María Jesús Montero: “Feijóo cuestionó en Europa la reforma laboral y las pensiones y pidió que no se mandaran fondos que nos correspondían”

María Jesús Montero, en la sede del PSOE de Andalucía.

Daniel Cela

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María Jesús Montero (Sevilla, 57 años) es un torbellino. Viene de repartir folletos y visitar el mercado de Lebrija y Dos Hermanas, dos bastiones socialistas que resistieron el tsunami del PP en Andalucía en las municipales del 28M, y llega a la entrevista a las seis de la tarde, con los termómetros en la calle a 43 grados. La vicesecretaria general del PSOE, ministra de Hacienda y número uno por Sevilla tiene el encargo de Pedro Sánchez de bombear sangre y energía al socialismo andaluz, que viene de perder dos procesos electorales en un año.

En esta campaña, ¿se juzgan las políticas del Gobierno de los últimos cinco años o la figura de Pedro Sánchez y el 'sanchismo'?

Pues contundentemente lo primero. Tenemos que trasladar a los ciudadanos que estas elecciones tratan de defender su interés, el interés de la mayoría social, que pasa por revalorizar las pensiones, las oportunidades para el empleo, que la economía siga creciendo como lo hace, que seamos capaces de seguir combatiendo la inflación, que somos el primer país de la zona euro en combatir el alza de los precios. Ojalá todo lo que someta a juicio la ciudadanía en esta campaña sean las políticas que afectan a sus vidas y no la campaña del barro, la mentira, la falsedad y la despersonalización de Pedro Sánchez.

No parece que ese marco de debate esté ganando. Esta semana, el alcalde de Jaén del PP escribió en una tribuna de un periódico que el presidente del Gobierno es equidistante “entre las balas y las nucas”. ETA forma parte de esta campaña...

Nunca he visto algo igual, es absolutamente reprobable y me provoca una sensación indescriptible. Cuando asesinaron a Miguel Ángel Blanco, el alcalde de Ermua era un compañero socialista, que encabezó el dolor de miles de ciudadanos por ese crimen. Cualquier acusación respecto a ETA contra el presidente Sánchez es desleal, es injusta y causa un enorme dolor a la familia socialista, y la banalidad de los asesinos ocasiona daño a las víctimas, como ellas han denunciado. Al PP le da igual todo. ETA fue derrotada hace 12 años y resucitarla en campaña hace daño a la democracia española y rompe un pacto contra el terrorismo que tendría que ser sagrado. Tenemos que celebrar que se hayan integrado en las instituciones aquellos que en algún momento simpatizaron o fueron herederos de ETA.

La estrategia del PSOE de denunciar los pactos de gobierno PP-Vox, ¿la está amortizando Feijóo con la llamada al voto útil, como hizo Juan Manuel Moreno en las andaluzas?

Denunciar los pactos con Vox es más que una estrategia para esta campaña, tenemos la obligación de trasladar a la ciudadanía lo que está en juego. Si entre todos no somos capaces de frenar un avance de la ultraderecha, apoyada en el PP, para llegar a las instituciones... Lo que estamos viendo nos recuerda a historias pasadas que terminaron fatalmente.

¿Cree que la sociedad ha naturalizado la presencia de Vox en las instituciones?

Espero que no, no lo creo. Sólo hemos visto la punta el iceberg de lo que consiste aliarse con un partido ultraderechista. El presidente Sánchez recordaba el otro día que el único partido con el que la presidenta de la Comisión Europea, del grupo popular, rechaza reunirse es el grupo homólogo de Vox. Es una mala originalidad de la derecha española tener como aliado de gobierno, y ocupando responsabilidades institucionales, a la ultraderecha. Insisto, de los gobiernos de PP y Vox sólo hemos visto lo que para la ultraderecha es tremendamente impulsivo, como la negación del cambio climático, la negación de los derechos de las mujeres, la intolerancia y el odio al colectivo LGTBI.

Mi obsesión es que la gente, por muy cabreada que esté, no vote a partidos que ya están revirtiendo sus derechos

Esas primeras medidas contra las políticas de igualdad y de la comunidad LGTBI, ¿están agitando al electorado progresista?

