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OPINIÓN | 'Un error mayúsculo', por Javier Pérez Royo

El PP se entrega a una oposición de 'no' a todo “en bloque” con Vox

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el de Vox, Santiago Abascal, se saludan durante el reciente debate de investidura en el Congreso.

Aitor Riveiro

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“¿Crees que les vamos a ayudar en algo? En cada votación tendrán 171 ‘noes’ en bloque”. Así se expresaba uno de los principales colaboradores de Alberto Núñez Feijóo en los días previos a la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Todavía no estaba anunciado el acuerdo definitivo del PSOE con Junts, pero la reelección del presidente en funciones se daba por hecha. El líder del PP debe afrontar los cambios en su cúpula y en los grupos parlamentarios para una oposición que será dura, del ‘no’ a todo de la mano de la extrema derecha, y así mantener una tensión en la derecha social por la amnistía en una legislatura que anticipan corta.

El resultado de las elecciones del 23 de julio propició una aritmética parlamentaria ajustadísima. El Gobierno de coalición tendrá que bregarse en cada votación para negociar los apoyos que, según los estrategas de Feijóo, tendrá que buscar siempre entre los 179 diputados que este jueves lo votaron para un tercer mandato de Sánchez en la Moncloa.

En el PP no piensan apoyar al Ejecutivo de PSOE y Sumar en ninguna votación. Ni para cuestiones europeas, por ejemplo. Nada de pactos de Estado o abstenciones en reales decreto ley que sean de imperiosa aplicación, como sí hiciera en algunas ocasiones la derecha que lideraba Pablo Casado durante la pandemia, por ejemplo. 

El plan diseñado en el 13 de la madrileña calle de Génova pasa por mantener ese “bloque” de 171 votos que suman PP, Vox y UPN. El PP ha ‘perdido’ un voto en la coalición parlamentaria que lidera desde la investidura de Feijóo. El jueves, Coalición Canaria se pasó al ‘sí’ a Pedro Sánchez. Es probable que vuelva a coincidir con sus aliados ideológicos naturales y socios de Gobierno autonómico, pero será un escaño cuando menos en disputa en muchas ocasiones.

Quizá el único que esté en esa situación en esta legislatura. Como recordaba este jueves tras la investidura de Sánchez un ya veterano dirigente parlamentario de Sumar (antes de Unidas Podemos, y antes de Podemos), a diferencia de lo ocurrido durante el anterior Gobierno, ahora los números están mucho más apretados y nadie puede descolgarse del bloque porque no habrá sustituto en el otro lado, como ocurrió por ejemplo con la reforma laboral, cuando Ciudadanos suplió el ‘no’ de EH Bildu.

La palpable debilidad del Gobierno lo es, así, también de sus socios, que tendrán que valorar en cada votación los costes y beneficios de romper el bloque para, circunstancialmente, provocar un adelanto electoral. El año que viene están previstos comicios, como mínimo, en el País Vasco, Galicia y al Parlamento Europeo. Tres citas muy relevantes para los principales partidos estatales. El presidente catalán, Pere Aragonés, mantiene la incógnita de si agotará su legislatura o no.

Feijóo tendrá así que mantener la estrategia de disociar su discurso de supuesto hombre de Estado moderado con su alianza con la extrema derecha, que en las últimas semanas ha alentado manifestaciones violentas contra el PSOE e incluso han criticado abiertamente a la Policía Nacional por evitar el asalto ultra a las sedes socialistas.

PP y Vox seguirán visibilizando en el Congreso su afinidad contra el Gobierno de coalición, y mantendrán los ejecutivos autonómicos conjuntos. Los de Feijóo no dan ninguna credibilidad a las amenazas de ruptura de Santiago Abascal. En las conversaciones con los periodistas en las horas muertas durante la investidura de Sánchez, algunos dirigentes incluso las alentaban, en evidente tono irónico ante la improbabilidad de que tal cosa ocurra. Otros decían que solo se puede amenazar a quien “se siente amenazado”. Y el PP no lo está, dicen.

La hora de los cambios

Pese a lo difícil que le está resultando al PP la digestión del fiasco de Feijóo, el partido lleva días más pendiente de los movimientos internos que de una investidura que se daba por descontada.

El líder del PP sorprendió a todos al asumir en público hace ya más de un mes la interinidad de su dirección. Desde entonces la rumorología es continua, y día a día es más palpable el nerviosismo de algunos dirigentes, desconocedores de su futuro más inminente.

