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Podemos confía en que el pacto de Castilla-La Mancha contribuya a mostrarse como “fuerza gobernante”

Los líderes del PSOE, Pedro Sánchez, y de Podemos, Pablo Iglesias.

Andrés Gil

“Hacemos política para cambiar las cosas. A veces, sólo gobernar garantiza el cambio. Ahora las bases decidirán. Felicidades José García Molina”. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, saludó así el acuerdo anunciado el jueves por la noche por el que entran en el gobierno de Castilla-La Mancha del socialista Emiliano García Page.

Podemos se había resistido a entrar en los gobiernos autonómicos tras las elecciones de mayo de 2015. Decidió, eso sí, faciitar que las comunidades pasaran de manos del PP a manos del PSOE, pero desde fuera, facilitando investiduras y negociando presupuestos año a año. Así ocurrió en Castilla-La Mancha, y también en Aragón, Asturias, Baleares, Extremadura. En Andalucía Susana Díaz pactó con Ciudadanos; y en Navarra el apoyo es a Uxue Barkos, de Geroa Bai, pero también desde fuera.

Había pasado un año exacto de las Europeas, y quedaban seis meses para el 20D, el objetivo principal fijado por la dirección de Podemos desde su nacimiento.

Ahora, dos años después, en pleno ecuador de los gobiernos locales y autonómicos, con el liderazgo de Pedro Sánchez retomado al frente del PSOE y con un Podemos post Vistalegre 2, Iglesias da el visto bueno a entrar en el Gobierno de Castilla-La Mancha con una vicepresidencia y una consejería nueva de garantías ciudadanas.

El propósito es mostrarse como “fuerza gobernante, capaz de asumir responsabilidades con éxito”, y justo mientras se intenta inaugurar un nuevo tiempo de colaboración con el PSOE tras el regreso de Pedro Sánchez a la dirección del partido: el jueves se anunciaba el acuerdo y el viernes la reunión de las direcciones del Grupo Socialista y Unidos Podemos-En Comú-En Marea para abordar la posibilidad de coordinar agendas políticas –el lunes a las 17.00–.

El pacto, sin embargo, está contando con las resistencias de Anticapitalistas, que consideran que puede llevar al partido a la “subalternidad” con el PSOE. En la memoria de muchos están experiencias históricas de Izquierda Unida, cuyo apoyo al PSOE tradicionalmente se ha dado por descontado, lo que le ha conducido en ocasiones a situaciones de difícil solución: si apoyaba a gobiernos del PSOE se podía mostrar como muleta; si no los apoyaba, aparecía como cómplice del PP.

“Estamos en un momento histórico distinto”, explican en la dirección de Podemos: “Todo tiene su riesgo, pero este movimiento contribuye a normalizar que estemos en gobiernos; y en términos estatales no nos va mal jugar en el tablero político institucional desde un gobierno autonómico”. ¿Y el riesgo de subalternidad? “Nuestra imagen es más bien al contrario de eso: no se nos percibe como subalternos del PSOE”.

Lo que no parece vislumbrarse en el horizonte es la posibilidad de otros acuerdos en otros territorios en los que Podemos facilita gobiernos socialistas.

El pacto de Castilla-La Mancha, que no ha pasado por los órganos estatales de Podemos ni el PSOE, debe ser ratificado por las bases del partido de Iglesias en una consulta prevista para la semana próxima, según ha anunciado el secretario general autonómico, García Molina.

En todo caso, el movimiento de Castilla-La Mancha, con la mirada puesta en las municipales y autonómicas de 2019 y las generales de 2020, intenta ser una continuación de la estrategia de Podemos con el objetivo de mostrarse como “proyecto alternativo de gobierno y de país”.

En esa clave se diseñó la moción de censura a Cristina Cifuentes y a Mariano Rajoy: “Tenemos que ser alternativa de Gobierno y alternativa de país”, ha explicado Iglesias: “Toca una tarea constituyente, de políticas públicas y de Estado”. En aquel debate el secretario general de Podemos afirmó: “Nos comprometemos con el nuevo PSOE a trabajar por una mayoría alternativa”. Aquella intervención se produjo el pasado 14 de junio. Exactamente un mes después, se anuncia el acuerdo para Castilla-La Mancha.

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