Mira, me decía el otro día una amiga de mi madre, votante del PP de toda la vida, que la había llamado su hija, lesbiana, para quejarse de que estos están incitando el odio hacia personas como ella y que persiguen su felicidad. Y que ahora no contarán con su apoyo, porque votará al PSOE. Esto es lo que está consiguiendo el PP, que al final la gente tenga un desasosiego respecto a lo que puede pasar en sus vidas, con la pérdida de derechos que se consiguieron con mucho trabajo. Ojo con eso, porque el colectivo LGTBI se está revolviendo incluso en el electorado del PP y tiene fuerza para cambiarlo todo.

¿El PSOE está teniendo dificultades para conectar con el electorado progresista, sobre todo en ciudades medias y en barrios que antaño fueros socialistas?

Lo voy a decir de otra manera: creo que la mejor forma que tiene el PSOE de llegar a sus militantes y a la ciudadanía de progreso es la interrelación directa. Cuando necesitamos que alguien medie entre nuestro mensaje y la ciudadanía, constatamos que, muchas veces, ese mensaje llega distorsionado, si no directamente manipulado por los intereses de la derecha que no quieren que nuestras ideas se abran camino. En esta legislatura hemos defendido, por ejemplo, una fiscalidad progresiva para la mayoría social, más exigente con los que más tienen, y determinados intereses se confabulan para que eso no ocurra y median con otro mensaje que nos dificulta llegar a barrios obreros de grandes ciudades, por ejemplo.

Si al PSOE se le dan bien las distancias cortas y el mensaje directo, ¿no les tendría que haber ido mejor en las municipales?

Bueno, nosotros en las municipales hemos estado a tres puntos del PP, una posición bastante similar en una contienda electoral con tantos partidos. Es verdad que hemos tenido una pérdida territorial que no se corresponde con esa distancia de tres puntos y que eso ha sido muy doloroso para nosotros, para gente como Ximo Puig, Fernández Vara, Francina Armengol o Ángel Víctor Torres. Pero hoy un ciudadano medio, espontáneamente, puede recitar de memoria cinco medidas que el Gobierno ha hecho por él: la subida de las pensiones y del salario mínimo, la bajada de la factura de la luz y el gas, la bonificación del combustible, muchos han estado en ERTE, autónomos que han cobrado por primera vez el cese de actividad... Si uno fríamente se pone a pensar en el beneficio directo que le ha traído el Gobierno de Pedro Sánchez, puede enumerar un montón.

¿Usted tiene la sensación de que el ciudadano medio está pensando en la gestión? Feijóo dijo en El Hormiguero que eliminará el impuesto a las grandes fortunas, que grava patrimonios de tres millones de euros, y el público le aplaudió...

Y pensaría que ninguno de los que aplaudió, o muy pocos, tienen esas cantidades, ¿no? Claro, porque el PP lleva cinco años con una estrategia de acoso y derribo contra Pedro Sánchez porque no puede atacar sus políticas. Feijóo cuestionó la reforma laboral y la de las pensiones, se fue a Europa a pedir que no se pactara con España porque era una ruina para el país, y que no se mandaran los fondos europeos que nos correspondían. Y lo escuchas ahora en campaña diciendo que la reforma laboral le parece bien. Espero que la gente se dé cuenta de que este hombre no tiene principios, no es un problema con los datos, es que cambia de posición a cada momento. Y sobre todo, que miente. Feijóo dijo que el PP había apoyado la revalorización de las pensiones al IPC y votó en contra. En contra de las becas y del aumento de las tasas a la FP... El PP ha estado en una oposición destructiva en el peor momento de este país sin importarle qué le ocurriría a España. Es un comportamiento que tiene que ser penalizado en las urnas.

¿El Gobierno de coalición ha cumplido con las expectativas del electorado progresista en esta legislatura?

Sí. Con creces.

¿Cómo explican una bolsa de tres millones de abstencionistas en los últimos comicios, muchos de ellos del espacio progresista?

Cualquier análisis pasa por entender qué legislatura tan compleja hemos tenido. Al mes de formar el primer Gobierno de coalición de la historia de España, se desata la peor pandemia que ha vivido el mundo en un siglo, que nos obliga a adoptar medidas especiales durante dos años. Y terminamos con una guerra en suelo europeo. En ese contexto hemos protegido y creado empleo, hemos subido el salario mínimo y las pensiones, aprobamos una excepción ibérica, convenciendo a las autoridades europeas, para rebajar el precio de la luz. Y todo esquivando golpes del PP.

