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El juego de las sillas parlamentario pone a prueba la cohesión de Podemos y las confluencias

Pablo Iglesias y el portavoz de En Comú Podem, Xavi Domènech, en el Congreso

Aitor Riveiro

PSOE, PP y Ciudadanos lo tienen claro: las confluencias catalana, gallega y valenciana no tendrán grupo propio salvo que la justicia diga lo contrario. La Mesa del Congreso, dominada por amplia mayoría por los tres partidos (siete de nueve miembros), es quien tiene la última palabra para interpretar el reglamento de la Cámara. La decisión, que algunos achacan a una cuestión meramente jurídica y otros (los afectados sobre todo) a una clara intención política, cierra la puerta a una de las principales reivindicaciones de Podemos y demás grupos. Y supone un problema interno en unas coaliciones que costó mucho tejer y que lograron unos muy buenos resultados el 20D.

Desde que el martes se constató que el PSOE había atraído a Ciudadanos, lo que implicaba que el PP renunciaría a presentar un candidato, se cerraron las opciones de que Podemos arrancara a Pedro Sánchez su apoyo para los grupos. Además, el acuerdo triangular dejaba la mayoría de la Mesa (cinco de nueve) en manos de PP y Ciudadanos, abiertamente opuestos a que grupos marcadamente nacionalistas y favorables a un referéndum en Cataluña y en otras regiones que lo pidan. Las amenazas de Pablo Iglesias sobre la hipotética investidura de Pedro Sánchez no tuvieron el efecto deseado.

Esta realidad ha provocado que los 69 diputados de Podemos y de las confluencias hayan dedicado buena parte de uno de los días más emocionantes que han vivido a reuniones y conversaciones a varias bandas para buscar una alternativa. Un peligroso juego de las sillas musicales en el que el primero que cierre un acuerdo obtiene una ventaja. O, más bien, el último se puede quedar sin sitio y tener que conformarse con observar la legislatura desde la barrera del Grupo Mixto.

Y no habrá una única solución. Cada candidatura selló un acuerdo distinto y las relaciones entre los integrantes no son las mismas.

En Comú Podem y En Marea tienen definido en sus documentos internos que sus diputados electos deben ir juntos. Sea donde sea, pero todos en un bloque.

La candidatura catalana tenía previsto tomar una decisión final este jueves, pero se ha retrasado al viernes por la tarde la reunión de los 12 representantes de la coalición en Barcelona con los representantes de las formaciones políticas que la integran: Barcelona en Comú, liderada por Ada Colau y mayoritaria, Podem, ICV y EUiA. Los gallegos también se encuentran en un proceso deliberativo entre los diputados y con los partidos. Una primera decisión ya tomada es recurrir a los tribunales si la Mesa les niega el grupo. A lo largo del jueves, las reuniones y contactos serán frenéticos.

Las opciones para ambos, mientras tanto, son tres, dos en realidad: integrarse en el grupo de Podemos con voz y medios propios; irse al Mixto, algo que se descarta absolutamente; o una vía alternativa, buscar que la Mesa permita crear un grupo para las confluencias.

La primera es la opción preferida por Pablo Iglesias, tal y como ha asegurado el secretario general de Podemos en una rueda de prensa tras prometer como diputado. Pero no necesariamente las confluencias lo quieren ya que supondría diluir unas marcas que han sido muy exitosas en sus respectivas comunidades. Ambas candidaturas confluyentes ven con mejores ojos la opción de un grupo único para ellas. Y fuentes internas aseguran que los mensajes que llegan desde el PSOE apuntarían a que sí aceptarían esta opción.

El caso de Compromís-Podemos es distinto. El acuerdo que dio pie a la candidatura fue mucho más complicado e incluso motivó dimisiones en la dirección formación valenciana. El documento, según fuentes internas, recoge la pretensión de un grupo propio y que la negativa será llevada a la justicia. Pero también que, mientras tanto, los diputados de la coalición que sean expresamente de Podemos podrían integrarse en el grupo liderado por Pablo Iglesias. Y los de Compromís, por su lado.

En caso de que esto ocurriera, podría haber un beneficiado de rebote: Izquierda Unida. La candidatura que logró dos diputados con casi un millón de votos busca contrarreloj una opción que les permita tener grupo propio. Y el partido liderado por Alberto Garzón ha tanteado a Compromís, aunque de momento sin concreción.

Dentro de IU hay quien aventura incluso la opción de que, si finalmente la Mesa permitiera un grupo que aunara a todas las confluencias, Garzón y la diputada Sol Sánchez se integraran también en él. Eso podría poner en problemas internos al dirigente de IU, que afronta un complicado proceso asambleario ya que compartiría escaño con representantes de Podemos, algo que los sectores más identitarios de IU rechazan tajantemente.

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