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Los padres maltratados por sus hijos tardan 18 meses de media en denunciar

Los padres maltratados por sus hijos tardan 18 meses de media en denunciar

EFE

Madrid —

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Los padres maltratados por hijos adolescentes tardan una media de 18 meses en denunciarlo judicialmente desde el primer momento de violencia, ha destacado hoy Francisco Romero, del equipo técnico de la Fiscalía de Menores.

Según la memoria de la Fiscalía General del Estado, fueron 4.936 procedimientos por este motivo en 2012, un 16,6 % del total de expedientes abiertos ese año.

Son casos con un componente emocional muy alto, ha comentado Romero; y los padres sienten mucha vergüenza de confesar que son agredidos por los hijos, ha añadido Jordi Royo, de la ONG Amalgama, que los ha animado a superarlo y denunciar.

Según Roberto Pereira, del Centro de Intervención en Violencia Filioparental Euskarri, las denuncias se han multiplicado por cuatro en los cinco años últimos; el 3,2 % de los adolescentes de entre 13 y 17 años admite que ha agredido físicamente a sus padres más de seis veces en el plazo de doce meses y el 14 % lo ha hecho verbalmente, según un estudio entre 2.700 colegiales de Vizcaya.

Y los padres han corroborado prácticamente al 100 % estos datos, ha agregado.

Según este estudio, chicos y chicas agreden por igual, aunque ellos prefieren la violencia física y ellas la psicológica.

Las madres son víctimas en mayor medida que los padres, ya que están más implicadas en el cuidado de los hijos y los asuntos familiares.

“No es sólo un problema de la familia, es social; no es una pandemia, pero va a más”, a pesar de ser un asunto “tabú, silenciado”, ha alertado el psicólogo y exdefensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Javier Urra, en la presentación de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filioparental (SEVIFIP), que preside.

Es un fenómeno que se da en todos los ámbitos sociales y afecta a distintas realidades familiares, como monoparentales, tradicionales o reunificadas, pues es algo “interclasista”, según ha apuntado Royo.

No obstante, es más frecuente en las familias sobreprotectoras de los hijos; en las negativas (que delegan las responsabilidades educativas en la escuela) y permisivas (padres “amigos” de los hijos).

Los agresores suelen regirse por el lema “Lo veo, lo quiero, lo tengo”, según Royo. Suelen tener un rendimiento académico inferior al esperado y gestionan erróneamente el tiempo libre y el dinero del que disponen y rehúsan responsabilidades y obligaciones.

A pesar de todo, ha señalado Urra, padres e hijos se quieren, aunque sorprenda, pues hay mucho amor, pero también “mucho dolor e incomprensión”.

Pereira ha insistido en que se debe intervenir desde un primer momento, el de los insultos, para evitar pasar a las amenazas, la violencia gestual y finalmente la agresión física.

Pero los padres sienten a veces “pánico” porque hay muchos afectos en juego, ha indicado Urra.

También se ha preguntado si esto puede ser un embrión de violencia machista para responder que, por su experiencia, dos de cada tres maltratadores de los padres de manera económica, emocional o física son varones, de 16 o 17 años.

Además, entre un 60 o 70 por ciento consume sustancias como alcohol y cannabis, ha añadido.

Un 36 % de los chicos que agreden a los padres y que son tratados por los equipos que dirige Urra reconocen que ellos, a su vez, han sido maltratados en el colegio.

María Jose Ridaura, de la Fundación Amigó, ha dicho que, en general, estos casos tienen solución porque son conductas aprendidas y es más fácil “desaprenderlas” si son adolescentes impulsivos que tienen fuerte vinculación emocional con los padres.

El problema no tiene que tratarse sólo con los chicos, sino también con los padres, que son parte del problema y de la solución, ha agregado.

Javier Navarro, de la ONG Pioneros de La Rioja, piensa que es fundamental la prevención, trabajar en la educación formal y no formal, con una mayor implicación de las administraciones y de la sociedad.

Ha lamentado que la educación actual siga parámetros del siglo XIX, basados en el aprendizaje de temarios y contenidos preestablecidos.

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