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Manuela Villa, una programadora de Matadero en la lista de Ángel Gabilondo

Manuela Villa, en una fotografía de archivo.

Peio H. Riaño

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Manuela Villa nació hace 44 años en Madrid, es hija de migrante ecuatoriana, madre y hasta el momento nunca había estado a sueldo de un partido político. Ni es famosa ni ha hecho carrera en el PSOE, es más, acaba de sacarse el carné del puño y la rosa. Su trayectoria profesional ha estado ligada al tejido cultural madrileño y, desde hace más de una década, a Matadero, como responsable de contenidos. 

Conoce las cañerías de la Administración como nadie. Para que nos entendamos: tiene todo lo que hay que tener para no ser una política de oficio, y es una de las candidatas a consejera de Cultura, si el bloque de izquierdas se consolida como el mayoritario en las elecciones de la Comunidad de Madrid, el próximo cuatro de mayo. Ocupa el octavo puesto en las listas que preside Ángel Gabilondo. 

“Estaba en el lugar adecuado en el momento apropiado, siempre me ha interesado la política y decidí dar un paso adelante”. Así resume su llegada a las filas del PSOE hace tres semanas. No termina de decidir si preferiría ser diputada del PSOE o consejera de Cultura, porque, dice, en los dos lugares hay espacio para impulsar cambios. Formada como socióloga en Londres, en The London School of Economics, aterriza en la candidatura del PSM —para sustituir al viejo amigo del líder, Juan Miguel Hernández León— desde el gabinete del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, donde ha sido asesora durante el último año. . 

“En el Ministerio he ampliado mi visión de políticas públicas culturales, gracias a estudiar las demandas del sector y las recomendaciones de la Unión Europea. Tenemos que ser capaces de entrar en políticas de importancia a nivel global, como los temas de medio ambiente, ordenación del territorio, educación, para ser relevantes en la sociedad. La cultura y sus creadoras tienen mucho que aportar ahí”, asegura Villa. 

¿Por qué tendría que votar al PSOE alguien interesado en la cultura? “Porque el PSOE es un partido que ha puesto a la cultura en un lugar importante del Gobierno. La prueba es mi octavo lugar en la candidatura. En ningún otro partido la cultura tiene un puesto tan importante. Y nuestro candidato, Ángel Gabilondo, es un hombre que sabe que la cultura es importante y va a apoyarla”, dice Manuela Villa. ¿Ha votado usted siempre al PSOE? “Para mí hablar de lo que vota la gente es como hablar de penes, demasiado íntimo. Pero sí te diré que siempre he votado a la izquierda”, comenta. 

Se define como trabajadora del sector que aspira a representar. Así que conoce la precariedad y la indefensión de los empleados culturales. Su padre es músico profesional y recuerda cómo trabajaba sin contrato y negociaba el precio por la actuación justo antes de subir al escenario. “He mamado cómo vive un artista en precariedad”, dice. Es una buena experiencia para afrontar el peor momento del sector: en 2020 se destruyeron 42.100 puestos de trabajo cultural. Una cifra a la que no se llegó ni en el año más dramático de la pasada crisis financiera. En el año de la pandemia del coronavirus, la Comunidad de Madrid fue la región que más empleo destruyó, con una caída del 5,1% (de 163.000 se pasó a 155.200 trabajadores culturales). 

“El modelo que necesitamos para salvar a la cultura es de urgencias. No hay trabajo y debemos actuar con urgencia para devolver esos puestos”, cuenta Villa. “No estamos para abrir nuevos centros de producción y exhibición. En los próximos dos años hay que recuperar el tejido laboral cultural”, añade. ¿Incrementaría el presupuesto en cultura? “Sin duda. En estos momentos es el tercer presupuesto más bajo de todas las comunidades, por detrás de Aragón y Canarias. Y, sin embargo, aglutinamos el mayor número de empresas de toda España. El PP ha destinado a la cultura sólo el 0,7% del presupuesto de la región y queremos subirlo al 2%”, asegura. 

Para la candidata a la Asamblea de Madrid hay que trabajar con rapidez de cara a la campaña de verano. Piensa en los festejos de los ayuntamientos y también en los festivales de música, en los tablaos, en los teatros y las salas de cine. Pero también, a largo plazo, está elaborando una Ley de Derechos Culturales, que regularía las buenas prácticas en la contratación. “Hay cosas básicas que están sin hacer”, sostiene. “La Ley de Derechos Culturales puede ayudar a que la sociedad comprenda la importancia de la cultura como un derecho, como la sanidad y la educación. Tras la pandemia, somos conscientes de que no podemos vivir sin cultura”, explica Villa.

Hay que proteger a los trabajadores de la cultura, insiste, y los pensamientos se le van a la polémica de Medialab: “Cómo puede ser tan fácil cargarse un proyecto de 20 años de asentamiento en una ciudad, legitimado por canales nacionales e internacionales. El PP ha pensado que la cultura participativa es de izquierdas. Es incomprensible”, dice Villa, partidaria de hacer una política cultural que propone la participación más que la contemplación.

¿Qué le importa más: la industria cultural o el trabajador cultural? “Pues si no estuviésemos en pandemia diría que el trabajador. Pero un trabajador no puede trabajar si la industria no le contrata. Ahora mismo hay que apoyar a las industrias culturales, que son pequeñas PYMES, familiares, que lo están pasando muy mal y están hasta arriba de deudas. El ecosistema cultural no puede permitirse perder estas empresas”, indica. Cree que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso ha sido la puntilla que ha rematado a los agentes culturales en la comunidad.

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