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Los “límites de lo posible” fracturan la alcaldía de Manuela Carmena

Carmena, en la presentación de su candidatura en mayo de 2015.

Andrés Gil

“Después de un primer año difícil ahora empiezan a verse los frutos de nuestra gestión”, afirma un concejal próximo a Manuela Carmena. “Ahora es cuando empieza a notarse lo que estamos haciendo, y es el momento de hacerlo ver”, insiste. Sin embargo, “los límites de lo posible”, como dice otro miembro de la alcaldía, siguen fracturando tanto Ahora Madrid como el equipo de gobierno.

¿Dónde están los límites de la “responsabilidad institucional”? ¿Cuáles son los bordes de “lo respetable”? ¿Hasta dónde se puede llevar un pulso contra Cristóbal Montoro? Estas son algunas cuestiones cuyas respuestas tienen un resultado semejante a la hora de afrontar determinados conflictos: Carmena suele situarse en un lado, junto a los concejales más afines –los de Podemos, Equo y algunos independientes, como Marta Higueras o Nacho Murgui–, mientras al otro lado se suelen situar los que aún participan en Ganemos Madrid –IU, Anticapitalistas, autónomos–. Los provenientes del Patio Maravillas, ahora participantes de Madrid 129 –Javier Barbero, Guillermo Zapata y Celia Mayer– pivotan entre unos y otros en función de los temas.

En las últimas semanas se han sucedido las tensiones. Hace apenas tres semanas, se precipitó el relevo de Celia Mayer al frente de Cultura para poner en marcha una vieja reivindicación de Ahora Madrid –una concejalía de equidad de género–. Carmena fue perdiendo la confianza en la gestión de Cultura en los miembros de su grupo municipal hasta el punto de asumirla directamente. Rompiendo con la tesis de que las áreas de gobierno son competencia de personas electas, Cultura es asumida por la alcaldesa, pero luego el trabajo político diario lo harán personas que no se han presentado a las elecciones.

¿Por qué? Porque, en el fondo, Carmena habla un idioma distinto a sus concejales, tiene un criterio diferente sobre “lo culturalmente respetable” en una candidatura enraizada en el activismo, y da un volantazo sobre qué cultura ha de proyectar el Ayuntamiento, qué manifestaciones culturales merecen apoyo o no. Todo eso pasa a las manos de Carmena y sus personas de confianza.

Esa forma diferente de Carmena de entender la política –que tiene mucho que ver con el conflicto entre reforma y ruptura, impugnación o no del régimen del 78–, hace que se produzcan conflictos difícil de resolver. Todos con un denominador común: la tensión entre aquellos que dan prioridad a la “responsabilidad institucional”, “lo posible” y “el pacto”, y aquellos que reivindican una gestión que no dependa del “consenso con el resto de grupos”.

¿Ejemplos? La política de Memoria Histórica, que ha caído en manos de Francisca Sauquillo, vieja amiga de Carmena además de veterana militante socialista. ¿Otro ejemplo? La condena a los titiriteros, la condena a quienes ocupan viviendas –práctica ilegal y tercermundista, según afirmó Carmena recientemente–; la concesión de las llaves de la ciudad al presidente argentino, Mauricio Macri, recibido con protestas por Unidos Podemos en el Congreso; y la facilidad para ponerse del lado de Cristóbal Montoro en lugar del de su concejal de Economía y Hacienda, Carlos Sánchez Mato, en el conflicto institucional por el techo de gasto en un Ayuntamiento con 1.000 millones de superávit.

A nadie le gusta que su jefe le desautorice ante el rival. Y a Sánchez Mato, tampoco. Este viernes no ha sido la primera vez. ¿Destituirá Carmena a su concejal? ¿Dimitirá Sánchez Mato? De momento, no parecen estar dentro de lo previsible ninguna de estas posibilidades, según las fuentes, pero tampoco es un escenario descartable en los más de dos años de legislatura que quedan por delante si prosiguen las diferencias.

De momento, eso sí, Carmena, como nueva responsable de Cultura, ha sustituido a Carlos Sánchez Mato de sus atribuciones en la entidad Madrid Destino en beneficio del concejal Jorge García Castaño. La decisión fue respondida por algunos integrantes de la candidatura –Ganemos Madrid– con el hashtag #ManuelaAsíNo.

#MadridNoRecorta

Además, integrantes de la candidatura Ahora Madrid con la que Manuela Carmena llegó al Ayuntamiento –con el apoyo del PSOE en la investidura–, como referentes de Ganemos Madrid –los concejales Rommy Arce y Pablo Carmona–, el sector Anticapitalistas de Podemos –Miguel Urbán, Isabel Serra o Teresa Rodríguez– y de IU –el concejal Carlos Sánchez Mato y el coordinador, Alberto Garzón– lanzaron este viernes la campaña #MadridNoRecorta para protestar contra Montoro.

Podemos inicialmente se sumó desde la cuenta oficial del partido, así como su secretario general en la comunidad de Madrid, Ramón Espinar. Sin embargo, los tuits fueron borrados posteriormente.

Carmena dejó caer a Guillermo Zapata por dos tuits, relevó a Celia Mayer por discrepancias en torno a los titiriteros, la cabalgata de Reyes, la memoria histórica y los nuevos planes de Cultura, estuvo a punto de ceder a las presiones de PP y PSOE para que quitara a Mauricio Valiente las competencias sobre Derechos Humanos por su posición con respecto a Venezuela, y ahora vuelve ponerse del lado de Montoro frente a Sánchez Mato.

Por el camino, el grupo municipal se divide periódicamente ante las mociones presentadas por el PP en relación con Leopoldo López y los presos venezolanos. O, como ocurrió hace una semana, por el escrache de la CUP a una sede del PP en Barcelona. Rommy Arce, Pablo Carmona, Montserrat Galcerán, Yolanda Rodríguez, Mauricio Valiente, Celia Mayer, Sánchez Mato y Guillermo Zapata abandonaron la bancada. Su actitud sentó particularmente mal a la alcaldesa y precipitó sus dudas con respecto a Valiente.

Pero no sólo ha votado distinto Ahora Madrid ante mociones del PP diseñadas para buscar contradicciones. También ha sufrido divisiones en torno al derribo del taller de artillería de Chamberí para construir una urbanización de lujo. O con la política con respecto a los CIE: mientras en Barcelona el Ayuntamiento de Ada Colau es beligerante, en Madrid aún no se han dado pasos para cerrarlos. También con qué hacer con la gentrificación y turistificación del centro. Colau, de nuevo, sí está tomando medidas contra AirBnB.

“Los límites de lo posible” no marcan sólo qué se puede hacer o qué no, sino qué se puede soñar, si eso es o no realizable, si es o no “respetable”, “de orden”, o “apropiado”. Y precisamente dónde deben colocarse esos límites, ya sea en el desafío al Gobierno con el techo de gasto; en el intento de hacer más laica la cabalgata de Reyes; en no criminalizar la ocupación de viviendas; o en respetar el programa electoral y la candidatura con la que se conquistó el Ayuntamiento. Eso es, la disputa por hasta dónde se puede llegar y por donde se están fracturando Ahora Madrid y el equipo de gobierno de Manuela Carmena.

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