¿Qué pasa con las personas que no acuden a votar?

Por múltiples razones. Primero, que crean que su voto no es necesario y, por tanto, no se sienten interpelados a ir a votar. Por eso esta campaña estamos repitiendo hasta la saciedad que el voto vale lo mismo tengas la cuenta bancaria que tengas. La gente no puede dejar sus intereses en manos de la derecha, porque responden a otros dictados. Y, otra razón, es verdad que siempre el electorado progresista es muy crítico con todo y muchas veces incluso un hecho puntual que les provoca desacuerdo hace que no vayan a votar. Mi obsesión es convencer a la gente de que, por muy cabreada que esté, no puede votar contra sus derechos, a los partidos que empiezan ya a revertir esos derechos, o que planean derogar leyes en contra de su bienestar laboral. Por eso pido que valoren la gestión global del Gobierno, que no se quede en casa por un error puntual. Que valoren también el voto útil. Por ejemplo en Andalucía, que no apoyen a formaciones políticas, aparentemente a la izquierda de Sumar, que al final hacen el juego a Vox y se comportan como Vox. Fueron votos a la basura en las andaluzas y en las municipales, yo los conté.

Lo de Feijóo no es un problema con los datos, es que este hombre no tiene principios

Los socios de legislatura del Gobierno, especialmente Bildu, centran los ataques al PSOE en esta campaña. Sabe también que incomoda a parte de su partido, por ejemplo en Andalucía. Usted diseña los Presupuestos y ha estado en prácticamente en todas las negociaciones con esos partidos. ¿Le plantearon alguna reclamación que sobrepasase las líneas rojas del PSOE?

Me alegro de esta pregunta, porque me permite aclarar que el PSOE sólo ha tenido un socio de Gobierno: Unidas Podemos, ahora Sumar. Nosotros hemos tenido que acudir al Congreso con 155 diputados, con un Gobierno en minoría, que para sacar adelante los decretos de alarma de la pandemia, medidas del confinamiento o infraestructuras pendientes de ejecutar en distintos territorios, hemos tenido que convencer grupo a grupo. No se imagina el trabajo arduo que supuso sacar más de 200 iniciativas legislativas, ha sido una tarea titánica. Bien. En ninguna de esas negociaciones, absolutamente en ninguna, ha habido otro debate con los grupos que no fuera el de la materia concreta que se trataba y el interés general. Nunca, jamás, hemos hablado con los independentistas en otros términos, y saben cuál es nuestra posición sobre Catalunya. Nunca, jamás, hemos hablado con Bildu de ningún tema que tenga que ver con ETA. Para nada. Hablamos de inversiones para Cataluña y para el País Vasco, de políticas sociales, de revalorizar las pensiones no contributivas más que las contributivas, de subir el salario y las pensiones... para llegar a estos acuerdos, que son transparentes y conocidos, hicimos acuerdos con fuerzas políticas que están en las antípodas del PSOE.

¿Por qué le cuesta al PSOE hacer bandera esos acuerdos de interés general con partidos que están en las antípodas?

Nosotros nunca nos hemos escondido.

Pero cuando PP y Vox les reprochan esos acuerdos con Bildu y ERC, parecen incómodos o a la defensiva...

No, no. Pero la oposición ha enfocado este debate de forma muy primaria en política: hablar de con quién distrae del para qué, para qué hicimos esos acuerdos. Y esos acuerdos concretos sí los hemos defendido, en muchos casos están firmados y son públicos. Luego ha estado el compromiso del presidente Sánchez de diferenciar estos acuerdos parlamentarios de la mesa de diálogo para resolver un problema de convivencia en Catalunya que heredamos. Una vía de diálogo frente a la polarización anterior, que ha permitido bajar en diez puntos el número de personas en Catalunya que se definen como independentistas. La política de distensión del Gobierno en Catalunya ha sido eficaz para el fin que perseguía, para intentar que las familias no estuvieran rotas cada vez que se reunían. Con esos acuerdos también hemos resuelto con eficacia la situación económica clásica de este país, que salía de una crisis con una sangría de empleos destruidos, despidos masivos, debilitamiento de los trabajadores, bajada de la capacidad adquisitiva, desempoderamiento de los sindicatos... Hemos empoderado a los sindicatos con la negociación colectiva, subiendo el salario mínimo, llevando a cabo los ERTE, la bonificación de la Seguridad Social. En este momento estamos en récord de creación de empleo y cumpliendo compromisos financieros con Europa.

