por la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol. El kilómetro cero, donde han llegado a reunirse varios cientos de personas, ha alcanzado su cénit cuando ha pasado el Rolls Royce que llevaba a la protagonista del día al Congreso.

Tras el evento en la Cámara Baja, el punto neurálgico de la jornada ha tardado poco en vaciarse de la heterogeneidad ahí reunida: turistas que tropezaron con el evento, los que se escaparon del trabajo para verlo en directo por “histórico” e incluso los más acérrimos a la corona, que se desplazaron después al Palacio Real con la ilusión de que Leonor saliera a saludarles.

En esa mezcla de gente, congregada una mañana de martes laborable, destacaba un grupo: el que ha venido a comer pasteles con la bandera de España. El sentimiento monárquico puede esperar cuando reparten comida gratis. Teresa, una mujer de pelo teñido de rojo al que asoman las canas, ha priorizado la cola a ver en primera fila a la princesa. La alegría se ha empañado nada más abrir la cajita que contenía el dulce. La imagen de la oblea roja y amarilla estampada en lo alto del cartón, separada del resto, ha provocado más de un disgusto ante la expectativa de devorarse España a gusto.

“No se ha promovido desde arriba”

Ha habido menos cánticos y multitudes de las esperadas en un “día histórico para España”, según Ramón, un declarado monárquico de pelo engominado en torno a los sesenta que se ha cogido la jornada libre en el trabajo para cumplir. “Me sorprende que haya tan poca gente”, aseguraba, entre decepcionado y obnubilado por los pasos de la Armada Española, que ha desfilado antes de que pasara el coche oficial por la Carrera de San Jerónimo camino del Congreso. “Mira qué bonito, qué maravilla. Nunca tenemos la ocasión de sacar las banderas. Mira, he venido con ella en el bolsillo desde mi casa porque parece que está mal”, dice señalando el lado derecho de su abrigo.

Para Cristina, que llega a los setenta y ha viajado desde Catalunya, la explicación a la discreta asistencia en la calle es que “no se ha promovido desde arriba”. “Si estuviéramos en Inglaterra sería de otra manera. Lo primero es que sería festivo para todos. Pero aquí los niños están en el colegio y la gente trabajando”, resume según espera frente al Palacio Real. Lleva amarrado al bolso una gran bandera de España que dice que solo puede sacarse en lugares como Madrid. A su lado hay dos chicas menores de edad, las únicas de esa quinta. Preguntadas por la excepción, son claras: “La juventud es republicana. En Catalunya al menos, aquí menos”.

Leonor pedía mientras desde dentro de palacio un voto de confianza a un país que ya conoce lo que es la institución en crisis. “La gente se debería echar mucho más a la calle. Leonor necesita apoyo y he venido a eso. Quiero que mi presencia sea un apoyo”, afirma Isabel, que estaba molesta por no haberse podido acercar más al Congreso y ver en persona a la heredera al trono. Isabel considera que la monarquía representa la unidad de España y que la “alternativa” a eso es “terrible”. “Es un gobierno de coalición destructivo”, asegura, pese a que ambas figuras, la del jefe del Estado y del Gobierno, conviven en el sistema de monarquía parlamentario.

La mayoría de asistentes entrevistados para esta crónica admite que ha habido “un bajón” en la popularidad de la monarquía, pero a renglón seguido añaden: “La institución no deberían ser las personas”. La jura de Leonor es vista como una oportunidad de quitarse el polvo con “una mujer que va a ser un ejemplo para las futuras generaciones”, analiza Luz, una colombiana residente en Madrid que agita la bandera con emoción tras la valla del perímetro de seguridad. Un acontecimiento para tratar de superar el trauma que supuso el paso de poderes del rey emérito, Juan Carlos I, a su hijo por los escándalos del primero, que le obligaron a abdicar.

“Hay un deterioro general, pero viene de la coalición de Gobierno. Esto puede mejorar la imagen, pero tengo mis dudas de que Leonor vaya a reinar”, declara María, que ha tomado un descanso en el trabajo para presenciar la jura desde la Puerta del Sol. “Ojalá sea reina, pero no me voy a arriesgar según veo el país”, duda Teresa, la mujer en la cola de los pasteles, a punto de recibir el suyo. Aída, una andaluza cubierta por una gran bandera española, pide opinión a sus amigos: “¿Qué pensáis? Es mi deseo, ahora no sé qué pasara”. “Entonces, ¿qué? ¿Zapatero como presidente de la República?”, le responde José Luis, que mientras dice Zapatero hace como que vomita a un lado de la calle.

“He perdonado a Juan Carlos I porque es humano”

Nadie ha querido mencionar al rey emérito, el gran ausente de la jornada. Salvo Paulina. Paulina ha acudido al gran día con un cartel que decía “viva Juan Carlos I”. Se explica sin complejos: “Todos lo tenemos en el alma. Le han ventilado a bombo y platillo. Yo le he perdonado porque eso es humano y es cristiano”. La reflexión se ve interrumpida por un señor que, ante la grabadora, echa la culpa a Pedro Sánchez del dispositivo policial que “impide acercarse a aplaudir”. “Esto parece Rusia, abajo el tirano. Está todo cerrado”. Y se va. “Yo no le conozco de nada”, aclara Paulina.

Igual que la fiesta, los abucheos también han sido discretos. La alegría y el enfado contenidas. La presidenta del Congreso, Francina Armengol, se ha llevado uno cuando ha decidido leer unos versos en gallego en su intervención. El siguiente ha sucedido en el momento que la cámara ha encuadrado a Pedro Sánchez. “Pero si no la respetas”, le ha voceado una señora de pelo corto a la pantalla.

A Beatriz, que viste de negro, le parece “patético” que los presidentes autonómicos de Catalunya y Euskadi hayan dado plantón a la princesa de Asturias. Opina lo mismo de la ausencia de Ione Belarra, Irene Montero y Alberto Garzón. “Ha sido emocionante pero veo complicado que llegue a reinar por la línea política”, reflexiona.

Que Leonor es una “chica moderna y preparada” es otro argumento repetido por quienes piensan que la monarquía es el mejor sistema y, por tanto, el que debe prevalecer. María Luisa, de Córdoba, considera que “lo está haciendo muy bien”. “Me gusta mucho y está muy preparada”, añade. “Al final, ¿alguien conoce a los presidentes de Gobierno? A quienes les ponen cara es a la reina de Inglaterra y al rey de España. Yo prefiero que me representen ellos que cualquier político”, declara Cristina.

Pasadas las dos de la tarde, los más fieles, los que esperan al saludo en el Palacio Real se cansan. Muchos se marchan. En plena desbandada, una voz de mujer entre la multitud le ha recordado a Leonor: “Princesa, acuérdate del pueblo”. Tres horas después, la heredera al trono ha bajado a la calle.

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