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¿Por qué ningún partido quiere ir a parar al Grupo Mixto?

Joan Baldoví y los diputados de Compromís han decidido irse al Grupo Mixto

Carmen Moraga

“Esto va a parecer el camarote de los hermanos Marx”, exclamó con ironía el diputado de UPN, Carlos Salvador, nada más conocerse al inicio de la pasada legislatura que la composición del Grupo Mixto iba a ser tan numerosa. Entonces fueron 18 diputados de 7 partidos políticos diferentes los que formaron este heterogéneo grupo del Congreso al que van a parar todos aquellos que no han conseguido formar uno propio. Ahora, la situación no será muy distinta: el Grupo Mixto estará formado en la XI legislatura por 14 parlamentarios de 7 partidos de diferentes ideologías, salvo que IU gane el recurso interpuesto ante la Mesa del Congreso.

En el Mixto se sentarán dos diputados de Bildu; dos de UPN y uno de Foro Asturias que concurrieron en coalición electoral con el PP pero que dejaron dicho que no se integrarían en el Grupo Popular; una de Coalición Canaria; uno de Nueva Canarias –que fue en alianza el 20D con el PSOE y que tampoco quiere sentarse con los de Sánchez–; los dos de IU, y los cuatro de Compromís. También estará como “no adscrito” Ramón Gómez de la Serna, el diputado por Segovia al que investiga la Audiencia Nacional por comisionista, que ha acabado dándose de baja del PP tras el escándalo.

¿Cómo se organiza y funciona este grupo? Para los que ya conocen su dinámica porque han estado anteriormente en este grupo, como es el caso de la canaria Ana Oramas, del navarro de UPN, Carlos Salvador o del propio Baldoví, adaptarse no va a entrañar ninguna dificultad. Pero los nuevos tendrán que conocer unas reglas de convivencia interna, que no están escritas, y que sus mismos integrantes pactan una vez configurado el grupo y asignados los despachos. Eso sí, siempre en base al reglamento de la Cámara que ahora todos quieren reformar.

En la pasada legislatura los 18 parlamentarios del Mixto fueron repartidos entre la planta baja, la quinta y la sexta del número 36 de la Carrera de San Jerónimo. La Mesa del Congreso tuvo cuidado de que los siete parlamentarios de Amaiur no compartieran espacio ni con Foro ni con UPN, dado el rechazo que sus dos representantes profesaban hacia los siete parlamentarios abertzales. Estos últimos pelearon hasta el último minuto por conseguir formar grupo propio. Todos cumplían los requisitos exigidos por el artículo 23.1 del Reglamento del Congreso salvo Sabino Cuadra, el diputado por Navarra, al que que le faltaban unas décimas para alcanzar el porcentaje de votos requerido.

La mayoría absoluta del PP en la Mesa del Congreso –cinco miembros de nueve–, se apoyó en un informe pedido a los servicios jurídicos de la Cámara para rechazar su exigencia. El PSOE y el único diputado de CiU presentes en ese órgano de gobierno de la Cámara se abstuvieron.

UPyD, por el contrario, consiguió su propio grupo parlamentario a pesar de no reunir los requisitos necesarios establecidos en el artículo 23 del reglamento. La formación de Díez no llegó al 5% de votos en toda España. Pero la Mesa del Congreso hizo una interpretación flexible de las normas y la diputada pudo beneficiarse así de su cupo de interpelaciones y de preguntas periódicas al presidente en las sesiones de control al Gobierno.

Reparto del tiempo y de las subvenciones

Reparto del tiempo y de las subvencionesSegún el reglamento del Congreso, las intervenciones del Grupo Mixto son iguales que las del resto de los otros grupos de la Cámara, con idéntico tiempo, por lo general entre 5, 15 y 30 minutos, dependiendo de la importancia del debate y de la flexibilidad de la Presidencia. Esto obliga a los componentes del Mixto a repartirse esos minutos entre aquellos portavoces que tienen más interés en los temas que se tratan en los plenos.

Baldoví recuerda que cuando se debatían asuntos sobre Educación, “casi siempre cedíamos la portavocía al diputado de Foro, Enrique Álvarez Sostre, porque él era un experto en esos temas”. En debates de gran calado, son tres como máximo los portavoces del Mixto que pueden tomar la palabra repartiéndose los minutos estipulados.

También pactan los portavoces que les van a representar en cada Comisión. Desde la pasada legislatura, el Mixto cuenta asimismo con un representante en la Comisión de Secretos Oficiales y Gastos Reservados algo que tenían vetado antes. Aun así, el PP se negó en rotundo a que el portavoz fuera un diputado de ERC o de Amaiur, alegando que no eran “de fiar” y no se podía dejar que tuvieran acceso a “información confidencial”.

Para acudir a las Juntas de Portavoces se turnan. Establecen portavocías rotatorias, generalmente mensuales. En lo que peor parados salen los integrantes del Grupo Mixto es en el cupo de preguntas, proposiciones e interpelaciones al Ejecutivo. Al ser un grupo formado por numerosos partidos, el cupo que le corresponde a cada uno tanto para la presentación de proposiciones, interpelaciones o para poder realizar preguntas orales en la sesión de control al Gobierno es mínimo. “Yo en cuatro años solo pude presentar una proposición de ley y creo que tres proposiciones no de ley”, lamenta Baldoví.

Otra de las quejas que lanzan los integrantes del Mixto es el hecho de que, al no haber obtenido los requisitos para formar grupo propio, pierden el derecho a recuperar el dinero invertido en el buzoneo electoral. Sin embargo, sí reciben la subvención fija del Congreso que asciende a 28.597 euros mensuales para todo el grupo, más otros 1.645 euros al mes por cada diputado que hayan logrado tras las elecciones. Ese dinero supone al año 343.164 euros, solo de subvención fija, que destinan a gastos de intendencia, es decir, contratación de personal propio, material extra de oficina, gastos de los respectivos gabinetes de prensa etc. La subvención variable, que suma 19.740 euros anuales por cada diputado, la distribuyen en base a los diputados que haya obtenido cada partido.

“La verdad es que prima la generosidad. En la pasada legislatura hubo muy buen rollo. Nos llevamos todos muy bien”, afirma la canaria Ana Oramas, que es la que más experiencia tiene en el Mixto y conoce bien su funcionamiento. Baldoví también confirma ese buen clima: “Fue un modelo de convivencia y respeto”.

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