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“Cataluña ha ido un paso por delante de España en el uso de las redes como herramienta política”

Saül Gordillo, autor de Sobirania.cat / A. Navarro

Mario Pais Beiro

Saül Gordillo es uno de los periodistas catalanes más destacados en el uso de las redes sociales y los medios digitales. Actualmente es el jefe de contenidos digitales de El Periódico de Catalunya, tras haber pasado por el diario El Punt o haber dirigido la Agència Catalana de Notícies durante cuatro años.

Gordillo acaba de publicar Sobirania.cat (Crea't Edicions, 2014), un libro en el que hace un repaso a la influencia de Internet y las redes sociales en el proceso soberanista catalán, y que recientemente ha presentado en Madrid, en un acto celebrado en el Centro Cultural Blanquerna en el que estuvo acompañado por los diputados Carles Campuzano (CiU), Lourdes Muñoz (PSC), Joan Tardá (ERC) y Joan Coscubiela (ICV-EUiA).

¿Cuál es el papel que han jugado las redes sociales en el proceso soberanista catalán?

Determinante. Sin Internet, sin los blogs y las redes sociales sería impensable que el soberanismo hubiese llegado a ser hegemónico en el debate político y en la agenda mediática de Cataluña. Hace diez años, que es cuando empieza el relato del libro, los medios no tenían en su agenda el tema soberanista. Tampoco los partidos políticos, que eran más bien pactistas con el Estado y abogaban por una reforma del Estatuto que blindase la pertenencia de Cataluña a España, a excepción de ERC.

Las redes sociales lo que hacen es acelerar la discusión y el debate sobre los inconvenientes que se van produciendo en la reforma del Estatut y le dan al postpujolismo las herramientas para que los personajes de segunda fila y militantes de base empiecen a romper discursos de sus partidos y organizaciones. Los blogs fueron una herramienta que permitieron a mucha gente debatir, reflexionar y generar una cierta comunidad con este discurso que los medios no tenían. Solidaritat per la Independència, la CUP y Reagrupament fueron partidos fruto de escisiones que obligaron a ERC a superar la etapa de la reforma del Estatut y a su vez obligaron a CiU a abrazar discursos soberanistas desacomplejados.

¿Este proceso hubiese sido imposible sin las redes sociales e Internet?

Es un proceso que va de la base hacia arriba. La Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, que son las entidades que están haciendo de motor de todo el proceso, se han alimentado de las redes sociales y la trinchera digital. Sin ellas estaríamos antes un proceso soberanista dirigido por élites políticas, que hubiese sido más lento y más de negociación en despachos. Y lo que estamos viendo es que hay movilizaciones en las calles multitudinarias que se organizan desde Internet. Son estas manifestaciones las que están obligando a las instituciones a moverse.

El proceso soberanista es la traslación local de movimientos que se están dando a nivel global. El inconformismo, las reclamaciones de más y mejor democracia, en definitiva lo que fue el 15M en Cataluña se ha visto reflejado en un grupo parlamentario como es la CUP, que está claramente comprometido con el proceso de independencia. Son dos ejes que van ligados en Cataluña.

¿Cuál es el futuro de Cataluña tras el 9N?

Lo que está claro es que el 9N es la previa para las elecciones que se tendrán que convocar anticipadamente por la excepcionalidad del momento histórico y por la gravedad de la situación en la que a una población de siete millones y medio de ciudadanos de la Unión Europea no se les permite votar. Sobre todo teniendo en cuenta que quien no permite esta consulta es un Gobierno pilotado por un presidente salpicado por casos de corrupción, sobre el que pesa la sospecha de que ha cobrado sobresueldos y que la sede de su partido ha sido pagada con dinero negro.

Si tras esas elecciones plebiscitarias una candidatura o un grupo de candidaturas que compartan como punto común la declaración de independencia consigue la mayoría absoluta nos acercaríamos a un escenario incierto e histórico. El Gobierno del PP, y en esto el PSOE no ha sido muy diferente, se ha creído que tumbando a Mas y sacando casos de corrupción catalanes iban a acabar con la ilusión, cuando el proyecto independentista es de base regenerador.

¿Cree que el papel que ha jugado el PP históricamente ha facilitado que hayamos llegado a una situación como la actual?

Sin duda ninguna. Yo creo que hay dos factores a tener en cuenta: primero, que el PP es la factoría número uno de independentistas. Lo fue con Aznar y lo sigue siendo con Rajoy. Y segundo, que cuando España tuvo al presidente más federalista, más sensible a la plurinacionalidad, al plurilingüismo, a la multiculturalidad y a una España en red, descentralizada y respetuosa con la diversidad, fracasó estrepitosamente con la reforma del Estatut. Zapatero no fue capaz de renovar el Tribunal Constitucional e impedir que el recurso interpuesto por el PP, que había recogido cuatro millones y medio de firmas en una campaña contra los catalanes sin igual, saliese adelante.

¿Debe Podemos presentarse a unas elecciones en Cataluña sin un discurso claro en el tema catalán?

Yo creo que si evitan el tema no tienen que presentarse en Cataluña. Sería poco honesto presentarse a unas elecciones monotema sin tener una posición sobre esa cuestión. Pueden hacerlo, pero para una fuerza que se ha impuesto tanto rigor, tanta exigencia, ir a Cataluña sin un discurso y una posición sobre cómo dar respuesta a esta crisis institucional puede perjudicarles de cara a su gran asalto, las elecciones generales.

¿Se pueden considerar las manifestaciones de 2006, con muy poca repercusión en los medios pero muy activas en Internet, como las primeras que dieron visibilidad al proceso soberanista?