Feijóo nombró su dirección en abril de 2022. Entonces pareció que hizo un Comité de Dirección a su antojo, y que los miembros del Comité Ejecutivo elegidos en el congreso de Sevilla también lo eran. La realidad es que, año y medio después, el gallego no parece estar del todo satisfecho con una selección de personas para la que recibió los consejos de varios barones autonómicos.

“Haremos los ajustes que corresponda en el Congreso, en el Senado y en el partido”, dijo Feijóo el pasado 4 de octubre. Sin más pistas. Todos en el PP dicen desconocer qué tiene el líder en la cabeza, y quienes conocen su trayectoria recuerdan que el hoy presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, no fue informado de que iba a ser nombrado vicepresidente casi hasta el momento de comunicarlo públicamente.

Una estrategia de nombramientos de la que ya han hecho gala otros dirigentes y que intenta evitar las filtraciones. Pero que también pone de los nervios a quienes se ven en el ojo del huracán. Los principales nombres en la palestra son los de Cuca Gamarra, Elías Bendodo y Miguel Tellado. No porque vayan a caer (o sí), sino porque son los generales que han ejecutado las órdenes de Feijóo a nivel interno.

En las últimas semanas se ha barruntado mucho sobre la profundidad de los cambios que perfila Feijóo. Quienes interlocutan con él, aunque dicen desconocer su decisión, señalan que tiene difícil sustituir a Gamarra como secretaria general ya que no le convence mucho ninguno de los 30 miembros del Comité Ejecutivo elegidos por el Congreso y de entre los que, según los estatutos, el presidente debe elegir a su ‘número dos’.

“Esperad ajustes mínimos” en el partido, dijo uno de los principales dirigentes del PP en la noche del miércoles, en un descanso del debate de investidura. “La semana que viene”, apuntó este viernes el propio Feijóo a los periodistas en un acto informativo con el propio Rueda.

Fuentes del PP apuntan a que Feijóo esperará seguro al Pleno del Parlamento Europeo que se celebrará en Estrasburgo, y en el que la derecha (los grupos del PP, de Ciudadanos y de Vox) ha introducido un punto de debate sobre la calidad del Estado de derecho en España a cuenta de una ley de amnistía que todavía no se ha aprobado y de la que, según dijo Esteban González Pons, de momento se conoce “la parte presentable”.

El PP asegura (a veces parece que necesita) que llegarán durísimas enmiendas de EH Bildu, e incluso de Junts y ERC. 

Los barones quieren decidir en los grupos

Feijóo podría así acometer cambios mínimos en Génova. Al fin y al cabo, es el equipo que eligió él. Pero sí o sí tendrá que tomar muchas decisiones tanto en el Congreso como en el Senado. La primera, quién ocupará la Portavocía en la Cámara Baja y será, 'de facto', su mano derecha en el día a día parlamentario. Una figura esencial si la legislatura se alarga.

En el partido sí dan por hecho que Gamarra dejará este puesto, que ha combinado con la Secretaría General durante 18 meses. De cuál sea la apuesta de Feijóo se podrá anticipar qué tipo de oposición hará el PP. Si “firme pero moderada”, como piden algunos insistentemente, o la que se ha visto esta misma semana de la mano de Miguel Tellado, quien ha sido el principal rostro hacia los medios, además del líder.

Tellado es la auténtica mano derecha de Feijóo en el partido. Muchos lo ven como un secretario general en la sombra desde su puesto de vicesecretario de Organización Territorial. Esta semana dijo que Sánchez tenía que irse de España “en un maletero”, y ha defendido que Isabel Díaz Ayuso diga que el país es una “dictadura”. Su trayectoria en Galicia le avala como uno de los más duros del PP. Pero su nombre no está entre los 30 del Comité Ejecutivo.

Feijóo tiene también que designar a los portavoces de las comisiones parlamentarias, tanto en el Congreso como en el Senado. Y aquí los barones quieren tener voz y avanzar así sus propias fichas en otra partida más soterrada y a largo que comienza a dibujarse: el futurible relevo del líder.

Los portavoces de comisión, figuras que suelen pasar bastante desapercibidas, tienen en su mano muchas veces marcar la agenda y el discurso del partido, negocian enmiendas no solo para las leyes, sino también para textos políticos pero no legislativos.

En las últimas semanas, Feijóo se ha reunido con sus barones territoriales. A todos les ha pedido consejo. Pero, por lo que se sabe, a ninguno le ha comunicado sus planes. Se enterarán a la vez que todo el mundo, o quizá un poco antes. Es la prerrogativa del líder, donde demuestras que eres el número uno. Y todos la usan.

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