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Sánchez explota su imagen presidencial y se viste de moderado para ocupar el centro que dejan libre PP y Ciudadanos

Pedro Sánchez en la presentación de la precampaña del PSOE.

Irene Castro

En el Palacio de La Moncloa y la sede socialista de Ferraz se celebran últimamente las decisiones de Ciudadanos. Fundamentalmente, dos. La primera, cuando Albert Rivera y su núcleo duro decidieron acudir a la concentración en Colón, pleno centro de Madrid, junto al Partido Popular y a Vox para oponerse a unas negociaciones con los independentistas que se habían roto el viernes anterior. La segunda, el acuerdo de la Ejecutiva de Ciudadanos para solemnizar que en ningún caso pactarán con el PSOE para hacer presidente a Pedro Sánchez. Esos movimientos políticos, fruto del pánico que la cúpula de Ciudadanos tiene a la sangría de votos hacia Vox, han convencido a la cúpula del PSOE de que el centro, el lugar donde se ganan las elecciones en España ha quedado libre y de que es el espacio a ocupar.  

Los socialistas con Pedro Sánchez a la cabeza tratan de explotar su perfil moderado. Y creen que el fracaso de los presupuestos les han dado hecho el relato. Al voto en contra de PP y Ciudadanos para tumbar los presupuestos con las medidas sociales más ambiciosas se han sumado los partidos independentistas que han hecho caer las cuentas de 2019. Entretanto, Sánchez explota su imagen presidencial y trata de huir de la gresca de las sesiones parlamentarias donde sobre todo el Partido Popular y su líder le han dedicado gravísimos insultos: de traidor a felón, pasando por el calificativo habitual de presidente ilegítimo

Los socialistas están convencidos de que el acercamiento de Ciudadanos a Vox le hace perder mucho voto moderado que ahora trata de capitalizar Sánchez. Y esa fue una de las razones que esgrimió el gabinete del presidente para recomendar las elecciones anticipadas: que la gente tuviese fresco el Gobierno de Andalucía y las imágenes de Abascal junto a Casado y Rivera en la concentración de Colón. 

“Nos han hecho un regalazo”, afirma un alto cargo de Moncloa tras la decisión de la dirección del partido naranja de anunciar que no pactará con los socialistas tras el 28 de abril. En Ferraz, convencidos de que Sánchez logrará la primera posición con distancia respecto a sus rivales, consideran que ese movimiento de Rivera le deja en manos de PP y Vox. “Se han dado un tiro en el pie”, aseguran fuentes gubernamentales.

El “regalazo” de Rivera

Esa es la base de buena parte del optimismo del PSOE. Según una encuesta de Metroscopia, la formación de Rivera perdería casi la mitad de los votantes que tuvo en 2016 (400.000 se irían a la formación de extrema derecha; 250.000, al PSOE; y 156.000, a Casado).

“Ciudadanos tendría que situarse en el espacio de la centralidad, pero ha preferido quedarse en la pelea por la hegemonía del bloque de la derecha”, reflexiona una ministra, que considera que “no hay más gente votando a la derecha” sino que la abstención de la izquierda ha “sobredimensionado” su representación –en Andalucía y ahora en las encuestas–. En buena medida, la guerra en la derecha es la que vivió el PSOE con la irrupción de Podemos en las últimas generales en las que Sánchez vivía amenazado por un sorpasso que no llegó, aunque se quedó cerca. 

No obstante, en el PSOE no se terminan de creer que el rechazo de Rivera vaya a hacerse realidad tras el paso por las urnas. En Ferraz están convencidos de que si Sánchez queda en primera posición de manera incontestable, Rivera puede acabar apoyándoles y desdiciéndose, igual que hizo en la investidura de Mariano Rajoy y con Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía. Además, dirigentes consultados por eldiario.es sostienen que los socios europeos de Ciudadanos presionarán para que no permita que la extrema derecha tenga poder decisorio en el Gobierno de España.

