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Toni Aira: “Hoy los nuevos políticos entran con fuerza, pero se queman antes”

Toni Aira: "Hoy los nuevos políticos entran con fuerza, pero se queman antes"
Barcelona —

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Barcelona, 27 sep (EFE).- El periodista y escritor Toni Aira, que acaba de publicar “La política de las emociones” (Arpa Editores), cree que “hoy los nuevos políticos entran con fuerza pero se queman antes”, ya que “se prioriza el relato por encima de los hechos”, provocando que “la coherencia entre lo que se dice y se hace sea cada vez menor”.

En una entrevista con EFE, Aira alerta de que esta es “una estrategia útil para ascender en política, pero que al final desgasta”.

Actualmente director de comunicación en la UPF Barcelona School of Management, el periodista y doctor en comunicación analiza en su último libro cómo los políticos aprovechan las emociones para generar opiniones entre el electorado.

Aira sostiene que el incremento en la intensidad comunicativa que ha permitido la tecnología ha reducido nuestra capacidad de atención, algo que nos hace tomar decisiones basándonos más en las intuiciones y en los sentimientos que en el raciocinio.

“Ahora los nuevos políticos entran con fuerza gracias a esta exposición mediática permanente, pero esto genera un gran desgaste en el poder, se queman antes”, apunta Aira, que menciona, a modo de ejemplo, los cortos mandatos actuales, en comparación con los de Jordi Pujol o Felipe González.

“Vivimos en campaña permanente, el trabajo de los equipos de comunicación no termina con los resultados electorales, se incorporan en el gobierno”, explica Aira como un diagnóstico consensuado, pero matiza: “De hecho, no, no estamos en campaña constante, sino en un estado de elección permanente”.

“Por esto intento apuntar la confusión que se puede dar al utilizar, por parte de los líderes políticos, las plataformas públicas para vehicular discursos partidistas o hacer mítines desde las instituciones, en una época en la que hemos normalizado la comunicación continua”, explica.

En el libro, Aira se refiere a diez figuras políticas de primera línea y a los sentimientos que les ayudaron en momentos clave de sus carreras, entre los que aparecen Donald Trump y su odio, la indignación de Ada Colau, Carles Puigdemont y la impaciencia, el eufórico Pablo Iglesias o el optimismo de Boris Johnson.

Uno de los fenómenos que analiza es la irrupción de nuevos candidatos externos a las estructuras tradicionales, líderes que se postulan como “no-políticos” y que, como dice Aira, “han sabido aprovechar el desencanto de la ciudadanía por los políticos tradicionales”.

Ada Colau, en su viaje desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) hasta la alcaldía de Barcelona, ejemplifica este fenómeno, del que Aira rememora uno de los vídeos de campaña para su reelección.

En el video, una Colau con la camiseta de la PAH se entrevista a ella misma como alcaldesa para no olvidar de donde viene, una estrategia arriesgada que, como señala Aira, tiene la intención de recordar al espectador que aunque ella ahora nada entre políticos, no es como ellos.

En este proceso, las filas de los partidos se han llenado de políticos no profesionales, procedentes de otros campos, un hecho que ha producido la aparición de un nuevo perfil de político, más humano o que, por lo menos, eso intenta aparentar, afirma.

Aira incide en el tema y responde que “se puede llorar en política siempre que sea el momento adecuado, que tenga sentido y que sea sincero, al fin y al cabo los políticos no son robots y la empatía es una de las cualidades más bien valoradas para gobernar”.

Para él, cuando Oriol Junqueras en 2014 o, más recientemente Ada Colau, se ponen a llorar mientras les entrevistan en la radio, “esa expresión emocional no sólo tiene sentido y parece sincera, sino que es en el contexto adecuado y se puede entender”.

“Lo que no está bien hecho es romper a llorar en una rueda de prensa cuando estás allí para transmitir calma y tranquilidad”, comenta en relación a una comparecencia de la consellera catalana de Salud, Alba Vergés, durante la pandemia de COVID-19.

A pesar de todo, Aira no pretende deprimir al lector con su diagnóstico, asegura, sino advertirle para que sea consciente del papel que juegan los sentimientos en la toma de decisiones, incluso cuando parecen fruto de la razón.

“El amarillo transmite la sensación de optimismo”, afirma finalmente Aira sobre el color de sus calcetines, con la intención de alejarse de la hipótesis de la locura, porque incluso esto comunica algo, y añade: “Ya lo decía Paul Watzlawick: no se puede no comunicar”.

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