¿Si el Gobierno de coalición ha cumplido con las expectativas del electorado progresista? Sí. Con creces

Un referéndum sobre lo que se acuerde en la mesa de diálogo en Catalunya, ¿es asumible por parte del PSOE?

Nosotros nunca vamos a permitir un referéndum de autodeterminación en Catalunya.Y esto es muy importante porque algunos juegan con las palabras.

Le pregunto por un referéndum sobre lo que se acuerde dentro de la mesa de diálogo, como plantea Sumar...

Es que eso ya veremos qué decide la mesa de diálogo en Catalunya. Ojalá que pudiéramos llegar a conclusiones que permitan seguir profundizando en el Estatuto de Autonomía y en la capacidad de autogobierno, como hemos propuesto. Pero, por supuesto, vamos a huir de cualquier proyecto que sea rupturista con la unidad de España, pero no sólo porque la Constitución lo prohíba, sino porque el PSOE vela por la unidad de España. Y eso es compatible con apreciar la diversidad, la pluralidad de este país, que tiene distintas culturas y lenguas, distintas sensibilidades y acentos.

¿Tiene sentido que el presidente insista en que “la economía de España va como una moto” mientras las clases medias perciben el impacto diario de la inflación en la cesta de la compra?

Es que no es contradictorio. La economía española ha crecido este trimestre cuatro veces lo que crecieron las economías de nuestro entorno en la zona euro. Tenemos récord de creación de empleo, dos millones de ocupados más desde que llegamos a Moncloa. La inflación está en el 1,9%, somos el primer país que ha logrado bajarla del 2%. Es cierto que sigue alta la inflación subyacente, que tiene que ver con los precios de los alimentos, y trabajamos para que se encuentren a un precio asequible para las familias. Pero debemos hacerlo sin que ello perjudique la rentabilidad del negocio de los agricultores, de ahí la Ley de Cadena Alimentaria, que impide la venta a pérdidas. También a ellos les ha costado mucho producir lo que antes tenía un precio más barato. Hemos acompañado a las familias con medidas como la bajada del precio de la energía o los carburantes, con los 20 céntimos de bonificación del litro de gasolina o diesel.

En esta legislatura, los beneficios de las empresas en España han aumentado un 20% y el poder adquisitivo de las familias se ha empobrecido...

Hombre, por supuesto. Y hay que seguir trabajando. Por eso es tan importante el Observatorio de Márgenes Empresariales, porque nos va a permitir ser mucho más exactos a la hora de determinar qué tipo de empresa, sobre qué tipo de actividad, a partir de qué número de empleados o a partir de qué volumen de rentabilidad del negocio están ganando durante una crisis o fuera de una crisis. Por encima de aquellos elementos que provocan aumentos salariales o que provocan beneficios reales a la clase trabajadora, yo creo que no somos nada sospechosos de no haber trabajado mucho y muy bien, en el marco del diálogo social, por ese entendimiento entre empresarios y trabajadores. Y los impuestos que pusimos en marcha justamente van dirigidos a que esos beneficios de dos sectores que estaban claramente identificados −la banca, con la subida de tipos de interés, y las energéticas, con la subida de los precios de la energía− pudieran aportar un mayor volumen de recursos, 3.000 millones cada año que permitieran revertirlo también en gasto social.

En el debate con Pedro Sánchez, Feijóo dijo que este Gobierno ha subido 42 veces los impuestos. ¿Esto es cierto?

No sé a qué se refiere el señor Feijóo. Yo no lo he contado. Lo que sí sé es que netamente hemos bajado mucho más los impuestos de lo que hemos subido, porque le doy un dato: en ahorro de impuestos a los ciudadanos, este Gobierno ha hecho 25.000 millones de euros. Lo importante en fiscalidad es a quién. Nosotros no hablamos de una bajada general de impuestos que en el Reino Unido le costó el puesto a la primera ministra. Nosotros hemos modulado impuestos medioambientales, que pretenden ser disuasorios sobre el consumo de determinados productos perniciosos, e impuestos sobre beneficios de determinadas empresas y a los grandes capitales. Porque en este país, de forma relativa, parece que siempre se carga sobre la clase media el conjunto de la capacidad recaudatoria y el PSOE cree en un sistema más progresivo en el que las grandes rentas aporten más.