Reivindica a Rajoy frente a Casado

Esa centralidad y moderación se ha trasladado incluso al lema de la precampaña de Sánchez, en la que los socialistas se quitan los complejos respecto a los símbolos nacionales: “La España que quieres”, dice el eslogan del PSOE, acompañado de un corazón. Es un mantra que ya habían utilizado PP y Vox como reclamo.

Este sábado, Sánchez trataba de situar a PP y Ciudadanos en la radicalidad para volver a situar a su partido en la moderación. A su juicio, la derecha “tiene más siglas que ideas”. Existen “tres marcas y un objetivo: la involución del país”. El jefe del Ejecutivo era especialmente duro con Ciudadanos. “Dejemos de llamar liberal a quien no es liberal”, apuntaba, sobre el partido de Albert Rivera. “Los liberales en Europa defienden las libertades y hacen gala de no pactar con la extrema derecha. Aquí lo que hacen es mercadear con las libertades de las mujeres para intentar llegar al poder”, denunciaba, en alusión al acuerdo entre el partido de Albert Rivera, PP y Vox para formar gobierno en Andalucía.

La idea de los socialistas es dibujar una España integradora “en la que cabemos todos”. La frase, que Sánchez repite constantemente, también la utilizó Adolfo Suárez en sus mensajes electorales. El expresidente de UCD es la figura inspiradora para Rivera.

En su afán por destacar la “radicalidad” de esos partidos Sánchez ha llegado incluso a alabar la figura de Mariano Rajoy, solo ocho meses después de destronarlo con la moción de censura. “Catalunya nos unió”, dijo en la presentación de su libro este jueves. “Nos debería unir a los constitucionalistas”. Hasta admitió que el expresidente –a quien acusa de haber dejado crecer el conflicto territorial– quiso arreglarlo en la última parte de su mandato. El socialista cree que es una “irresponsabilidad” apostar por la aplicación del 155 y usa a su antecesor al recordar que tuvo reticencias a activarlo.  

El PSOE busca capitalizar el voto que se va de Podemos

A pesar de ese acercamiento que Sánchez ha confesado en los últimos días, cuando ganó las primarias imprimió al PSOE un giro a la izquierda que puso en alerta a algunas federaciones. La ciencia política sitúa a los partidos capaces de atraer al centro como ganadores de las elecciones. Sin embargo, en Ferraz defendieron desde el inicio que Sánchez tendría asegurado el voto de centro si conseguía hacerse fuerte en la izquierda. El presidente considera que el PSOE zanjó la batalla por la hegemonía de la izquierda cuando él llegó a Moncloa, según reconoce en su libro Manual de Resistencia.

Unidos Podemos, por su parte, está utilizando esa moderación de Sánchez para intentar arañar al PSOE por la izquierda. “Ustedes no son de fiar, cuando creen que nadie les ve se comportan como el PP”, le dijo Irene Montero en la sesión de control: “Todo el mundo sabe que si usted lo necesita va a volver a pactar con estos señores”, dijo en alusión a Ciudadanos y el pacto que Sánchez y Rivera sellaron hace tres años. “Si en este país tiene que haber un Gobierno que mejore la vida de la gente, que permita que ninguna de las tres derechas de Colón gobiernen, ese Gobierno y ese voto útil es a Podemos”, sentenció la portavoz del grupo confederal.

En las filas socialistas no les preocupa como en las últimas generales la pelea con Iglesias, a quien ven en horas bajas en plena crisis interna. “A Podemos hay que ayudarle”, bromea una ministra sobre el fair play que está teniendo Sánchez hacia el que hasta ahora ha sido su “socio preferente”. Lo que sí inquieta al PSOE es que la pérdida de votos de Unidos Podemos no la capitalice directamente porque se vaya a la abstención. “Lo importante es que no se quede en casa”. El voto útil volverá al argumentario de los socialistas en una campaña que ya ha comenzado.

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