Yo creo que sí, que son las primera grandes manifestaciones. No se insertó publicidad en radios, televisiones o periódicos mayoritarios, toda la convocatoria se difundió a través de Internet: blogs, banners en medios digitales y, en menor medida, redes sociales. Se notaba de manera clara que había un bullicio, una agitación en Internet que contrastaba con el silencio de los medios. Y la manifestación fue un éxito, hasta tal punto que los medios dieron su primera noticia al respecto informando sobre la misma. Fue la primera demostración de fuerza del movimiento soberanista cívico, no partidista, coincidiendo con un desencanto con la política tradicional.

Hay otra manifestación que también marca un antes y un después, la primera que convoca la ANC hace tres años. Con muy poca difusión en los medios y mucha a través de redes sociales e Internet, acabó siendo portada de casi todos los periódicos catalanes al día siguiente de su celebración cuando previamente no le habían dedicado más que un breve.

El dominio .cat, disponible desde 2005, es el primero que se concede a una nación sin Estado atendiendo a su condición de comunidad lingüística y cultural diferenciada. A él se le ha sumado recientemente Galicia y el .gal. ¿Es la concesión de este dominio un impulso al soberanismo?

Yo creo que sí, que lo que ahora se llama unionismo, que antes llamábamos españolismo, ha llegado tarde al debate en la red. Hace cuatro días que las entidades que celebran el 12 de octubre en Barcelona han abierto un perfil en Twitter y empiezan a hacer agitación. Y se les nota mucho que están incómodos, que responden más a un planteamiento de arriba hacia abajo que viceversa.

Al poder del Estado que trata de impedir la consulta en Cataluña se le nota que en las coordenadas digitales y 2.0 se mueve mal. En Cataluña se van a celebrar en 2015 el 20 aniversario de las primeras páginas web en catalán, casi al mismo tiempo que las primeras del mundo. El .cat ayudó a articular una red digital catalanista, y su implantación fue rápida y mayoritaria, todo el mundo lo utilizaba más allá de su posición ideológica.

¿Podríamos decir que los catalanes entendieron mejor el potencial de Internet como aglutinador de preferencias y como herramienta para crear una nueva mayoría social y política?

Sí, hemos ido un paso por delante en este ámbito. Por poner un ejemplo, las CUP, que no tenían representación en el Parlament, se presentan hace tres años y utilizan las redes de una manera que durante el debate de TV3, en el que el representante de la CUP no estaba en el plató, tiene más impacto y más referencias en Twitter. Son capaces de incidir en el debate aprovechando las autopistas de la red en un momento en el que en España y en Cataluña vemos la televisión mientras interactuamos con otra pantalla. Ciutadans es otro factor muy digital, o Solidaritat Catalana per la Independència. Experiencias como las de Podemos, que tanto sorprenden ahora en Madrid, ya han sido vividas en Cataluña.

Change.org también es una plataforma en la que los catalanes han llevado la delantera. Los primero perfiles de decision makers de diputados corresponden a diputados catalanes, y es el Parlamento catalán el primero en instalar portátiles para sus señorías.

¿Podemos considerar aquellos mensajes de “Pásalo” tras el 11M convocando a la población a manifestarse frente a las sedes del PP en la jornada de reflexión como la primera muestra del uso de las tecnologías como herramienta política?

Para mí sí que lo fue, y precisamente por ese momento empieza el libro. Es el primer momento en el que como periodista me doy cuenta de que la gente se organiza y pasa del relato que le estamos ofreciendo los medios, sobre todo cuando se da cuenta de que el mensaje está siendo manipulado.

Además, supone la apertura de un tiempo nuevo en el proceso soberanista. La llegada de los socialistas al poder, la apertura de un proceso de reforma del Estatut y su posterior fracaso son hechos sin los que el actual debate no se entendería.

En el libro hace mención al modelo de financiación a medios de comunicación impuesto por el primer gobierno tripartito. ¿Estaba ese modelo más orientado hacia el soberanismo?

Es evidente que los grandes diarios no eran soberanistas y recibían grandes subvenciones, y ERC intentó establecer un modelo de ayuda a medios pequeños e innovadores, principalmente digitales, con redacciones pequeñas pero una cantidad de tráfico importante. Esas ayudas eran las migajas de lo que se les daba a los grandes medios. Y la línea editorial de estos era, en la mayoría de los casos, cercana al soberanismo. Es innegable que, pese a que la voluntad principal no era dar un apoyo a los medios por su línea editorial sino por su tamaño, estas finalmente supusieron un impulso al soberanismo.

¿Hay más tensión entre España y Cataluña en los medios tradicionales o en las redes sociales?

Tengo una tesis, que es que durante diez años ha habido más tensión en los medios tradicionales que en la red. Esta tendencia cambia a partir del momento en el que se le pone fecha a la consulta y entramos en campaña. La tensión en Cataluña se traslada a la red, hay mucho más ruido en el mundo digital que en la calle, donde el tema es tratado con naturalidad.

Hay estudios académicos que apuntan a que temas que despiertan gran interés y generan polémica en las redes sociales son después minoritarios a pie de calle. ¿Es esta la situación de Cataluña?

Yo creo que ha pasado, pero que ahora se habla mucho del proceso en la calle y en las redes. Quizá el tono sea más crispado en las redes, pero en el pasado las redes suplantaron la falta de debate en las calles, las instituciones y los medios. Otra cuestión es como debates minoritarios en la red se trasladan después a la calle. Por poner un ejemplo, el hashtag #DUI (Declaración Unilateral de Independencia) lleva usándose mucho tiempo por parte de lo que yo denomino talibanes. Sin embargo, ahora es una alternativa que se plantea una parte de la población y que incluso ha sido mencionada por parte del president Mas.

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