En su anterior programa electoral plantearon una profunda reforma fiscal. Hubo un grupo de expertos que elaboró el libro blanco, que se ha quedado en el cajón. ¿Por qué no se hizo esa reforma?

Básicamente porque cuando llegamos sobrevino una pandemia, el confinamiento, la postpandemia y luego la guerra en Ucrania, todo casi de continuidad. Pero es un excelente punto de partida para trabajar en una fiscalidad progresiva que se tiene que abrir camino en la próxima legislatura. Algunas de las sugerencias que hacían los expertos las hemos hecho, por ejemplo, la del 15% del impuesto de sociedades o las que tienen que ver con la aportación mayor de las rentas de capital frente a las rentas de trabajo, o de algunos impuestos medioambientales, sobre vertederos, sobre los plásticos... Pero la prioridad en el confinamiento fue que no hubiera una destrucción del tejido productivo.

Si vuelven al Gobierno, ¿cuáles serán las primeras medidas fiscales que adoptarán?

Bueno, las medidas fiscales siempre tienen que ir en el proyecto de Ley de Presupuestos o en leyes específicas. ¿Cómo planteamos esa política fiscal sabiendo que estamos limitados en la propia ley para hacer un gran cambio? Veremos cómo transcurren los indicadores, pero siempre acompasaremos la reforma fiscal con la situación económica.

¿En el PSOE existe o puede abrirse un debate interno sobre la posibilidad de abstenerse en una hipotética votación de investidura de Feijóo para evitar que Vox entre en el Gobierno?

Nosotros somos alternativa al PP y vamos a configurar nuestras alianzas para que la mayoría progresista, si así lo deciden los ciudadanos, se abra camino. Pero evidentemente es curioso, ¿no? El PP pide que gobierne la lista más votada, pero no lo cumple cuando no son ellos. Parece pueril plantear este debate. En el sistema parlamentario español, muchos ciudadanos votan a los dos partidos mayoritarios, pero el resto de sensibilidades políticas no se pueden despachar en un apaño que vamos a hacer aquí, firmando un papel en un show televisivo. No, en el PSOE vamos a combatir las políticas de derechas, porque creemos que nos retrotraen a una España que ojalá se hubiera quedado definitivamente atrás, y que representan recortes de servicios públicos, precariedad y privatización.

Con Bildu acordamos políticas de interés general. Nunca, jamás, hablamos de nada que tenga que ver con ETA

¿Privatización en la sanidad?

Sobre todo en la sanidad. Pero hoy, por ejemplo, el Gobierno de Andalucía autorizaba dos nuevas universidades privadas, además de las dos que ya ha aprobado, y los rectores andaluces han vuelto a decir que no cumplen con los mínimos parámetros de calidad y que la gente va a comprar un título con menos exigencia de la que le piden en la universidad pública. ¿A ese modelo queremos aspirar? Nosotros proponemos la matrícula gratuita. O queremos, ante la falta de médicos, que se amplíe el número de plazas de las facultades de Medicina, que hemos tenido que colocar hasta 50 millones de euros en el presupuesto porque el Gobierno andaluz no se pone las pilas en el incremento de las plazas, que permitan que en el futuro no tengamos el mismo problema que estamos viviendo en este momento.

¿Su futuro político estará en Madrid tras el 23J, pase lo que pase, o tiene aspiraciones en Andalucía?

(Risas) Bueno, soy diputada por Sevilla en el Congreso y, si así lo quieren los ciudadanos, seguiré desarrollando mi trabajo. Estoy convencida de que trabajaré para el Gobierno de Pedro Sánchez, que no significa ser ministra (risas). Eso nada más que le corresponde a él decidirlo. No, significa simple y llanamente que colaboraré porque estoy convencida de que vamos a poder conformar un Gobierno que dé esperanza al país, y yo apoyaré desde el sitio que el presidente decida.

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